Burbuja: La Feria

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Sr. López

Tía Pita, como todas las del lado materno toluqueño, era católica grado 33, pero nació pesimista y siempre esperaba lo peor; no iba al cine porque “qué tal que tiembla”; no se casó porque “qué tal que quedaba viuda joven y llena de hijos”; y siendo como era una fiel creyente, nunca rezaba porque “qué tal que harto a Dios”. Sufría gratis teniendo la vida resuelta y una salud de hierro. Ya mucho muy ancianita, decía “cuando muera me velan hasta que apeste, no vaya a ser catalepsia y me entierren viva”. ¡Dioses!
A reserva de lo que puedan decir sociólogos y entomólogos, México hoy está compuesto por tres grandes grupos.
Uno, exaltado y entusiasta, celebra con regusto de venganza, el triunfo en las urnas de Morena & Cía., firmes en su optimismo de que aun si no mejora la situación del país ni la de ellos en lo personal, lo importante es que le irá mal a los otros, esos que el actual gobierno se encargó de señalar como sus enemigos: los ‘machuchones’, la clase media, los aspiracionistas, los intelectuales, los jueces, los periodistas que informan y en general todos los que no gritan ¡es un honor estar con Obrador! (… y no encuentran qué gritar con Claudia, que rima con rebudia (que gruñe), tripudia (que baila), estudia, preludia y repudia; y Sheinbaum rima con… bueno, total, que le griten ¡es un honor que estés con Obrador!, servidos).
El segundo grupo es el de los pesimistas, los fatalistas, esos que auguran que vamos a paso redoblado hacia un régimen socialista y totalitario, sin Congreso ni Poder Judicial, directo a la tragedia social y económica, sin democracia ni esperanza de recuperarla, con nuestra vida política saturada de Noroñas y similares (bueno, así cualquiera es pesimista).
El tercer grupo es el de aquellos a los que les importa un reverendo y serenado cacahuate la política, el gobierno, los gobernantes, el país, sus paisanos, el vecindario y en general todo aquello ajeno al América-Chivas, TVyNovelas y ‘La Casa de los Famosos’. Son mayoría.
Y sí son mayoría, mire: por doña Claudia & Cía. votaron 36 millones (números redondos); por doña Xóchitl y compañeros mártires (incluido MC), 22.7 millones; y no fueron a votar poco menos de 40 millones de ciudadanos ingrávidos y gentiles, que tenían mucho que planchar.
Por cierto, el triunfo “histórico” de la 4T se puede ver de otra manera: votaron por ellos 36 millones; NO votaron por ellos unos 62 millones. Digo, sí ganaron pero que tampoco se pasen: su victoria es legal, ya se verá en sus hechos si será legítima, que es distinto.
A pesar del indiscutible resultado de las elecciones del 2 de junio, no deja de llamar la atención que se alzaran con el triunfo, a la vista de las muchas y evidentes pifias del actual gobierno y de que la oferta electoral fue seguir con lo mismo, construir el segundo piso de la ruina actual. ¿Cómo, por qué?
Por supuesto influyeron en el ánimo de una buena parte de los que los eligieron, las cataratas de dinero contante y sonante que este gobierno, desde que llegó al poder, repartió irresponsablemente y sin control, con severos indicios de una inmensa corrupción; eso junto con el innegable liderazgo de López Obrador. Ni hablar. Así fueron las cosas. Pero aparte de esto, hay otra explicación.
El 18 de febrero de este año, Bloomberg Línea, publicó los resultados de una encuesta realizada por la muy prestigiada empresa francesa Ipsos Group, sobre el pesimismo en el mundo (la hicieron entrevistando a 20,630 personas en 28 países, entre ellos el nuestro), con la sorprendente conclusión de que el pesimismo impulsa el populismo y el sentimiento antisistema, la inconformidad con el orden político, económico y social establecido.
No se inventaron la conclusión. Los números arrojaron que es mayoría la gente pesimista respecto de la situación de su país por las “frustraciones con la desigualdad, el crecimiento más lento y la incapacidad de los gobiernos para cumplir” y que consideran que se necesita de un liderazgo fuerte dispuesto a romper las reglas, la ley, las normas políticas, llegando hasta a violaciones de los principios constitucionales y justificando la interferencia en los procesos electorales. En pocas palabras, que haga lo que sea pero que resuelva los problemas. Sí, el desesperado va a todas.
Los resultados respecto de México, no dejan lugar a dudas. A la pregunta de si se tiene la sensación de que la sociedad está rota, el 51% dijo que sí; por otro lado, el 45% piensa que México está en declive; y el 68% considera que la economía del país está amañada para favorecer a los ricos y poderosos.
Pero lo más interesante, respecto de nuestra risueña patria, es que el 65% dijeron que México necesita un líder que recupere el país de los ricos y poderosos y el 44%, que se requiere un líder fuerte dispuesto a romper las reglas. Tenga muy presente que el 59.75% de los que se tomaron la molestia de tachar su boleta electoral, lo hicieron por el proyecto presidencial encarnado en Claudia Sheinbaum, lo que coincide con la conclusión de Ipsos Group: el pesimismo favorece el populismo.
Parece mentira que la gente actúe así pero es la realidad y los partidos opositores no pudieron encender la esperanza del electorado ni sacar de su casa el día de los comicios, a los casi 40 millones de haraganes e irresponsables que pudieron hacer la diferencia. Ni hablar.
Sin embargo, la ecuación es muy difícil para el gobierno entrante. La gente sí les va a permitir que deformen el orden político y legal del país, no veremos asonadas ni huelgas generales para impedirles devastar el Poder Judicial, para exigir a los senadores de oposición que no se prostituyan, no, los caprichos y muy personales venganzas del actual Presidente, se harán realidad y quedaremos sin órganos constitucionales autónomos y con jueces, magistrados y ministros del Bienestar. ¿Y luego?
Luego descubrirá doña Sheinbaum que nada de eso le va a servir a su gobierno y que el entusiasmo de tantos, trocará a rabia y desencanto, estallando como lo que es, una burbuja.

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