El Chapulín Colorado contra Superman: La Feria

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Sr. López

Tío Timo (Timoteo) era mandón y no muy trabajador. Pero era muy mandón. Un domingo se levantó tarde y se encontró a tía Ema, su esposa, muy atareada cocinando una gran olla de mole; se sorprendió y cuando supo que iba a llegar su compadre favorito a comer con toda su familia, estalló: -¿Y quién es él para dar órdenes en mi casa? –y tía Ema, le respondió, sin voltear a verlo: -Es al que debes años de renta, viejo –la ayudó a poner la mesa.
Como si fuera una gran sorpresa, el viernes pasado se en destacó la prensa nacional que el Presidente envió al Congreso su iniciativa de reforma constitucional a la industria eléctrica y zarandajas varias.
Desde Morelos, el Presidente dijo, volvió a decir: “Con el neoliberalismo pues se inició con una política de pillaje, de saqueo y venían los extranjeros y pensaban que México era tierra de conquista y nos saqueaban como en la época colonial. Todo eso ya se terminó y estamos procurando resarcir el daño que ocasionó la llamada reforma energética. No significa nacionalizar ni estatizar, significa darle su lugar a la CFE”.
“¡Ya nos saquearon!, ¡no nos volverán a saquear!”, exclamó López Portillo, el 1 de septiembre de 1982, en su último informe de gobierno. ¡Ah, qué aromas de nostalgia!, hemos regresado a los buenos viejos tiempos. ¡Que se oiga esa banda!
Son muchos y muy técnicos los detalles de la reforma. Básicamente consiste en que la CFE tenga en exclusiva el 54% de la producción y despacho eléctrico preferente y las empresas privadas el restante 46%, “para que haya una verdadera competencia”, dijo el Presidente (novísima manera de competir con el marcador final predeterminado).
El Presidente, fiel a su vocación pedagógica, explicó que esta reforma es para fortalecer a la CFE, tener el control de los precios de la electricidad y asegurar precios justos sin aumentos arriba de la inflación. Nadie en su sano juicio puede decir que le parece mal nada de eso. La pregunta es si se fortalece la CFE limitando a las empresas privadas; la realidad va en sentido contrario: no se desarrolla ni fortalece el que no tiene que competir, ¿para qué, si ya tiene asegurada su clientela y puede poner el precio que le dé la gana?… en fin.
Sí está de pensarse que esta iniciativa para reformar la Constitución, resulta del fracaso para implantar una nueva ley de la industria eléctrica que la violaba. Un fifí conservador pensaría que la ley sería la que debiera acomodarse a lo que manda la Constitución y no al revés. ¡Ah, qué aromas de nostalgia!… Echeverría ha regresado.
Como sea, Morena no tiene la mayoría calificada de dos tercios de votos en las cámaras de diputados y senadores, indispensable para aprobar reformas a la Constitución (aunque tiene dos congresos locales más de los 17 necesarios, no le alcanza). Ahora veremos en vivo y a todo color, cuántos de la oposición se venden, se rentan o tiene asustados don Gertz, el Inquisidor Mayor.
Suponga como puede suponer, que mágicamente el Presidente consigue esta reforma constitucional. Luego tendrá que lidiar con los compromisos que México tiene firmados con la ONU en el Acuerdo de París, aplicable desde 2020, cuya finalidad es reducir el uso de combustibles fósiles que son los que usa la CFE. “Pelillos a la mar”, pensará cualquier fiel morenista, es fácil limpiarse el extremo inferior del sistema digestivo con la ONU. Y es cierto, pero aparte México va a tener que ganarle una pelea a tres caídas sin límite de tiempo a Canadá y los Estados Unidos, con los que tenemos firmado ¡el T-MEC!
Sí, con el T-MEC hemos topado. La reforma constitucional que presenta presidencia de la república, viola varios de sus principios contra los que México no hizo ninguna reserva respecto de la industria eléctrica, por lo que las empresas de Canadá y EUA no están sujetas a ninguna condición que otorgue preferencia a la CFE. Eso puede acabar en la aplicación del mecanismo de solución de controversias del Tratado (Capítulo 14).
Y piensa el mismo fiel morenista: “si no le gusta al tío Sam, que le ponga flores, ¡se aclimata o se acli-amuela!”. Bueno, sí, no nos van a invadir los US Marines, ni EUA se va a salir del T-MEC, pues aunque con eso revientan a México, ellos también salen perjudicados. Pero aparte hay un detalle:
Según el Balance Nacional de Energía de 2019 publicado por la Secretaría de Energía (Sener), México importa casi la mitad (el 44%) de la energía eléctrica que consume. CFE no tiene capacidad para producir la electricidad del país. Punto. ¿Y sabe a quién le compramos esa energía eléctrica?… sí, al tío Sam (el más reciente acuerdo de importación firmado entre la CFE de Bartlett y el Departamento de Energía de los Estados Unidos, es de fines de 2020). Y peor:
Dice el informe del 15 de marzo de 2019 de la Comisión de Energía del Senado, que más del 50% del gas usado por la CFE para generar electricidad… es importado de EUA (según el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional -Prodesen-, es más del 60%).
O sea: nuestro Congreso discutirá reformas a la Constitución que violan acuerdos y tratados internacionales y dañan a empresas yanquis y canadienses, confiando en que el tío Sam alce los hombros, tuerza la boca y nos siga vendiendo electricidad y gas para producirla.
Si está mal el T-MEC y propicia el saqueo de México, se le recuerda a la 4T que el gobierno anterior los incorporó a la negociación y se firmó el 10 de diciembre de 2019, ya en el poder nuestro actual Presidente y entró en vigor el 1 de julio de 2020. ¿De veras es una birria?… porque entonces es su birria.
Los que dicen que saben de esto, aseguran que de aprobarse la reforma constitucional, se avecina un desastre mayor: ya estamos en el juego del comercio mundial. Sería lindo que México fuera una potencia económica autónoma, independiente de todo y todos… pero son sueños, no hay un país así en el planeta.
A ver cómo nos va, aunque no es muy difícil adivinar cómo resulta un pleito del Chapulín Colorado contra Superman.

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