Dejad toda esperanza: La Feria

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Sr. López

La esplendorosa prima Elvira vivía en Guadalajara y la empezó a cortejar un señor muy bien plantado que no les gustó a sus papás porque era mucho mayor que ella, pero como resultó que era millonario, ya les gustó. El señor aclaró desde el principio que era viudo y que tenía cinco hijos, lo que no lo hacía menos millonario. Ya con fecha para la boda, el señor invitó a Elvira y sus papás a pasar unos días en su casa en Acapulco, para que su inminente esposa se fuera familiarizando con sus “hijitos”. Fueron. Los “hijitos” resultaron ser unos malhechores, a ciencia y paciencia de su papá. No hubo boda.

Desde ayer, oficialmente, doña Claudia Sheinbaum es presidenta electa de México, cosa que supone este menda a nadie sorprendió aunque haya habido algunos distinguidos miembros del internacional club John Langdon Down, que suponían posible anular las elecciones del 2 de junio. Y no se niegan todas las trapacerías habidas desde antes de la precampaña electoral, orquestadas desde Palacio Nacional, ni las carretadas incalculables de dinero que costó el chistecito. Nada de eso se niega, pero tampoco que la señora obtuvo más del doble de votos que doña Xóchitl. Punto redondo.

Así, la triunfadora en los comicios asumirá el cargo en mes y medio, en la solemne ceremonia de juramento ante el Congreso que, si no sucede nada muy raro, para los que vivimos el priismo imperial, será un ‘déjà vu’, un melancólico, tristón recuerdo de los viejos tiempos del partido hegemónico. Ya veremos luego si a las fervorosas masas cuatroteras, les gusta un gobierno omnipotente, omnímodo, invencible, intocable, impune, inamovible… buen provecho.

Para los consumidores compulsivos de memes, ya prestos a quejarse los siguientes seis años, se les ofrece gratis un consejo: la próxima vayan a votar, que la abstención de casi el 40% del electorado explica estos desfiguros. Pero, ni modo, así son las reglas, ganaron los que ganaron y ahora toca chile y agua lejos.

Por otro lado, si se tiene la cabeza en su lugar y con suficiente irrigación sanguínea, el último puesto que podría uno envidiar es el que asumirá doña Sheinbaum. Mire usted, el mero 2 de junio en la noche, en el Zócalo retacado de acarreados (y todo hay que decir, también fueron algunos por su gusto), celebrando su triunfo, doña Sheinbaum dijo:

“Me comprometo con ustedes a llevar a México por el sendero de la paz, la seguridad, la democracia, las libertades, la igualdad y la justicia”.

Dejemos de lado las generalidades (democracia, libertad, igualdad, justicia), lo que interesa es la paz, la seguridad. Aunque doña Sheinbaum es rabiosamente inteligente, de carácter fuerte, con capacidad de mando y experiencia de gobierno, ya se va a enterar que no es lo mismo hablar del monstruo que tenerlo enfrente y que su muy limitada experiencia en cuestiones de seguridad pública, en la ciudad más vigilada del país, la capital nacional, no se acerca ni tantito a lo que deberá enfrentar en la escala nacional. ¡Ah!… y la de Omar García Harfuch, tampoco. Batman no existe.

Por supuesto hay otros asuntos delicados que atender desde el escritorio presidencial: salud, educación, economía, la revisión del T-MEC, ingeniárselas para lidiar con los EUA y tantos y tantos más, piense por ejemplo en el inmenso problema que es Pemex o en las condiciones de casi precariedad en que recibirá las finanzas públicas. Todo un coctel de problemas hasta ahora negados y ocultados a golpe de mañaneras. Pero ya con la banda al pecho, doña Sheinbaum irá enterándose de qué le entregaron realmente: un barril de pólvora con la mecha encendida… no, no es cierto, varios barriles todos con la mecha encendida.

Pero todo pasa a segundo plano ante el problema de la inseguridad pública. Como a uno no le creen gran cosa, transcribo para usted lo que apenas en junio pasado dijo a la Agencia de Francia de Prensa (AFP), Michael Shifter, académico de la Universidad de Georgetown, inobjetable experto en asuntos de América Latina y el Caribe, consultor de la Fundación Ford, la Fundación Kellogg, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, la Agencia para el Desarrollo Internacional, Oxfam America y la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional… no es un pelagatos opinando a lo tarugo y dijo:

“El crecimiento ominoso del crimen organizado y los carteles florecientes es el problema más abrumador que Sheinbaum precisará confrontar (…) si no puede frenar el deterioro dramático de la situación de seguridad de México, será cada vez más difícil cumplir con su agenda de políticas sociales y económicas”.

Reléalo despacito… abrumador… frenar el deterioro dramático… más difícil cumplir con su agenda de políticas sociales y económicas. No habló don Shifter de resolver el problema, sino de frenarlo. Sí sabe lo que dice.

Acá ya no nos espantan los números resultantes de la estrategia de los “abrazos no balazos”, pero al mundo civilizado, lo escandalizan: del 1 de diciembre de 2018 al 13 de agosto de 2024, más de 194 mil homicidios dolosos; y hasta el 15 de marzo de este año, 99,729 desaparecidos. En números redondos: 200 mil homicidios y cien mil desaparecidos. Y no se le pase: este gobierno oculta las cifras reales, reclasificando homicidios y prefiriendo que los criminales levanten los cadáveres que así pasan a desaparecidos.

Ante semejante desafío, doña Sheinbaum ofreció el 3 de junio, el día siguiente a los comicios: “Llevaremos a México por el camino de la seguridad, avanzaremos con la atención a las causas, el fortalecimiento de la Guardia Nacional”.

Quiera el Buen Dios que lo haya dicho aún bajo el influjo de su mentor, por la fuerza de la costumbre de halagarlo y que a la hora buena, con su inteligencia superior que sí tiene, entienda que el segundo piso de lo mismo es el camino a la perdición.

Ojalá vea que le entregan el cargo a las puertas del infierno, que no dé el paso adelante porque, como escribió Dante, ‘lasciate ogne speranza, voi ch’intrate’: vosotros que entráis, dejad toda esperanza.

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