Sr. López
En la familia de este tecladista, hubo una tía especialista en calumniar sobrinas, la solterona tía Tencha (Hortensia). Y cuando alguien le paraba el alto, alegaba: -Dicen, dicen… -hasta que se le ocurrió meterse con la prima Silvita, la favorita de tía Victoria, esa que ya sabe, la que tuvo más colchones que la Cadena Sheraton, pero con fama de nunca decir mentiras y saber todas las historias de la familia, quien al oírla trapear con el prestigio de Silvita, la atajó: -Antes de que digas ‘dicen’, a ver si le atinas, a qué me contó la última sirvienta que salió corriendo de tu casa y ahora trabaja para mí… ¡marimacha! –y se esfumó para siempre de las reuniones familiares la tía Tencha. Bendito Dios.
A ver, a ver, un señor dice que otro señor le dijo que otros dos señores le dijeron, que debían proteger a una banda de delincuentes.
No es trabalenguas, es la realidad: en el juicio que se sigue en los EUA contra Genaro García Luna, un testigo de la fiscalía, Edgar Veytia, exfiscal de Nayarit, actualmente preso y condenado en ese país a 20 años de cárcel por delitos relacionados precisamente con el narco, declaró que Roberto Sandoval, entonces gobernador de ese estado, le dijo que en una reunión con el entonces presidente Felipe Calderón y el tal García Luna, le dijeron que debían proteger al cartel del Chapo (“el del señor Guzmán”, diría ya sabe quién).
¡Qué testimonio!, sólido como un algodón de azúcar: Me dijo fulanito, que estuvo con mengano y zutano, y le dijeron que protegiéramos a perengano. ¡Padre!
El detalle es que Sandoval ya fue juzgado en México por cargos relacionados con el narco, resultó inocente y la UIF le desbloqueó sus cuentas bancarias (300 mil pesotes… ¡el narco!). Sandoval sigue en prisión preventiva, sometido a juicio por cargos administrativos que por decir lo menos, son de risa, pero eso es otra cosa. Bueno, pues Sandoval ayer publicó su declaración escrita negando lo que afirmó el Veytia, apoyando su dicho en el veredicto de inocencia que obtuvo de los cargos de andar en el narco. Y es cosa juzgada.
El más ramplón sentido común indica que los testimonios-chisme deben acompañarse de alguna evidencia que los respalde para ser tomados en serio. También en los EUA.
No se parece mucho el Derecho de los EUA al de México y se presta a veredictos francamente incomprensibles, pero tienen una cosa llamada ‘Ley de evidencia’ (‘Law of Evidence’), que después de su Derecho Constitucional, es su rama más importante del Derecho. Jeremy Bentham, destacadísimo teórico de la filosofía del Derecho angloamericano, afirmaba que la ‘Ley de evidencia’ es la base de la justicia, no es cita, pero sí lo dijo.
En esa ‘Ley de evidencia’ de los EUA está clarísimo el trato que se debe dar a los testimonios de oídas, en su “Regla de las oídas” (‘Rule of hearsay’), donde se establece que ‘las oídas’ no son admisibles y el Juez no puede ni debe aceptarlas, aunque hay excepciones que no hay espacio para detallar, todas bajo el criterio del Juez, quien determina la admisibilidad de cualquier prueba.
De esta manera, alguna razón debe haber para que el Juez haya aceptado que en ese juicio se presenten testimonios de oídas como el del Veytia. Pero hay un elemento adicional de importancia: en los juicios en los EUA no se permite que haya pruebas secretas que desconozca el acusado o su defensa. De esta manera cobra relevancia la reiterada afirmación de la defensa de García Luna: la fiscalía no tiene pruebas ni evidencias que hagan creíbles los testimonios presentados (es el primer derecho fundamental que custodia la ‘Ley de evidencia’: las partes deben ser informadas de todas las pruebas que se presentarán contra ellas). Ya luego sabremos a qué veredicto llegan los doce jurados que de Derecho saben lo que un nene de brazos de termodinámica.
Insiste su texto servidor en que no considera al García Luna como un recomendable amigo de los hijos de nadie, ni candidato a yerno, claro que no, pero se hace conveniente recapacitar en que para algunos sobre-estimulados discípulos de la versión de capacidades diferentes de la 4T, este juicio es motivo de fiesta porque consideran que es un juicio contra los gobernantes de México que ya se fueron, sin darse cuenta que si fuera cierta semejante cosa, sería enjuiciar al país. Aparte: los que fueron pueden volver, por cierto.
Campaneando su chancla pata de gallo en el dedo gordo del pie, esos cuatroteístas que padecen sin saberlo, las consecuencias la falta de ácido fólico de sus señoras mamacitas, disfrutan que el Veytia, en su calidad de presidiario-testigo, haya declarado con fundamento en su palabra de convicto, contra Felipe Calderón quien nos guste o no, fue nuestro titular del Poder Ejecutivo, y nos debiera irritar que en un tribunal extranjero se diga sin pruebas, que alguien en funciones de Presidente de México, era cómplice de narcotraficantes. No sería un triunfo de un partido político ni de un gobierno, sería una vergüenza nacional.
Aprovecha su texto servidor para asegurar que también en Apan hace aire y en el lado opuesto, hay disparatados oposicionistas que enceguecidos, por fobia, sin medir consecuencias, sin razonar y sin pruebas, afirman al desgaire que es el actual presidente el cómplice de narcotraficantes. No. No es cierto. No se vale. Son muchas las pifias reales de este gobierno como para andar perdiendo el tiempo en un onanismo político estéril, como corresponde al solitario placer de calumniar.
Y viene a cuento comentar que ayer, el coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier, con esa su bizarra actitud de macho alfa que tiene, dijo que no es Dios para perdonar pecados ni juez para emitir sentencias, pero que el expresidente Calderón explique su presunta protección al Chapo Guzmán, porque, dijo, “el pueblo de México tiene derecho a saber”… y tiene razón, no se preocupe don Mier, ya a partir de 2025 vamos a saber muchas cosas, va a ser un festival de escándalos. El pez por la boca muere y hay boquitas pecadoras.