¡A volar!

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LA FERIA/ Sr. López

Tío Marcelo dedicó su vida a darle gusto a ti Cuca, su esposa, claro. Fiestas con amigos y parentela, entre semana, sábados y domingos; viajes; serenatas sorpresa; cenas en centros nocturnos con variedad y lo que se le ocurra. Ya viejita y muy viuda, en una sobremesa de domingo, la tía soltó la bomba: -¡Qué infeliz fui con Marcelo! -y ante el asombro general, explicó: -Yo lo que quería era tranquilidad, oír mis comedias (tiempos de radio), rezar mi rosarito y dormirme temprano… -cosas veredes.

Nuestro actual gobierno federal mantiene una actitud optimista y hasta amistosa con el de los EUA. Dice que están a punto de firmar un acuerdo de seguridad que asegura respeto a la soberanía y al territorio, confianza mutua y cooperación. Y de los aranceles afirman que es el mejor acuerdo posible (¿el menos malo?), y nuestra Presidenta ya en el clímax de los placeres solitarios de Palacio, el 1 de agosto pasado, dijo: “tenemos una situación muy buena”. ¡Vaya!

En tanto, del gobierno de los EUA es continuo el trato áspero y las amenazas. Señala que nuestro gobierno sostiene una “intolerable” relación de complicidad con el crimen organizado y nos incluyen entre sus adversarios extranjeros que representan una amenaza a su soberanía (!), advirtiendo: “(…) no nos dejaremos intimidar (…) ya sea que intente matarnos físicamente o mediante la sobredosis de nuestros hijos con drogas”. Y en la declaración como organizaciones terroristas de las bandas del crimen organizado de México, se lee: “Las actividades de los carteles amenazan la seguridad del pueblo estadounidense, la seguridad de EE.UU. y la estabilidad del orden internacional en el hemisferio occidental”. No hay más grave.

Alguien en México está confundiendo velorio con posada.

Que alguien le explique a la Presidenta Sheinbaum que no es una puntada del Trump eso de las amenazas a la “seguridad nacional” de los EUA… por partes:

El aparato de gobierno, el Estado, se justifica solo si da seguridad a la población. Thomas Hobbes (1588-1679), en su obra ‘Leviatán’ de hace 374 años, dice: “el Estado es el protector de la vida de sus súbditos, el último fundamento racional de su Seguridad Colectiva” (página 88 de la edición de 1960 del FCE; no está uno inventando). Sin cuentos. Estado que falla en eso, sobra.

Pero la seguridad colectiva (de los individuos que componen una sociedad), no debe confundirse con la seguridad nacional, la del país. En la antigüedad y en tiempos cercanos, seguridad nacional se refería a la defensa ante potencias enemigas. Es hasta la Segunda Guerra Mundial que los EUA establecen el concepto actual de seguridad nacional.

Al terminar esa guerra, siguió la Guerra Fría, con los EUA defendiendo su influencia mundial de la de la URSS. Eso se acabó en la década de los 80 del siglo pasado, durante el gobierno de Ronald Reagan, y pareció que la seguridad nacional de los EUA ya no tenía amenazas, pero el tío Sam duerme con un ojo abierto:

Terminandito la Segunda Guerra Mundial, en 1948, el gobierno yanqui creó el primer “think tank” (tanque de pensamiento… horrible traducción, mejor, ‘laboratorio de ideas’), la conocida Corporación Rand (por Research ANd Development: Investigación y Desarrollo), para servir a las Fuerzas Armadas de los EUA, no para mejorar la dieta del yanqui promedio, para su ejército.

A la caída de la URSS, la Rand presentó a Reagan la reformulación la Doctrina Monroe (América para los americanos), para asegurar el liderazgo de los EUA, consolidando su entorno geopolítico, reforzando su seguridad primero en lo más próximo, México, Centroamérica y el Caribe. Aparte, ya con la URSS evaporada en el éter, identificó otras amenazas: a su seguridad sanitaria (epidemias y pandemias llegadas del exterior), seguridad cibernética y el creciente tráfico de drogas, que Reagan en 1986, añadió a las amenazas a la seguridad nacional de los EUA. No Trump, no ayer, desde hace casi 40 años. Por esto fue la intervención policial y militar de los EUA en Colombia.

Así las cosas, luego sucedieron los atentados del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York y el Pentágono y el terrorismo quedó como la mayor amenaza a la seguridad nacional de ellos. Crearon el Homeland Security (Departamento de Seguridad Interior de la Patria), que coordina y centraliza las operaciones antes autónomas de la Patrulla Fronteriza, la Guardia Costera, Servicio de Aduanas, Administración de Seguridad de Transportación y el Servicio de Inmigración y Naturalización. Y encima, retomaron su reformulación de la Doctrina Monroe, como “seguridad hemisférica”, concebida en círculos concéntricos, empezando por la más estrecha y rigurosa vigilancia de sus fronteras (Canadá y México), precisamente para impedir el acceso de terroristas a su territorio (como nuestros cárteles de la droga, no se le olvide).

México, doña Sheinbaum, para los EUA es la parte sur de su territorio de ellos, inseparable de su primer círculo de seguridad nacional, que ahora, llaman, para dorar la píldora, “seguridad hemisférica”. Es su seguridad y no negociable. Son el imperio y como todo imperio, no muy ejemplar en cosas de ética ni derecho.

El muy importante general retirado en 1996, James R. Harding, presidente de la Junta Interamericana de Defensa, definió el siglo pasado que va contra la seguridad de los EUA “todo aquello que ponga en peligro al estado nacional”, e incluyó en eso el terrorismo, el narcotráfico y la inmigración ilegal, mucho antes del Trump, señora Sheinbaum.

Los EUA nunca perdonan, nunca. Doña Sheinbaum les está dando todo lo que cree que los va a contentar. Y ya se va a enterar la señora, que los EUA no quieren un partido hegemónico de izquierda en su frontera sur.

Le van a sacar el tuétano y cuando ella crea que ya saciaron sus más bajos instintos, van a ir tras de esos que ella y el mundo sabemos: cabezas importantes de su gobierno y partido, las más importantes.

No necesitan venir por ellos, les basta con sacar cartelitos con recompensa por los más buscados. Y ¡a volar!

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