LA FERIA/Sr. López
Contaban los viejos de allá de Autlán, que al tío Macro nunca se le perdió una res y que cuando llegaba a faltar alguna cabeza, sus caporales se la pagaban completa, cada uno, porque no era cosa de que le saliera barata al bandido, prorrateando su valor entre todos. Injusto pero infalible: siempre aparecía la res ‘extraviada’ y algún vaquero con la boca rota. Historias de rancho.
El viernes de la semana pasada la nota principal de la portada del diario Reforma fue que un tal don Checo, líder de una de las “principales bandas” dedicadas al robo de combustible que operaba en Hidalgo, Estado de México, Querétaro y la CdMx, ya detenido junto con 31 cómplices, estaba coludido y recibía protección de la Coordinación de Inteligencia de Pemex, la Secretaría de Marina y la Fiscalía General de la República (FGR).
El Reforma no dice de dónde obtuvo semejante información, pero da detalles que permiten suponer tuvo acceso al expediente de la investigación, lo que no transforma su nota periodística en verdad revelada, puede ser cierta, puede ser falsa.
El mismo viernes, el Kaliman Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (no es ironía, así se llama el puesto), puso un mensaje en X, refiriéndose a la Marina y la FGR: “(…) no hay un sólo indicio o prueba sobre una colusión de las dos instituciones referidas (…)”. Ya se fregó el verso: no hay indicio ni prueba.
Pues claro que no hay pruebas. Los funcionarios corruptos son eso, corruptos, no babosos.
Al detener a ese don Checo se incautaron entre otras cosas y dinero, 21 tractocamiones, 8 pipas, diversos contenedores y un tanque estacionario.
En otros hechos, todos de este año y todos sin detenidos, en el puerto de Tampico, Tamaulipas, fue asegurado el 31 de marzo, un buque con 10 millones de litros de contrabando de diésel, 192 contenedores, 29 tractocamiones, armas de fuego, municiones, equipos de cómputo y documentación; el 2 de julio, la autoridad decomisó en Tabasco, 880,000 litros de combustible; el 7 de julio, se informó del aseguramiento de 129 carro-tanques de ferrocarril, con diésel, gasolina y “destilado de petróleo” (petróleo a medio refinar), en Ramos Arizpe y Saltillo. Aduanas reportó que en seis meses ha decomisado 50 millones de litros de diesel ilegal. Se repite: sin detenidos.
Volvamos a eso de que no hay un solo indicio o prueba, merece revisarse.
Un indicio de delito es cualquier cosa, rastro, seña o circunstancia, que permite suponer que se ha cometido un ilícito, aunque, todo debe decirse, UN indicio no es suficiente para declarar culpable de nada a nadie. Entre las personas con el cerebro en funcionamiento normal, el indicio obliga a la investigación. Un charco de sangre en una banqueta, es indicio de que algo muy malo sucedió y aunque no haya cadáver, la policía investiga, digo.
Por el lado de las pruebas, la cosa es más seria: sin pruebas (evidencias), no se puede declarar culpable a nadie de nada.
El reconocimiento de los derechos humanos en nuestra Constitución tuvo efectos en nuestro régimen jurídico: el acusado no tiene que probar su inocencia, el que acusa es el que tiene la carga de la prueba, el que debe probar su dicho. Muy bien. En caso de duda, los jueces deben sujetarse a eso de ‘in dubio pro reo’, en caso de duda, a favor del acusado, claro que sí, es la presunción de inocencia.
El nuevo sistema de justicia penal en México, en vigor en toda la república desde el 2016, tiene entre otros objetivos garantizar el debido proceso, el acceso a la justicia, la protección a las víctimas, la reparación del daño y la ya mencionada presunción de inocencia.
Todo eso, muy bien, el Estado pasó a ser el garante y defensor de los derechos humanos, para proteger a los inocentes, sí, pero no se puede negar que más de cuatro pillos se han salido con la suya por falta de pruebas, falta que resulta no pocas veces de la ineficacia de policías y ministerios públicos, cuando no por corrupción.
Sin ineficacia ni corrupción, cuando sí hay falta de pruebas sobre un hecho delictivo o criminal, no significa que no exista, que no haya sucedido, y el acusado que queda libre por falta de pruebas, bien pudo haberlo cometido; la falta de pruebas solo significa que no hay suficiente información para declarar culpable al acusado.
Don Harfuch ya dijo que no hay un solo indicio ni prueba. Mentira: indicios hay muchos: barcos, ferrocarriles, depósitos, tractocamiones y millones de litros de combustible sin documentación que pruebe su legal origen, son indicios sobrados de que alguna autoridad no está haciendo su trabajo, porque esa escala industrial del delito, no se puede ocultar, es imposible que suceda sin la complicidad de funcionarios (militares incluidos).
Aquí viene al pelo recordar que si bien es cierto que UN indicio no basta para condenar a nadie -sin pruebas, sin evidencias-, la cosa cambia cuando hay varios indicios debidamente acreditados, que entre ellos tengan vínculo, enlace, conexión, relación, nexo lógico con el delito que se quiere probar. En esos casos, los indicios (en plural), bastan para enchiquerar al malhechor.
No nos hagamos tarugos: es infinito el número de indicios que permiten asegurar sin ninguna duda, que el crimen organizado en México está coludido con funcionarios y empresarios.
Además: si no hay pruebas según don Harfuch, lo que sí hay son esos escandalosos decomisos que sin torcer la lógica, prueban que al menos por omisión no han cumplido con su deber los responsables de la seguridad pública. Se vuelve a decir: es imposible el delito a granel que padece el país sin esas complicidades.
Tal vez don Harfuch quiso decir que la Secretaría de Marina y la Fiscalía General de la República, no son cómplices y tendría toda la razón: las entidades no se coluden con nadie, son los funcionarios los que lo hacen y su delito es personalísimo, como es considerado hace siglos. Las instituciones no delinquen, son las personas, esas que no han detenido. Qué difícil combatir el delito cuidando delincuentes.