CIRO CASTILLO
Ya más relajados, después de una jornada electoral que dejó más de 300 incidentes, algunos más graves que otros, todos los que “le hacen a la política” desempolvan la calculadora para hacer números.
Quién ganó. Quién perdió. Qué pasó en una jornada electoral como la de Chiapas, donde, según el IEPC, más de 62 por ciento de los chiapanecos que podían votar, decidió hacerlo.
Dos manos tenemos que considerar, porque no hacerlo sería tremendo error: la del gobernador Rutilio Escandón Cadenas y la del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en los contextos nacional y estatal.
Ahora bien, no podemos perder de vista a Eduardo Ramírez Aguilar, de quién nos ocuparemos y a sacar cuentas…
COMO PEZ EN EL AGUA
El comiteco, quien desde el sexenio pasado apuesta por alcanzar la gubernatura del estado, no ha dejado de mover sus piezas porque está sentando las bases de su proyecto político.
Desde el Senado de la República, especialmente ahora que es Presidente de la Cámara Alta y tiene los mayores reflectores, no ha parado en su tarea legislativa, pero sin descuidar la tarea política.
Ahora se mueve en las más altas esferas del poder, a la diestra del poderoso Ricardo Monreal Ávila, desde donde continúa construyendo alianzas que no tardarán mucho en servirle.
En este período electoral “El Jaguar” hasta se dio tiempo para recorrer algunas entidades del país donde se eligió gobernador o gobernadora. Estuvo en Zacatecas, por ejemplo, alzando la mano de David Monreal Ávila. No es casualidad…
EN EL TERRUÑO
En Chiapas, respetando los tiempos y sin saltarse las trancas, Ramírez Aguilar dejó su huella en el presente proceso electoral en el que Morena y aliados resultaron ser los grandes ganadores.
El senador oriundo de la tierra de Belisario Domínguez empujó a candidatos en Morena y en el Verde, pero también en otras fuerzas políticas porque, evidentemente, nada sobra sino todo lo contrario.
Si el morenismo (que tiene nombre y apellido)mostró que vive ahora su mejor momento en Chiapas, donde, yendo solo ganó municipios como Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, el verdecologismo, siendo aliado de Morena y caminando solo, también demostró que sigue vivo; al menos más vivo que el PRI, el PRD o el PAN, cuya alianza no tuvo los efectos esperados.
Eduardo Ramírez sembró desde varios frentes y seguramente en algunos años recogerá esos frutos.
En estos tiempos, para aspirar a ser gobernador de una entidad no solo hay que estar bien con el que vive en Palacio Nacional, sino, hacer alianzas, sembrar para el futuro y conformar una estructura que tarde o temprano dará resultados.
La gente dice que está harta de la política y quizá es cierto, pero al final del día, cuando llega el momento de elegir, se fija y termina por sacar cuentas…
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