LA FERIA/Sr. López
Hace muchos más años de los que es prudente confesar, este menda trabajaba de gato (de angora, pero gato), de un muy importante secretario de Estado, señor mayor, más serio que un pagaré, educadísimo, honesto, sabio y respetado en México y el mundo (sin exagerar). Bueno, pues una vez, para ocupar un delicado cargo de altísima especialidad, se hicieron rigurosos exámenes a los aspirantes para que el secretario los entrevistara, primero al mejor calificado, que se presentó a la cita en pantalones cortos, camiseta playera y chanclas; no alcanzó a sentarse: -Retírese por favor -fue lo único que dijo, aquel señor tan serio. Hubo un despido fulminante en Recursos Humanos.
A este menda le cuesta mucho trabajo explicar lo obvio. Se lo digo por el revuelo que causó el nombramiento de un tal Genaro Lozano (Genaro Fausto Lozano Valencia), como embajador de México ante Italia, Albania, Malta y San Marino, por las presidenciales naguas de la Presidenta de la república.
En el Senado, la oposición puso el grito en el cielo porque no tiene experiencia diplomática, porque es otro nombramiento de amigos del régimen sin experiencia ni carrera en el Servicio Exterior. Pues sí. Y ha sido así muchos años y gobiernos.
La costumbre de nombrar embajadores con el rigor que se pide otro de maciza (con cuerito), se inició con el general San Lázaro Cárdenas, quien mandó en 1935 de embajador ante el Reino Unido a Narciso Bassols, que había sido secretario de Educación, Gobernación y Hacienda con el defectito de ser leal a Plutarco Elías Calles y como don Lázaro andaba trompudo con los callistas se deshizo de él.
Eso fue hace 90 años y siguen nuestros presidentes usando el Servicio Exterior, a veces para premiar amigos, a veces para sacar del país a políticos incómodos o que no les gustan sus corbatas.
La virulenta reacción de la oposición, en el Senado, contra el nombramiento de don Lozano, llama la atención, como si les hubiera caído de sorpresa, cuando los gobiernos transformadores no se han andado con chiquitas en eso de nombrar cónsules y embajadores al aventón… nada más les falta hacerlo por tómbola.
El Señor de los Abrazos mandó al Servicio Exterior a seis exgobernadores que en cosas electorales se plegaron a su sacra voluntad. Tres priistas: el de Sinaloa, Quirino Ordaz a España; el de Campeche, Carlos Aysa a República Dominicana; y Claudia Pavlovich exgobernadora de Sonora de cónsul en Barcelona, donde todavía está aunque la presidenta Sheinbaum adelantó que ya pidió su cambio y parece que se va de embajadora a Panamá (el 6 de agosto pasado, dijo la dama del segundo piso: “No hay investigación en su contra. Ya era cónsul en Barcelona con AMLO” –hay explicaciones que lastiman). Otro exgobernador, Carlos Joaquín González de Quintana Roo, del PRD, el visitante frecuente a Badiraguato lo hizo embajador en Canadá (bromita tabasqueña, del calorón caribeño al friazo de allá… bueno, así se llevan); el quinto es el exgobernador Verde de Hidalgo, Omar Fayad, que hoy despacha de embajador en Noruega; y el sexto, el morenista Rutilio Escandón, que se fue de cónsul general a Miami, después de destrozar y dejar incendiado su estado natal, Chiapas.
No hay espacio pero antes, otros presidentes hicieron lo mismo: Zedillo mandó a tres exgobernadores de embajadores; Peña Nieto a dos; los menos abusivos fueron Fox y Calderón.
Bueno, eso no quita que ayer la oposición en el Senado, le hizo mucha bulla a don Lozano, olvidando que en marzo de 2022, a propuesta del anterior arrimado en Palacio, se aprobó como embajador ante Venezuela a Leopoldo de Gyves, “luchador social”, con cero calificación diplomática que lo suyo es lo no-diplomático; en abril de 2022, se hizo el desconcertante nombramiento (por unanimidad), de la escritora Laura Esquivel como embajadora ante Brasil; y en febrero de 2023 el actor Alejandro Bichir, embajador en Panamá. Para no mencionar, sería rudeza innecesaria, que en julio de 2020, nuestro senado aprobó como cónsul en Turquía a Isabel Arvide la explosiva periodista, majadera y otras cosas impropias de contar.
Y vale mucho la pena recordar que nuestro Senado aprobó en enero de 2022 a propuesta del de Tepetitán, que Pedro Salmerón fuera nuestro embajador ante Panamá. Pero todo tiene límites y por cosas del peculiar (delictuoso) comportamiento de don Salmerón, el gobierno de Panamá lo rechazó. Qué pena con las visitas. Pero el Señor de los Abrazos, vengativo como es, propuso entonces a la digamos, polémica Jesusa Rodríguez (más pena con las visitas), pero doña Chucha es muy viva y no aceptó (por eso llegó el actor Bichir).
Como sea, a don Lozano le cargaron la mano los opositores y hubo uno que lo llamó “foca amaestrada y se acomoda al poder político”. No se vale. En serio.
Este Genaro Lozano tiene un currículum académico impresionante sobre la materia de relaciones internacionales; lo publican algunos de los más importantes medios de comunicación de los EUA y Europa; y es conferencista internacional aparte de su trabajo en noticieros y programas de opinión en Televisa. Sin contar a los del servicio de carrera del cuerpo diplomático, este señor es el mejor nombramiento que en esto ha hecho la 4T. En serio se lo digo en serio.
Sí es muy polémico don Lozano (y parece que le gusta). Es un apasionado activista de las causas lésbico-gay-bi-trans-intersex (LGBTI) y asume públicamente su homosexualidad, cosa que a este su texto servidor le interesa menos que si le gusta el mole negro o duerme con osito de peluche, pero en estos tiempos está de moda o de veras hace falta exponer la vida íntima, para conseguir respeto aunque no es raro suceda al revés.
Dicho lo cual, el desde ayer embajador Genaro Lozano, se da el gusto de publicar fotos suyas desnudo, coquetón, enseñando sus magras nalguitas y si es de frente, tapando las verijas apenas lo justo. Muy su asunto, pero ahí no traga este menda, ¡qué difícil explicar lo obvio!… para embajador, para representar a México, sería conveniente algo de seriedad.