Burladero: La Feria

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Sr. López

Tío Emilio y tío Antonio eran primos hermanos y se odiaban con toda el alma, por una mutua colocación de cornamentas o algo así, pero muy grave. Heredaron juntos la tienda más grande de Autlán, pequeña mina de oro en la que se podía comprar desde medio kilo de frijol bayo, hasta un tractor. Para no matarse, administraban la tienda un año cada uno. No se dirigían la palabra y si se encontraban, armaban la tremolina, que arruinaron varias bodas, bautizos y una misa del Obispo. ¡Ah!, pero a otro primo hermano se le metió en la cabeza que tenía derecho a la tercera parte de La Providencia (nombre de la tienda), y contrató a un abogado de Guadalajara muy afamado entonces. Emilio y Antonio se volvieron íntimos y durante el pleito, comían del mismo plato. Ganaron el asunto y no pelearon más. Decía la abuela Elena: -Se amistaron por la peor razón -sí, por dinero, pero se hicieron más ricos de lo que soñaron.
El fin de año está encima. Sería rudeza innecesaria hacer un recuento de hechos, además, todos sabemos más o menos cómo están las cosas y cómo discurrieron. Lo interesante sería poder saber qué sucederá en 2022 (y de ser posible, 2023 y 2024).
Como la bola de adivino de este menda sigue en reparación en Transilvania (faltan piezas), no le es posible vaticinar en obsequio a usted, lo que pasará con el país o más exactamente, con este gobierno, pero sí lo que NO sucederá, suponiendo con fundamento que el Presidente López Obrador tenía (o tiene, uno qué va a saber), la intención de instalarse como prócer mandón nacional en Palacio ahora y después, custodiando el proceso de transformación de la patria desde su finca en Palenque, emulando a Plutarco Elías Calles, único que consiguió mangonear a tres sucesores -Portes Gil, Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez-, sin reparar nuestro actual Presidente que don Plutarco aparte de ser uno de los dos hombres de Estado de nuestra historia, sabía matar y mataba, requisito indispensable en esto de domar ambiciones de altos vuelos por vía expedita y eficaz. En estos tiempos, sean dadas gracias al Creador, las cosas se dirimen más civilizadamente y en lo posible, respetando la ley.
Como sea, no es difícil asegurar que la instalación de este Presidente como guía moral y autoridad extraoficial suprema de la política nacional, no es posible. Y no lo es a la vista de los chascos que se ha llevado en sus primeros tres años de gobierno, cuando fue mayor su poder (en pasado, porque de aquí pa’l real todo es de bajadita y más por haber anticipado el proceso sucesorio). Mire usted unas cuantas de sus pifias:
Nunca tuvo el control absoluto del Poder Legislativo y en este segundo trienio, menos; en el Senado jamás tuvo mayoría calificada para reformar la Constitución, ahora en la de Diputados, tampoco.
Creyó tener en un puño al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con la connivencia de su magistrado presidente José Luis Vargas Valdés, pero cinco de los siete magistrados que componen el Tribunal, lo defenestraron y nombraron a Reyes Rodríguez Mondragón, que se abanica con la foto del Presidente de la república quien insistió en una “reforma de fondo que limpie esta institución y otras sujetas al Poder Judicial”; sí cómo no, ahí luego, mientras, tome asiento.
Quiso mangonear al Poder Judicial amenazando con procesos a los jueces que emiten resoluciones de amparo contrarias a sus manifiestos deseos; no pudo, ni una vez. Quiso entrometerse en los asuntos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, intentando prolongar el mandato del magistrado Presidente; lo mandaron a volar, el Presidente de la Corte y los ministros, sin achuchones ni sombrerazos: no, punto.
Abiertamente quiere desaparecer los organismos autónomos que son un real contrapeso (control), al poder presidencial, porque según él “no hacen nada en beneficio del pueblo y ganan muchísimo (dinero)”. El 29 ó 30 de abril de este año dijo que el INAI (acceso a la información), pasaría a la Secretaría de la Función Pública; el IFT (telecomunicaciones), a la Secretaría de Comunicaciones; la CNDH regresaría a la Secretaría de Gobernación; el Coneval (el que mide la pobreza en México), a la Secretaría de Bienestar; la Cofece (Competencia Económica), a la Secretaría de Economía. Como se ve, todos a su gabinete, bajo su autoridad. Y al INE, que trae entre ojos, lo pasaría al Poder Judicial (quién sabe ahora que ya le quedó claro que el PJ no lo obedece como perrito de circo).
Para todos esos cambios que desaparecerían a los organismos autónomos, no tiene mayoría en el Congreso y si dobla al PRI en la Cámara de Diputados, en la Cámara de Senadores le ponen el alto, ya lo han hecho, por ejemplo en la amañada propuesta original de consulta de revocación de mandato.
También ha sido abierta su intención de mandar en el Banco de México, intentó imponer una ley sobre divisas que facilitaría el lavado de dinero, no se la aprobaron; quiso disponer de las reservas internacionales, no se lo permitieron.
Desde su Secretaría de Hacienda intentó que el SAT pudiera entrar a los domicilios de los contribuyentes y aparte, obtener nuestros datos biométricos. No y no.
Intentó sofocar los recursos de las ONG’s, pidió a los EUA que dejaran de financiarlas. Ni le contestaron.
Ya no pudo dominar a la prensa. Los medios críticos, critican y los periodistas correteados, organizan nuevos medios digitales de crítica dura, insistente, amarga. Y los medios amistosos con la 4T ya se permiten comentarios desaprobatorios.
Es más larga la lista de los chascos presidenciales, no hay espacio para tanto. Lo cierto es que el Presidente da una en el clavo y ciento en la herradura, pero es inagotable su pertinacia, nadie baje la guardia, el músculo no duerme, la ambición no descansa, para él todo cuadra para imponer su sacra voluntad en el 2022 y los que siguen, sin ver que agredir a tantos ha causado una unión general de hecho en su contra.
Él crispó al país y México, así, es uno de esos toros que se ven mejor desde el burladero

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