Racismo, gentrificación y aranceles

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Galimatías/ Ernesto Gómez Pananá

I. El Racismo es un concepto histórico y normalizado, lo comprendemos, lo usamos, lo traemos incorporado en un sentido o en otro: somos racistas y/o somos discriminados. En casos como el mexicano, nuestra mano derecha no ve lo que hace nuestra mano izquierda. Somos reconocidos en el mundo por nuestra solidaridad, pero al mismo tiempo, al interior de nuestro país existen dos Méxicos, el México whitexican, de piel blanca, alto ingreso y privilegios estructurales por generaciones, ese que vive en La Condesa, La Roma, San Patricio o Las Torres, y el México profundo de piel cobriza que no suele llegar a la quincena, que anda en pesero o en combi y que diariamente viaja a Ecatepec, a Iztapalapa, al Kilómetro Cuatro o a Vicente Guerrero. El caso de Lady Racista gritando “odio a los negros” no hace sino recordarnos lo que nosotros mismos hacemos con nuestros semejantes. La mujer argentina, cabellos rubios y de ojos verdes, a bordo de su auto de alta gama exigiendo el privilegio de estacionarse en sitio prohibido, únicamente nos recuerda mucho de lo que somos, en el mejor de los casos, whitexicans buena onda, condescendientes hasta el límite de nuestros históricos privilegios: difícilmente alguien en su “sano juicio” se reconoce racista, lo traemos tatuado en la piel y no nos gusta que los “pinches gringos” nos lo recuerden. Resolver el problema es una tarea de largo aliento, pasa por transformar de fondo nuestros más arraigados paradigmas: reeducarnos y resignificar nuestra idea de lo que somos: una nación mestiza en la que coexisten diversos tonos de piel, en la que los tonos más claros han -hemos- ejercido los privilegios y que madurar como nación demanda reconocerlo y superarlo, no desde el chovinismo prehispánico ni tampoco desde la negación de La Conquista. De ese encuentro violento venimos, pero tendríamos que superarlo para crecer: “Uno no elige donde nace pero si a quien sirve” decía don Laco Zepeda.

II. Gentrificación es un término algo más reciente. Empezó a escucharse más en México hace cuando mucho veinte años a propósito justamente del fenómeno que hoy es viral en el polígono ecobici de la Ciudad de México: el área Gay-Eco-Pet-Palestine-Organic-Friendly más cool de la ciudad. Uno recorre esas colonias y se encuentra -parece cliché pero es real- chilaquiles que no son chilaquiles, salsas que no llevan chile y rentas pagaderas en dólares que resultan impagables para una persona promedio.

La situación no es ni nueva ni tampoco exclusiva de la capital mexicana: ha sucedido antes también en Barcelona, en Berlín, en el mismo Moscú y en Nueva York, en Lisboa o en Buenos Aires. En resultado de una globalización capitalista que ha transformado -para algunos- los modos de trabajo y residencia. El fenómeno exige, nuevamente, dos cosas, una fuerte regulación gubernamental, además de niveles de honestidad que impidan -como ya sucedió en algún tiempo en la capital mexicana- que sean los mismos funcionarios- los que adquieran inmuebles a precio de oportunidad y después los conviertan en hoteles boutique o restaurantes de lujo. Se trata de otra tarea compleja y de largo aliento si la intención es de verdad ser una mejor sociedad.

III. La primera ocasión que escuché el término “aranceles” fue en el tiempo de Miguel de la Madrid, por allá de 1986, cuando se anunció en ingreso de México al GATT, el Acuerdo General sobre ARANCELES y Comercio, una especie de antecesor del TLC y el T-MEC.

En el entorno económico global vigente -guste o no-, siempre resultará mejor una buena negociación para estar dentro, que una mala quedando fuera de un modelo como este, tan así que el TLC permitió ciertos espacios de intercambio comercial que favorecieron a la economía nacional. El problema es que la democracia norteamericana, su electorado ignorante, eligió a un blanco privilegiado nuevamente como presidente, y desde que inició este periodo, el hombre color zanahoria ha gobernado poniendo de cabeza al mundo, amenazando con guerras de aranceles en todo aquello que su retorcida imaginación de bully considere adecuado: acero, cobre, electrónicos, productos agrícolas. Lo que sea y con los peores modos. Y lo peor de lo peor es que esto se convierte en un juego desgastante y perverso en el que para enfrentar al niño berrinchudo tenemos que hacer acopio de la máxima asertividad y la máxima paciencia presidenciales, pero el ejercicio resulta extenuante por decir lo menos. Difícil imaginar que en lo que resta de su periodo, Trump atenúe o cambie su conducta. Nos esperan -al planeta entero- tres años de ocurrencias y sin sentidos de alto riesgo. Que Dios, ese dios blanco de los retratos- nos agarre confesados.

Oximoronas 1

Isaac del Toro campeón del Tour de Austria. Red Bull confirma que el problema no era Checo. David Olvera poseedor del récord mundial nadando alrededor de Manhattan. Buenos momentos del deporte mexicano.

Oximoronas 2

Los Guzmán soltando la sopa: no me queda duda de la honestidad de la presidenta Sheinbaum, no así de varios cuyo ascenso político resulta tan inexplicable como sus finanzas y estilo de vida. Varias barbas remojándose.

Oximoronas 3

Haga el ejercicio estimado lector. Googlee el término “meseros mexicanos” y vea el resultado. No se sorprenderá. Eso somos.

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