De un ex lopezobradorista a AMLO: felicidades, presidente

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E. Cavazos Arozqueta

En el primer texto que publiqué en este espacio como ex lopezobradorista me referí a la insistencia de Andrés Manuel por ser presidente, como su angustia presidencial. Lo hice en ese sentido porque nunca consideré que esa tozudez suya, esa terquedad política, esa obstinación electoral que lo distinguían, nada tenían que ver con una obsesión de poder. Y es que López Obrador con lo único que está obsesionado es con la historia.

AMLO ha luchado toda su vida por trascender. Es por eso que su discurso ha estado eternamente plagado de tintes históricos. No por nada la coalición que lo llevó a ganar la elección presidencial llevaba el nombre de Juntos Haremos Historia. Y esa intensidad suya, esas ganas violentas de encabezar una gestión perenne en el sentido histórico, me dan confianza.

Estoy convencido que Andrés Manuel López Obrador hará todo en su poder por ser el mejor presidente de la historia de México. Ahora bien, que su intención se materialice, no se antoja sencillo. Al primer obstáculo que se enfrentará será la división que se ha venido gestando en el núcleo de nuestra sociedad como consecuencia de sus campañas presidenciales febriles y fervientemente polarizadas. Es por ello que Andrés, inteligentemente, ha apelado desde el inicio de su triunfo a la reconciliación nacional.

No hay duda que las elecciones presidenciales pasadas dejaron a su paso encono y resentimiento. El fraude electoral de 2006 y la derrota en 2012 sirvieron para que un sector importante del electorado se consolidara como lopezobradorista. Luego ese grupo de gente, ese movimiento, se partidizó. Y el resto de la historia es que se hizo historia, como se pregonaba.

Lamentablemente, algunas secciones de esta agrupación política le han mostrado a la sociedad una cara radical, rijosa y violenta. Sin embargo, también ha demostrado ser leal y fiel al liderazgo de López Obrador. Por eso, creo es fundamental que éste los invite a conciliar.

Yo, por mi parte, ofrezco mi mano franca y en son de paz, como lo hace AMLO, no como gesto de sumisión ni como ofrecimiento de disculpas, pues no me arrepiento de nada de lo dicho antes y me enorgullezco de todas mis luchas; pero sí extiendo mi mano sumándome al llamado a la reconciliación. Por eso a mis antiguos compañeros de lucha los exhorto a ser buenos ganadores, a que se serenen en Puebla, Naucalpan y Valle de Bravo. En la victoria es cuando más magnánimo se debe ser. Y al enemigo, puente de plata para la huida. Disfruten de su victoria. Los felicito y abrazo. Reconozco su perseverancia y lucha; que siga el festejo. Que el ánimo de festividad y de ilusión por un cambio que ponderan en estos momentos, opaquen los sentimientos negativos de venganza, resentimiento y odio.

Es necesario que nos demos la mano; solamente unidos propios y ajenos, trabajando en conjunto y de manera armónica, podremos sacar a este país adelante. Aprovechemos que son más los que están felices y esperanzados, para minar las terribles sensaciones que habían venido aquejando a la gente: sensación de miedo, de dolor, de tristeza, de frustración.

Hoy es tiempo de dejar atrás antiguos prejuicios y rencores, y fomentar el amor, la concordia y la fraternidad. Sin embargo, lo anterior no implica que algunos tengamos que fungir frente a MORENA como el contrapeso que no tendrán en las cámaras.

Reconozco y saludo a Andrés Manuel López Obrador como mi virtual presidente electo. Su triunfo—otra vez—, fue histórico. Y por eso—persevero—, tiene, al fin, la historia al alcance de la mano. No hay pretextos: ahora sí a hacer historia; tiene el respaldo de la gran mayoría, en las calles, en las cámaras, en los medios. Toca cumplir. Yo exigiré se cumpla. El pueblo también lo debe exigir. Es menester lo hagamos, para con efusión y fuerza reivindiquemos la esperanza de una regeneración nacional; pedir cumplimiento en lo importante, y continuidad en lo que actualmente beneficia a México resulta de suma importancia.

Yo me quedaré en el lugar de la historia donde me toca; pues siento que con la izquierda, con el actual Frente, aún no saldo mi deuda. Le debo conquistas y victorias en materia de derechos humanos, garantías sociales y libertades que son eternas. Mi ánimo liberal me obliga a manifestar gratitud y a seguir siendo opositor y crítico. Está en mi naturaleza, en mi esencia, ser combativo. No obstante, eso no significa que no aplaudiré las decisiones correctas que tome la futura administración. Por eso desde hoy confieso sentirme sorprendido por el inicio del proceso de transición de gobierno. AMLO ha empezado garantizando respetar libertades y apelando a la reconciliación. En temas de relaciones bilaterales también comenzó con el pie derecho. Es decir, aún no empieza su gobierno y el fantasma del autoritarismo se empieza a desvanecer. Eso me tranquiliza.

Invito a quienes aún contemplan intranquilos y en silencio el triunfo avasallador del Movimiento Regeneración Nacional a que se calmen, que esperen cosas buenas. Se vienen cosas buenas. México se las merece. Y Andrés las necesita para cumplir su sueño de hacer historia. En todo lo que ayude a México, cuenten conmigo; en lo que no, estarán contra mí. No esperen panegíricos. Pero tampoco habrá necedad en lo negativo. Seré objetivo. O intentaré serlo. Y dicho esto, manifiesto que pienso que el de López Obrador será un buen gobierno. Mientras se respete la libertad, se logre la reconciliación y se mantenga el rumbo hacia el futuro y la modernidad, este país seguirá creciendo. Viva la libertad, viva la democracia, viva México.

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2018/07/08/de-un-ex-lopezobradorista-a-amlo-felicidades-presidente

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