De las orejas: La Feria

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Sr. López

Tío Hermilo y tía Caridad eran uno de los matrimonios peculiares del catálogo de excéntricos de la familia materno-toluqueña de este menda. Era una pareja sin nada particular en su porte y sus costumbres eran normales (que se supiera), pero el trato entre ellos, su modo de platicar, era lo que llamaba la atención. Sus conversaciones se daban entre dilatados silencios (e intercambio de miradas muy divertidas de los presentes). Hágase de cuenta que tía Cari decía: -Me urge ir al dentista -al rato, tío Milo, contestaba: -Una para niños y adultos y los llevamos el sábado –y seguían tan tranquilos. O él decía: -Te mandó saludos mi mamá –y con mucha pausa la tía le contestaba: -Mañana voy a hacer mole –ellos se entendían así… -Ando como con agruras –decía el tío y una eternidad después, ella contestaba: -Ya te hace falta peluquería -y así se echaron toda la vida. Decía tío Armando que su secreto era que a ninguno le importó nunca el otro… puede ser.
Sabida es la beligerancia de nuestro Presidente con el gobierno de los EUA. Por malas razones (y buenas), vive echándole habladas al tío Sam. Cuando no se queja por las alertas de viaje que emiten a sus ciudadanos para que vengan a México con casco y chaleco antibalas (o que mejor ni vengan), protesta porque no han aprobado el presupuesto que él les propuso para Centroamérica (cosa más grande: nuestro Presidente diciéndole a otro país en qué gastar su dinero).
Igual brinca si le parece que el juicio a García Luna tardaron en empezarlo, que por el asuntito pendiente que tiene el tío Sam contra Julian Assange (asunto ab-so-lu-ta-men-te ajeno a los intereses de nuestra nación). Ora protesta por el embargo a Cuba (se repite paréntesis anterior), y acto seguido por el financiamiento “injerencista” de la USAID a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), sin saber que la misma USAID financia programas de su gobierno y del ejército nacional (esos que cobran en Palacio, ayúdenlo, no sean así).
Entre las buenas razones está el tapón de boca que le puso a unos legisladores yanquis que hicieron declaraciones amenazantes y ridículas (ya desacreditadas por la Casa Blanca), pero lo hizo pregonando que no somos colonia ni protectorado (no, no somos eso, pero, señor, no lo ande diciendo, no hay señora decente que pregone que no es güila, se ve mal, señor, muy mal); y luego le puso su repasada al secretario de Estado Blinken que le echó una puya por su Plan B (“Un sistema electoral independiente, con buenos recursos y respeto a la independencia judicial apoyan una democracia saludable”, dijo el Blinken), y nuestro Presidente de aire le respondió que se sentían “el gobierno del mundo” (pero al otro día desde la Casa Blanca, le dijeron que nuestra democracia es “vibrante”… como dándole por su lado).
Y todo eso al mismo tiempo que nuestro Presiente no se cansa de alabar a don Biden y antes al fementido Trump. Y todo eso con el embajador Ken Salazar entrando a Palacio Nacional con su sombrero y un clavel reventón en la boca, igual que el John Kerry, enviado especial de la Casa Blanca a México para lo del cambio climático, que ayer dijo que ve “sabiduría en el liderazgo” de nuestro Presidente. Ha de ser.
Nuestro Presidente ha de sentir bonito cuando cree que se le está imponiendo al tío Sam. Mala cosa esa, el tío Sam no es de fiar, tiene buena memoria y las cobra todas, siempre… ¡ah! y nunca tiene prisa.
El Presidente se equivoca mucho cuando rechaza el informe anual sobre derechos humanos en el mundo -elaborado por el Departamento de Estado de los EUA-, en el que dice que en México hay “problemas significativos” en materia de derechos humanos, incluyendo ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada, tortura, restricciones a la libertad de expresión y los medios de comunicación, así como insuficiente investigación de casos de violencia de género.
Dice que no somos colonia, que los EUA deberían dejar de ver la paja en el ojo ajeno. Bien, pero para que no nos juzguen, lo primero sería no andar firmando acuerdos con la Casa Blanca que en los hechos le conceden derecho a eso, a evaluarnos, porque nos dan dinero.
Durante la presidencia actual en México, el gobierno de EUA destinó a nuestro país en 2019 (su más reciente reporte), 443.9 millones de dólares, casi la mitad para asistencia militar; aparte, 100.8 millones de dólares destinados a lucha contra el narcotráfico; más 46.7 millones de dólares para dar protección y asistencia a migrantes. Y en marzo de 2021, la Secretaría de Gobernación informó que la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración firmó con USAID la carta de colaboración para fortalecer las acciones de protección, respeto y garantía de los derechos humanos y agrega el informe: “El acuerdo consiste en trabajar conjuntamente, a través de la actividad Promoviendo la Rendición de Cuentas por los Derechos Humanos (RED-DH)”.
Por eso opinan y nos evalúan, porque les firmamos y les recibimos limosnas, que eso son considerando el tamaño del presupuesto nacional que este año son 8 billones 299 mil 647 millones 800 mil pesos, unos 415 mil millones de dólares… ¿cómo para qué les andamos recibiendo esas propinas?
Ayer, después de las flores que le echó Kerry, el departamento de Estado defendió su reporte sobre México y le metió más lumbre a la cazuela: “La participación de miembros de la policía, del ejército y de otras instituciones en serios actos de corrupción y en asesinatos arbitrarios suponen un reto para México y por eso aparece en el informe”.
Y también ayer, el exfiscal General de Estados Unidos, William Barr, acusó: “El control que ejercen los cárteles de las drogas sobre México es tan fuerte que el país carece de capacidad para liberarse de su dominación”.
Tiene que meter en cintura al narco, sí, pero también a su Guardia Nacional y a las Fuerzas Armadas. Está públicamente advertido, luego no podrá decir que no sabía, que nunca supo.
Mejor dejar el juego de insultos y elogios, nadie trae al tío Sam de las orejas.

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