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Mientras la Fiscalía General del Estado (FGE) emitía una ficha de búsqueda y ofrecía una recompensa para dar con el presunto homicida de la niña de 12 años Liliana Guadalupe, en su pueblo, Berriozábal, familiares y amigos le daban el último adiós a la pequeña cuyo único pecado fue salir a vender “chicharrines” para ganarse unos cuantos pesos.
En una humilde vivienda del barrio San Marcos en la cabecera municipal de la “Tierra de las Hamacas” y dentro de un ataúd blanco, estaba el cuerpo de la niña, a quien los familiares no le pudieron colocar ni una fotografía porque simplemente no tenían o no hubo dinero suficiente para mandarla a imprimir.
Reclamos de justicia
Floreros improvisados le acompañaron antes de que fuera llevada al panteón, donde también hubo sollozos y reclamos de justicia, además de música de marimba que hizo el momento más doloroso.
Los familiares y amigos demandan que el caso no quede impune y se preguntan, simplemente, cuál fue el motivo para el artero homicidio de una pequeña que tenía muchas ganas de vivir y salir adelante.
Recompensa
Víctor José Carrera Mayor, de acuerdo con la Fiscalía del Estado, es el nombre del presunto feminicida de la niña que fue encontrada semi enterrada en un patio de una casa del barrio Colón, al Poniente Norte de Tuxtla Gutiérrez.
Un día después del hallazgo del cuerpo, la FGE ofreció una recompensa de 500 mil pesos para dar con el paradero de quien, dicen en redes sociales, era un hombre problemático.
Trascendió extraoficialmente que en tres domicilios cateados se buscaron restos humanos, ante el temor de que se tratara del caso de un feminicida serial.
También, de forma extraoficial, se supo que no hubo ningún hallazgo respecto a este hecho que ha provocado consternación.
