(Tod@s)Queremos pastel

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Galimatías/Ernesto Gómez Pananá

México es un país rico, la decimotercera economía del mundo pero no obstante ello, la pobreza es uno de sus mayores problemas: Nuestros recursos son un pastel grande, aunque históricamente ha sido mal repartido, además de que persistentemente se nos dijo que para incrementar el tamaño de las rebanadas había forzosamente que esperar a que el pastel creciera y que el tamaño de la torta fuera tal, que hasta los últimos platos rebosaran. La riqueza, como la corrupción, se atiende de arriba hacia abajo, debía suponerse, y seguíamos siendo pobres y también corruptos.

En días recientes el INEGI presentó los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) en México, sus hallazgos son por mucho interesantes, hablan de una nueva distribución de la riqueza que permite que quienes nunca habían tenido nada, perciban ingresos que en conjunto dibujan una mejor perspectiva y puedan comer tres veces al día.

Según los resultados de la encuesta, las familias de menor ingreso en México tienen que arreglárselas con un promedio de 5,598 pesos al mes y por otro lado, el bloque de familias más ricas en nuestro país, inicia en los 78,698 pesos y hago énfasis en la acotación “inicia”, porque según esta clasificación, una persona con ingresos superiores a los 78 mil pesos, se ubica en la parte superior de esta pirámide nacional de ingreso y forma parte del 10% “más rico” del país, junto con Slim, Bailleres y Salinas Pliego. El gran problema histórico de Mexico ha sido una mala, e injusta distribución de la riqueza. No se trata de “entender” que hay quien trabaja mucho y gana mucho y que hay quien no trabaja o trabaja muy poco y gana también poco. Se trata de entender y resignificar una realidad estructural e injusta en la que unos cuantos partían y se atascaban de pastel mientras otros muchos no tenían derecho a sentarse a la mesa. Hoy el piso es un poco menos disparejo.

Entre 2018 y 2024, México pasó de 61.8 millones a 46 millones de personas en pobreza por ingresos. La tasa de pobreza por ingresos disminuyó de 49.9 % en 2018 a 35.4 % en 2024. La pobreza multidimensional (que incluye acceso a servicios básicos) bajó de 51.9 millones a 38.5 millones de personas en ese mismo periodo, una caída de 13.4 millones. En términos más llanos, es posible afirmar que en los últimos seis años en México, 15 millones de personas clasificadas en pobreza dejaron de serlo, y casi dos millones en pobreza extrema superaron esa línea. Complicado argumentar en contra de la nobleza de modificar la vida de todas esas familias. Haiga sido como haiga sido.

Es verdad, lo que se requiere es que el pastel crezca para que nos toque una rebanada más grande a cada quien. Es verdad también que mientras eso sucede, lo justo es que lo que hay se reparta más equitativamente. Es verdad también que -hay quien dice- la receta pudiera colapsar la cocina. Es verdad también que si así fuera, no sería la primera ocasión que el riesgo de colapso en la cocina es inminente, solo que a costa de nueva forma de distribución, una donde les toque pastel a los que nunca comen. Una donde no coman solamente aquellos que siempre han comido. Que sea para bien y con largo aliento.

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Este austero columnista desmiente las versiones que afirman el Galimatías de la semana pasada no se publicó por encontrarme de vacaciones en Europa. Esas fotografías son falsas, son montajes perniciosos.

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En este nuevo reparto del pastel no faltan tampoco nuevos avorazados. Gandallas siempre habrá, son camaleónicos y suelen pintarse del color más conveniente. Eso no obsta para que muchos que por décadas recibieron migajas, hoy estén formando parte de la mesa. Mal menor.

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Imaginemos solo por un momento estimados cinco lectores: Cómo sobrevive una familia con 200 pesos al día.

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