Sr. López
El más impresentable primo que tenerse pueda, Pepe, aparte de consumado tahúr, terror de azoteas y amenaza a la tranquilidad de algunos esposos del barrio, tenía fama de ser invencible con los puños. Este menda, siete años menor que él, una vez le pidió que le enseñara a pelear sin perder, y muy fresco dijo: -Suelta siempre sin avisar el primer golpe, con todas tus fuerzas, si lo aguanta, corres… y ya –pues, así, sí.
Le ahorro las citas y la lista de insultos del Presidente López Obrador al gobierno de los EUA (y los elogios a Trump y Biden con aroma a “no hay borracho que coma lumbre”). El último fue referirse al Departamento de Estado yanqui como “departamentito”, al decir que es un “bodrio”, el informe que presentó ante el Senado de su país sobre la situación de los derechos humanos y la delincuencia organizada en México. No importa si es un bodrio, lo serio es saber si dice o no, mentiras el informe que por cierto, lo emiten de conformidad con los acuerdos binacionales que hay entre los EUA y nuestro país, en los que aceptamos ser evaluados. No importa (ahorita).
Lo importante es si de veras el Presidente cree que le aguanta un recargón al tío Sam. Y se apresura este menda a dejar muy claro que detesta la política exterior de los EUA en general y en particular respecto de México. Los EUA han machacado países no pocas veces y el injerencismo es su divisa.
La abierta beligerancia de nuestro Presidente con los EUA, puede obedecer a que sea verdad que la Casa Blanca ha ordenado a alguna de sus 16 agencias de espionaje, que conforman su Comunidad de Inteligencia, que le hagan marcaje personal a López Obrador, de manera que a cualquier agresión que le hagan, pueda alegar que es represalia política porque los “enfrentó” (¡ese que se está riendo, se me sale!). O puede ser que no sea cierto que lo tengan en la mira, y él adopte preventivamente esa estrategia pugnaz para eludir posibles represalias futuras en contra de él, sus cercanos o algunos de su gobierno.
Lo que sea, lo innegable es que en los estamentos del gobierno yanqui están que trinan por las más de cien mil muertes anuales que está causando el fentanilo que en buena parte les llega de México y no se les olvida lo simbólico del saludo del Presidente a la mamá del narco más perseguido, como escandalosa ratificación implícita de su política de abrazos a la delincuencia organizada, que allá en los EUA se interpreta como una estrategia permisiva al tráfico de drogas rumbo al norte, que disminuiría nuestra violencia doméstica con sus más de 30 mil asesinatos anuales. Y todo fue un fracaso: durante este gobierno se han roto todos los récords de homicidios mientras sin muchas incomodidades continúa el trasiego de drogas rumbo a los EUA. Y no se le olvide, en la “tierra de los libres” no olvidan ni perdonan.
Repite su texto servidor su repudio por la ominosa política exterior de los gobiernos de los EUA pero también acepta que las categorías éticas no forman parte del herramental de que se sirven los países para cuidar de sus intereses, legítimos o no. Siempre ha sido así, así es ahora. Y también vale agregar con cinismo práctico que, puestos a escoger, el imperio yanqui es menos incómodo y brutal, que los demás que ha habido en el mundo a lo largo de la historia, a menos que usted hubiera preferido vivir en la URSS de Stalin, en la Alemania de Hitler o la China de Mao. Por algo los migrantes de medio planeta van rumbo a los EUA, no a Cuba, la Cuba de los criminales Castro y su Díaz Canel.
Igual, de regreso a la pregunta ¿de veras el presidente López Obrador cree que puede hurgar en mal lugar al tío Sam y sobrevivir en el intento?
Sin hacer un recuento exhaustivo, nada más del fin de la Segunda Guerra Mundial a la fecha, según el experto en el tema, Dov Levin -de la Universidad Carnegie Mellon-, “EUA ha intervenido para influir en los resultados de elecciones de otros países al menos 81 veces entre 1946 y el año 2000”. Y advierte que “eso no incluye golpes de Estado o intentos para derrocar gobiernos -los famosos cambios de régimen- sino solo intentos directos de influir en una elección a favor de una fuerza política”.
Y si usted está pensando que solo lo hacen en países chiquitos y anémicos o del tercer mundo planta sótano, entérese que los EUA en 1948, intervino muy activamente en las elecciones de Italia para que ganara la Democracia Cristiana a la coalición de izquierdas del Partido Comunista.
Los EUA, aparte de amenazar públicamente que el triunfo comunista supondría la cancelación del apoyo económico a Italia, encargó a la CIA el financiamiento clandestino a los demócrata-cristianos y el envío de expertos en campañas electorales. El periodista Tim Weiner -Premio Pulitzer-, escribió: “(…) después de su éxito en Italia, la CIA tomó esta fórmula -la cual incluía emplear millones de dólares para promover campañas de influencia-, y la aplicó por todo el mundo en lugares como Guatemala, Indonesia, Vietnam del Sur, Afganistán y más”.
Y le aplicaron la receta a Rusia en 1996, para que Boris Yeltsin fuera reelegido, porque aun desaparecida la URSS desde 1991, el Partido Comunista era el principal posible ganador de las elecciones de ese año y eso no lo iba a permitir Bill Clinton.
Es innecesario enlistar todas las intervenciones yanquis en América Latina. Lo cierto es que de unas décadas acá, los EUA privilegian sobre de las acciones militares las comerciales, para mantener su preeminencia mundial y neutralizar a China. En esa ecuación, México les es esencial. Por eso existe el T-MEC… y no se van a tentar el corazón si algo o alguien los pone en peligro.
Afirma otro experto, William Blum: “No importa lo paranoico o inclinado a creer en conspiraciones que puedas ser, lo que el gobierno (de EUA) está haciendo en realidad, es mucho peor de lo que imaginas”.
Ojalá alguien aconseje al Presidente que no nos deje perjudicado el país. Lo último que necesitamos es que el tío Sam se meta en nuestras elecciones o recurra al descontón.