LA FERIA/Sr. López
Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, tenía unos 17 años de edad y estaba muy al tanto de que en su casa le esperaba una bronca de consecuencias impredecibles, por una queja colectiva ante sus papás, de vecinas del edificio en que vivía, relativa a ciertas actividades suyas relacionadas con la gimnasia rítmica en pareja en los cuartos de la azotea. Era cosa gorda pero Pepe llegó a su casa hecho una desgracia, más golpeado que boxeador beodo, bañado en sangre, con la nariz junto a una oreja, la boca como coliflor, la camisa desgarrada, sin un zapato, de dar lástima. Sus papás olvidaron el pendiente y a las volandas lo llevaron al sanatorio donde estuvo una semana. Luego supo este menda por el mismo Pepe, que fue a una cantina de barrio bajo, profirió unas cuantas mentadas de madre generales y ya bien golpeado, se fue a su casa. Solo Pepe…
Mira uno a la Presidenta Sheinbaum muy sonriente, asegurando que nos va a hacer lo que el viento a Juárez, el pronosticado huracán Trump (categoría 100, escala Saffir-Simpson), que el próximo 20 de enero, tocará todo el territorio nacional al mismo tiempo.
La oye uno hacer galanas declaraciones sobre la potencia cultural que somos, insistiendo en nuestra soberanía invencible -himno nacional mediante-, que nos asegura un trato de iguales con los EEUU (no se ría, no sea así), y de su personal certeza de que habrá buen entendimiento con el Guasón Trump, y se plantea dos posibilidades:
Una: la Presidenta está peor informada que un legislador morenista a la hora de votar en el Congreso. Dos: tiene plan con maña.
La primera es imposible, punto. Hasta un nene lactante sabe que el Maléfico Trump en su segundo periodo presidencial, no tiene que cuidar posibles electores, porque no se puede volver a reelegir (además, aunque pudiera, tiene 78 años y terminará de 82… nomás faltaba), y eso lo convierte en un tractor sin frenos: cueste lo que cueste, tratará de coronar sus proyectos intentando salir triunfante de la Casa Blanca, para mitigar ante la historia su imagen de delincuente convicto (llega al cargo condenado en Manhattan por 34 cargos de falsificación y un delito grave, no se le olvide), y lo mero principal: atenuar cuanto pueda la mancha de su involucramiento en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Sí está muy motivado el Capitán Garfio pelos pintados. Por eso sus nombramientos de xenófobos halcones, espías y Boinas Verdes, a cargos estratégicos relacionados son los inmigrantes ilegales y el tráfico de drogas. Por eso sus amenazas de imponer aranceles a México, Canadá y la Unión Europea (27 países). Por eso su peculiar reivindicación para tomar posesión del vital Canal de Panamá.
Y por eso su idea de comprar Groenlandia (isla autónoma que es parte del reino de Dinamarca), que es una vieja idea yanqui. La primera vez que propusieron comprarla fue en 1867, por 5.5 millones de dólares, siendo secretario de Estado W. H. Seward; la segunda en 1910, M. F. Egan, embajador de los EEUU en Dinamarca, mediante un intercambio de tierras un poco raro; la tercera en 1946, cuando quisieron adquirirla por 100 millones de dólares en lingotes de oro; y el mismo Trump en 2019 lo planteó como una idea que Dinamarca rechazó enérgicamente.
Aunque lo de Groenlandia parece una locura más de Mr. Clairol 91 (rubio cenizo), no lo es. Actualmente los EEUU tienen amplia presencia militar ahí pero China y Rusia salivan abundantemente mirando el mapa, quieren hacerse de Groenlandia a las chuecas o a las derechas, no solo por su riqueza mineral y petrolera, que es lo de menos, sino por su ubicación estratégica -comercial y militarmente-; y eso es un asunto de enorme importancia para los EEUU. El malvado Trump no está loco. Es un patán y un bárbaro, pero sabe dónde le aprieta el zapato al tío Sam y ahí mero pisa sin garbo.
Entonces, con la seguridad de que doña Sheinbaum no babea la banda presidencial, lo que queda es que esperando los embates del Trump, traiga una discreta estrategia con la que salgan beneficiados ella y el “movimiento” propiedad del señor de Palenque.
No es difícil comprender que si el Joker Trump agrede a México comercialmente, metiéndonos en una vorágine económica o mejor todavía, si manda drones a bombardear laboratorios de fentanilo en territorio nacional, sin decir ‘agua va’, nuestra Presidenta podrá envolverse en la bandera y bramar ¡todos a mí!, como dicen que gritó Hidalgo (es cuento, no se ande creyendo esas cosas).
Si eso pasara, si realmente el Copetón yanqui arremete contra México y doña Sheinbaum apareciera en el balcón central de Palacio, convocándonos a la defensa de la nación y a empapar los patrios pendones en olas de sangre, va a estar difícil que haya uno que niegue que a la patria el cielo, un soldado en cada hijo le dio.
Piénselo. En México nunca han cerrado del todo las heridas de los agravios del tío Sam y si cerraron, los amables cuatroteros las vuelven a abrir, faltaba más. No habría partido opositor ni medio de comunicación, ni grupo de empresarios que se pudiera resistir a responder al clarín con su bélico acento, ni proponer que bajo el yugo el cuello doblegáramos.
Doña Sheinbaum bien podría llamar a resistir sin tregua al que intente de la patria manchar los blasones y a invitar a todos nosotros los del peladaje a aceptar que sus templos, palacios y torres se derrumben con hórrido estruendo, y sus ruinas existan diciendo: de mil héroes la patria aquí fue.
Esperemos que los inmensos intereses yanquis, tengan muy presente que a nadie conviene regalarle una causa legítima a cuatroteros y similares, como hicieron con su habitual tacto de elefante leproso, con los castristas en Cuba obsequiando a esa chusma de bandidos una mentirosa justificación ante su pueblo, de todas sus penurias y de su dictadura.
Allá ellos si coronan a Morena y asociados con guirnaldas de oliva, asegurándoles un recuerdo para ellos de gloria y un laurel de victoria.
Y conste, es sospecha, pero si camina como ganso y si grazna como ganso…