A rodilla: La Feria

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Sr. López

A tía Elena (de las chupacirios del lado materno-toluqueño), la dejó el marido. Poco después -meses-, volvió a casarse (escandalazo, fue boda civil nada más y para las pulgas católicas de esa rama familiar, era inaceptable)… también la dejó; regresó la tía al seno de la Santa Madre Iglesia, pero lueguito la atrajo más el regazo de un tercer caballero (bueno, ni la caída del imperio romano de occidente causó más escándalo)… y tercera abandonada. No le hago el cuento largo, detuvo su carrera matrimonial con obstáculos en el quinto esposo (también la dejó). La abuela Virgen, la de los siete embarazos, un día comentó que “Elenita había tenido muy mala suerte con los hombres” y tía Victoria que de ese tema sabía todo, la atajó: -No hay mujer a la que le salgan malos cinco maridos al hilo… ella anda mal –ya grande este menda supo que tía Victoria tenía razón; no le cuento porque después todo anda diciendo.
En el país pasan cosas raras, inusuales y nosotros los gallardos integrantes del peladaje nacional, como si nada. Estamos tan acostumbrados a tanto desfiguro que si mañana anuncian Palacio Nacional como salón de fiestas, lejos de escándalo habría reservaciones. En particular en este sexenio vemos diariamente a un Presidente rijoso, pendenciero, talante que mal disimula con una sonrisa que ya se le acartona.
No es normal que un Presidente de México esté peleando diario y con tantos. No es normal y no es conveniente. Fue elegido para ir al timón de la nave, no para verlo repartiendo leña entre el pasaje y los marineros.
Si le parece que este su texto servidor exagera, recuerde que está peleado con todos los organismos autónomos, Inegi, Coneval, Comisión Reguladora de Energía, Instituto Nacional de Acceso a la Información, INE. Tan pronto como el 18 de febrero de 2019, declaró: “(…) hay que seguir adelante quitando todos estos organismos que son onerosos”. Onerosos quién sabe, necesarios, sí. A él, le estorban.
Aparte se buscó pleito con España y el Vaticano, por nada, por andar reclamando cosas de hace cinco siglos. Trae entre ceja y ceja a la prensa nacional (excepto Jornada y Excélsior) y la extranjera (toda); y a muchos periodistas, incluida su examiga doña Aristegui, y comentaristas, todos los que no le aplaudan a teclazos; el que lo critique, saca boleto de sonajeada mañanera.
Se peleó con la Organización Mundial de la Salud -que le contestó medio feo viera usted-, porque dijo, ya debían de haber aprobado las vacunas Sputnik V, CanSino y Sinovac, que en México se están aplicando sin validación de esa instancia.
Le buscó las cosquillas a la UNAM, tiene en jaque al CIDE, se baila el zapateado en las empresas calificadoras internacionales indispensables para que el país tenga acceso al mundo financiero; interpreta el jarabe huasteco en empresarios y laboratorios médicos.
No deja títere con cabeza y gratis, insulta, descalifica y ningunea a toda una clase social, la clase media, de la que no hay noticia le haya hecho nada para merecer el maltrato. Y no está exento de su flamígera lengua ninguno de los que protestan, marchan, se manifiestan, así sean papás de niños con cáncer o mujeres que, tan delicadas ellas, nomás quieren que no las maten.
Crecen los rumores y se presentan síntomas de que su estilo personal crispa a sus colaboradores. Lleva 35 ó 36 renuncias y cambios en su gabinete legal y ampliado. Piense usted si es normal que a un Presidente le renuncie su Secretario de Hacienda (Carlos Urzúa), a los siete meses de iniciado el gobierno y se transforme en un firme crítico de su administración, y el segundo de Hacienda (Herrera) también se fue, igual que la Secretaria de Gobernación; su consejero jurídico, Scherer, su ‘hermano’; el director del IMSS; la secretaria de la Función Pública; el director del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, denunciando que ahí se roba; el Secretario de Comunicaciones, don Spriú; el director del Banco del Bienestar; el Secretario de la Semarnat, quien dijo que la 4T es una ilusión; la Secretaria de Economía; el Jefe de la Oficina de la Presidencia, don Romo; el Secretario de Educación; la tesorera de la Federación… y más, pero no hay espacio.
No. No es normal. Es más fácil decir a quiénes no les busca bronca: a sus solovinos, sus mascotas, como él definió en analogía muy desafortunada a la gente en pobreza. Fuera de ellos y sus huestes a sueldo en Morena, los demás, todos, encontramos acomodo en su amplio catálogo de descalificados. Ni modo. Chin
Lo preocupante es que no es tonto, por lo que algo quiere, algo busca, algo pretende con esta estrategia del descontón verbal y el ninguneo oficial. Tal vez haya un indicio en lo que declaró ayer, hablando del pérfido INE:
Dijo en su mañanera que toca al INE por mandato constitucional, realizar la consulta sobre la revocación de mandato, pero si se negaran a hacer la consulta (no se niegan, ni se han negado, ni se negarán, no tuerza usted las cosas don Presidente), entonces los ciudadanos podrían hacerla:
“Se organiza el pueblo (…) Nosotros ganamos la elección por el pueblo, por la gente; esa es la esencia de la democracia, el ciudadano que quiere ejercer sus derechos, que participa, que busca los cambios”. Agregó que va esperar a ver qué resuelve el Tribunal Electoral y luego, el Poder Judicial: “Yo creo que van a llevar a cabo la consulta; van a aplicar este método democrático de la revocación de mandato (…) son tácticas dilatorias no muy serias”.
¿Se organiza el pueblo?… ¿se organiza el pueblo mandando la Constitución al basurero?… ¿se organiza el pueblo y realiza actos de gobierno por su cuenta? Si va en serio, que alguien le diga que eso se llama alzamiento, revuelta, golpe de Estado (así sea quedito, golpecito). Y por cierto, ¿quién es el pueblo?, ¿sus clientes de los programas sociales?, porque empresariado, clase media, intelectualidad, universitarios y científicos, no, esos no, con todos esos está de pleito.
O no sabe lo que dice o sí sabe y esto está de rezar rosarios a rodilla.

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