Babas y confeti: La Feria

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SR. LÓPEZ

Antes, en pleno pricámbrico clásico, en las escuelas se entregaban medallas al fin de cada curso y aunque reprobara año (sí, antes se podía reprobar), podía tocarle alguna medalla, por ejemplo en “Aseo y limpieza”, “Conducta”, “Deportes”, “Civismo” y en el caso del colegio en que cursó sus estudios básicos este sufrido López, también podía tocarle medalla en “Religión”. La reina de las medallas era la de “Excelencia” (una por grupo); al que le tocaba esa, no le tocaba ninguna otra, era “excelente” y eso era todo. Punto. El mejor. Este su texto servidor se cansó de juntar medallas de todo (hasta de “Cooperación escolar”, que era barrer los patios de recreo… se dice fácil), pero jamás, nunca, de ningún modo, sin esperanza, no en absoluto, ni soñando, la de “Excelencia”… en cambio, el hermano mayor de este menda, año con año, sin faltar uno, recibía su medalla de “Excelencia”, con cara de aburrimiento (le parecía tan natural al ma…jadero). Así las cosas, Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, quien siempre mostró descarada preferencia por el del teclado, un día fue con una caja de chinchetas y colgó en la pared de la celda (perdón, recámara) del tecladista, todas sus medallas, eran 45; y en la del “excelente”, se veían miserables sus cochinas nueve medallitas (seis de Primaria y tres de Secundaria).  Será el sereno, pero lucían mucho más las de este orondo junta palabras.

Nuestro Presidente en su no breve discurso de celebración del primer aniversario de su contundente victoria electoral, el pasado 1 de julio dijo muchas verdades y nadie puede afirmar que haya dicho mentiras, no, pero sí se puede apuntar a una manera “especial” de decir la verdad, en concreto, respecto del penoso asunto de la seguridad pública, porque decir que no ha habido avances es cierto, pero la verdad completa es que aparte de no haber mejora hay empeoramiento (grave).

Como sea, era momento de inyectar un suplemento vitamínico a sus huestes y al espíritu patrio del tenochca estándar, se entiende. Estaba celebrando, no se estaba confesando.

Pasada la fiesta, ya barrida la plancha del Zócalo y retirados templete, equipos de sonido y acarreados, no nos viene mal un poquitín de verdad, aunque sea en dosis homeopática (ya ve que eso no peca pero incomoda), para contrapesar el optimismo irreductible del que hace gala este gobierno sin percatarse de los peligros que esconde el uso de lentes rosas a la hora de examinar a esa paciente que llamamos Patria, aquejada de no pocos males (no está de cuidados intensivos, pero buena y sana, tampoco).

Algunos datos (honorablemente fusilados del artículo “Los ‘otros datos’ económicos que AMLO no dio en su informe en el Zócalo”, de Israel López Linares, Forbes México), que sería recomendable alguien le pase a nuestro Presidente son:

PIB (Producto Interno Bruto, lo que crece la economía del país): en el primer trimestre, respecto del mismo periodo de 2018, creció un escuálido 0.1% y respecto del último trimestre del año pasado, disminuyó el 0.2% (el PIB industrial respecto del primer trimestre de 2018 tuvo un serio tropezón: cayó el 2.1%).

Consumo privado: sostiene nuestro Presidente si mentir, que crecieron las ventas en tiendas de autoservicio y departamentales, cierto, pero que alguien le comente, así, de buena manera, que el importe en dinero gastado no necesariamente es reflejo de lo que está pasando: es prácticamente nulo el crecimiento (“…los hogares mexicanos gastaron 1.5% menos que en febrero y 0.8% menos que en marzo de 2018… en febrero, enero y diciembre, el consumo tuvo un avance de 0.0, 0.2 y 0.0%, respectivamente con respecto a cada mes previo…). Nada que celebrar.

Empleo formal: de enero a mayo, según el IMSS los empleos formales disminuyeron el 38% -respecto al mismo periodo de 2018-. Nada más en mayo pasado, el desplome del empleo fue del 88.3% (se contrató formalmente en todo el país a solo 3,983 afortunados tenochcas panza pegada al espinazo, mientras que en mayo de 2018, fueron 33,966)… y por cierto, hay que localizar al que le dijo al Presidente que los becarios o beneficiarios de programas sociales cuentan como empleados… ¿y su seguro social, sus vacaciones, su pensión de retiro, sus horas extras?… con ese criterio el Titular del Ejecutivo sí cree que ya creó un millón de empleos (por eso lo dijo en el Zócalo), pero, con la pena, no, no son empleos.

Gasto público: en cifras anualizadas, Hacienda ha ejercido un 2.2% menos del presupuesto y de enero a mayo, 5.1% menos respecto de ese periodo de 2018. Y se nota, la gente anda que muerde: no hay dinero en la calle.

Confianza empresarial: el que haya informado al Presidente que ha crecido el Índice de Confianza del Consumidor, debió anexar una tarjeta de alerta, pues los empresarios andan retobones; en el sector Manufacturas la confianza cayó en junio 1.1% con respecto a mayo; en el de la Construcción, bajó 0.5% y en el Comercio 0.2 puntos. Todo para abajo. No es correcto dejar al Presidente en el alambre y sin red de protección (¿luego, qué, en 2024, qué?).

Inversiones: en el artículo citado se apunta lo siguiente: “…la mayoría de los especialistas en economía del sector privado encuestados por el Banco de México consideran que no es momento para realizar inversiones. Según la encuesta sobre expectativas del banco central, 72% de los consultados considera que la coyuntura actual de las empresas está en un mal momento para efectuar inversiones, 8% piensa que es un buen momento y 19% dijo no estar seguro”. ¿A poco de veras necesitamos que nos lo digan los especialistas?

¿Nos engañó el Presidente?… no, él canta sus goles, lástima que el marcador sea otro.

No es uno nadie para ponerse a darle consejos al Jefe de Estado y de Gobierno del país (ni está para eso), pero sí están para eso los de su gabinete. Si ya va llegando a Iguala y va para Veracruz, no sean así, díganle, sí, no pasa nada, con dar vuelta en “U”… si no, ya descubrirán que no se construyen países con porras, babas y confeti.

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