Ernesto Gómez Pananá
El próximo domingo diez de abril se llevará a cabo el primer ejercicio de revocación de mandato en la historia de nuestro país. Esto genera una profunda polémica: por un lado, quienes lo entienden como un mecanismo de refrendo o ratificación, en este caso del presidente AMLO, y por el otro, quienes asumen que la mejor manera de manifestar su desacuerdo es no acudiendo a votar, absteniéndose. Los escenarios de este ejercicio de participación democrática en el año 2022 ofrecen significativas coincidencias respecto a lo que muestra joven -y todavía incompleta- democracia presentaba hace tres décadas, aunque con los actores en roles distintos. Intento explicar:
Quienes se oponen a la consulta, argumentan que el gobierno en turno está volcado promoviéndola ñ, que quienes tienen más interés en participar son los ciudadanos que apoyan al presidente o que cuesta muchísimo dinero, o el más “precario” de todos: no tiene caso acudir, pues ya se sabe cuál será el resultado.
La primera vez que estuve en una casilla fue en la elección presidencial de López Portillo y fui a acompañar a mis padres.
Desde ese lejano 1982 a la fecha las cosas han cambiado mucho y fundamentalmente para bien.
Suponiendo sin conceder que muchos -todos- los argumentos de quienes se oponen a AMLO fuesen ciertos, la ruta para salvaguardar y fortalecer las instituciones democráticas es y siempre será la participación:
¿El aparato gubernamental promueve el voto a favor de la ratificación? Lo raro sería que fuese en contra. No nos espantemos. Lo que requerimos es normar, transparentar esta clase de prácticas muy comunes en democracias más avanzadas.
¿Quienes van a votar son los simpatizantes del presidente? Quien no esté de acuerdo también tiene la posibilidad, el derecho y la obligación moral de manifestar su desacuerdo. Esa posibilidad costó años, energía y vidas de muchos. Sería pertinente honrarla participando.
¿La consulta cuesta muchísimo dinero? Si. Nuestra democracia en desarrollo cuesta cara por la enorme cadena de desconfianzas añejas y porque preservarla y fortalecerla demanda instrumentar mecanismos que la encarecen, y ojo, sucede igual que con la salud de las personas: resulta mucho más caro curar que prevenir. Cuidémosla participando.
¿Ya se sabe cuál opción va a ganar? En aquel entonces ya se sabía quién iba a ganar y sin embargo había que votar.
El voto de la ciudadanía fuer y sigue siendo el arma y el escudo. Gracias a esos votos, cuando todo pintaba en contra, se lograron los primeros espacios de alternancia, Valdemar Rojas en Tuxtla, Porfirio e Ifigenia en la Ciudad de México, Ruffo en Baja California. Fox en el 2000, Cárdenas en la capital del país, AMLO en el 2018. Todo a punta de participación y votos. No echemos por la borda esto que apenas está germinando.
Oximoronas 1.
La resistencia ucraniana no ha sido vencida ni mucho menos avasallada, los rusos se retiran de Kiev. Ante el autoritarismo y la ambición, siempre habrá esperanza. Slava Ucraina.
Oximoronas 2.
Todo el país en semáforo verde y el cubrebocas deja de ser obligatorio en espacios abiertos de la CdMx. No queda sino confiar en que los indicadores se mantengan y hayamos llegado a la parte plana de la curva.
Oximoronas 3.
El día de ayer, Chiapas despidió a una paisana excepcional, la Maestra Dolores Montoya Galguera. Su “Bienvenido Conde Drácula” se presentó por primera vez en 1987 y se convirtió en un clásico chiapaneco, una crónica de la visita del legendario vampiro a estas tierras del sur y su dificultad para entender modos, modismos y costumbres locales: ¿lo mejor de todo? Su desparpajo para tratar a los poderosos. Con todos se metía y lo único que les quedaba -a todos- era reír. Una auténtica comedia democrática. Descansa en paz querida maestra.