AMLO vs. AMLO: La Feria

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SR. LÓPEZ

Temo (Artemio), tío de este menda del lado materno-toluqueño, se enamoró hasta la taquicardia de una malora chilanguita estándar, que lo hizo ver su suerte (ni era tan guapa, pero ya sabe). La dicente doncella, le probó de todas las maneras registradas, que no le gustaba ni tantito, pero el tío, necio como solo puede serlo un intestino perezoso o un enamorado, insistía en cortejarla. La núbil (?) capitalina, tal vez como experimento de laboratorio, le daba esperanzas y le imponía condiciones: que dejara de comer carne y se hizo vegetariano como vaca; que dejara la religión y se volvió comecuras; que no se cortara el cabello y lucía una cabellera modelo Lady Godiva; y así, todo: se hizo del América; cantaba en Garibaldi; dejó traje y corbata, vestía jeans, camiseta y tenis… y al fin, se casaron. Muy bien, nada más que al paso del tiempo y el nacimiento de sus hijos, el tío Temo, sosteniendo que era ateo, vegetariano, de alma chilanga y del América, iba a misa, se echaba sus tacos de maciza con cuerito, le apostaba a las Chivas, iba a trabajar de traje y corbata y su esposa acumulaba decepciones resueltas con un divorcio que fue la alegría de los tribunales: muy divertido; pero el tío ya satisfechos su ego y adminículo amatorio, decía sonriendo: -Pero fue mía –bueno… sí.

Nuestro Presidente intentó serlo dos veces sin éxito. La primera se la robaron; la segunda no, según él, sí. Inflexible en sus posturas no cedía en nada y enfrentaba decidido las consecuencias de señalar sin medias tintas a los de la ‘mafia del poder’ que obstaculizaban su ascenso a la presidencia: políticos, empresarios, dueños de televisoras y una larga lista de poderosos que le permitían explicar sus derrotas como resultado natural de sus ideales. Muy bien.

Para intentarlo por tercera ocasión, armó un partido suyo de él; recorrió casi todos los municipios del país; habló, habló y habló… y de a poquitos, sin pudores, fue colocándose una máscara: el intransigente pasó a tolerante, comprensivo y de amplio criterio (como dicen de sí mismas ciertas damas de ciertas costumbres). El furibundo líder político dejó el discurso por el sermón; sus antes férreas convicciones mutaron a prédicas sobre el amor y la imposible derrota del bien; se avino y cobijó a conspicuos miembros de la mafia del poder, extendió amnistía corruptos. Triunfó.

Ya en La Silla, contra el sentido común y su compromiso público (video grabado), de no cancelar las obras del aeropuerto en Texcoco, con la coartada sin probar de que esas obras eran la epifanía de la corrupción, realizó una burda consulta popular de resultados imposibles de verificar y muy corta amplitud: clausuró las obras, intentó inundarlas y ya dio dos veces el banderazo de inicio de otro aeropuerto del que aún no hay proyecto, permisos, licencias ni aprobación de las entidades internacionales a las que nuestras leyes nos obligan. Y cuando se hizo público el dictamen de las empresas extranjeras que contrató para validar su proyecto Lily-Ledy de aeropuerto, se topó con que señalan que no es lo más recomendable, que no podrá operar simultáneamente sus pistas, que habrá severas limitaciones de carga… ¿reacción?… nada, hizo una visita de supervisión del avance de las obras (están menando tierra de un lado para otro). Lindo.

También, contra toda opinión autorizada, también sin proyectos y ni siquiera aparentar que respetó los requisitos a que obliga la ley -nuestra ley-, inició la construcción de una refinería de costo y viabilidad por determinar. Y va por más: el tren maya, la comunicación interoceánica, los programas de dádivas masivas, junto con la cancelación de todo lo que permita su disfrute de la dicha inicua de sentir que manda: promoción turística del país, estancias infantiles y otras cosas más. Y en su primer presupuesto, el de 2020, asfixia al campo, las inversiones productivas y de infraestructura, robusteciendo delirantemente lo dispuesto para combatir la pobreza mediante óbolos sin crear empleos… ¿y qué?

Sin embargo, cumplido su primer año de fornicio y disfrute de las carnes de la resignada Patria (la señora de túnica blanca de las portadas de los libros de texto gratuitos), se acumulan evidencias de contradicciones, de olvido de promesas, de injustificada y pertinaz celebración de imaginarios éxitos existentes solo en su cabeza y las de sus más fieles seguidores, cuyo instinto de conservación les impide asumir que ¡otra vez!, se tragaron el anzuelo. Triste.

El mismo señor que aseguró había de terminarse para siempre y de una buena vez con la perniciosa práctica de asignar directamente contratos y pedidos, así asigna el 75% de ellos, saltándose a la torera las leyes (¿y…?). Quien hizo descansar el 80% de su estrategia de seguridad en el crecimiento de la economía (medido en el PIB), sin poder decretar que ha crecido, sin poder negar el 0% de incremento que reporta su propio gobierno (Inegi), afirma con garbo que el crecimiento no importa.

Como vamos, podrán tirarse en la hamaca sus detractores y enemigos políticos: bastará solo contrastar sus dichos con sus hechos, sus dichos con sus propias palabras (porque se contradice).

El acreditado diario yanqui Washington Post, sigue con mala intención las declaraciones y tuits del presidente Trump: en tres años y medio de gobierno llevaba 13 mil 500 afirmaciones “falsas o engañosas”. La empresa SPIN-Taller de Comunicación Política, hace seguimiento de afirmaciones y respuestas de nuestro Presidente en su Mañanera; reportó a junio pasado, que en sus primeros seis meses de gobierno, AMLO suma más de 15 mil “afirmaciones no verdaderas” (diplomáticos los señores).

Nadie puede bailar zapateado toda la noche y este gobierno no puede sostener el ritmo, no debe. Sus cercanos deberían empeñarse en serenar a nuestro Presidente, recordarle casos como el de Nixon, al que derrotó Nixon y el de ahorita, el de Trump, cuyo peor enemigo es Trump. Es prudente corregir el rumbo, nuestro Presidente no puede ganar un pleito AMLO vs. AMLO.

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