LA FERIA/Sr. López
Se entiende que a veces parezca que las historias familiares de este menda sean inventadas, pero créalo, la siguiente es rigurosamente cierta: la boda de tía Martha se realizó bajo dos condiciones, que su papá no asistiera a la ceremonia ni al banquete, y que jamás pisara la casa del nuevo matrimonio. La razón… pues que el caballero, la noche en que fueron a “pedir la mano”, recibió a su futuro yerno y consuegros, en trusa. “En mi casa ando como me da la gana”, dijo el bellaco. Se repite: rigurosamente cierto.
¿Cómo está la república? Puede usted pensar que muy bien (cada cabeza es un mundo), o que no. Para saberlo entérese que ayer, tuvo que salir la presidenta del INE, Guadalupe Taddei, a aclarar que las elecciones las gana quien obtiene más votos. Así de grave está esto.
Fue necesario que doña Lupe expusiera tan novedoso criterio, porque la presidenta Sheinbaum, en su madrugadora de ayer, sobre la elección del Presidente de la Suprema Corte, dijo:
“Hoy me estaban comentando, no lo tenía yo presente, pues tiene que evaluar el INE quién va a ser (presidente de la Corte), porque en la Constitución también viene una parte de preferencia para las mujeres. Entonces el INE tiene que ver quién sería la presidenta o el presidente (…). ¡Dioses!… sin duda lo de la señora es la física.
La Constitución sobre esto, no dice nada de “preferencia”. La lectura recomendada en estos casos (ser Presidenta), es la Constitución pero comedidamente se le transcribe lo que toca a este asunto (ahí se lo lee alguno de sus paniaguados, por favor):
Artículo 94, tercer párrafo (reformado el 15 de septiembre de 2024): “La Suprema Corte de Justicia de la Nación se compondrá de nueve integrantes, Ministras y Ministros, y funcionará en Pleno. Su presidencia se renovará cada dos años de manera rotatoria en función del número de votos que obtenga cada candidatura en la elección respectiva, correspondiendo la presidencia a quienes alcancen mayor votación”.
El innovador criterio de que las elecciones las gana el que saca más votos, queda clarísimo, pero es de lamentarse la cuatrotera redacción de este artículo: dice que la presidencia (en singular), corresponderá a quienes obtengan más votos (en plural)… ¡caramba!, género y número en nuestro idioma siempre deben coincidir; pero deje eso, dice que “cada dos años” se renovará la presidencia de la Suprema Corte, pero en la penúltima línea del artículo 96 constitucional dice “el día que se realicen las elecciones federales ordinarias del año que corresponda”, que son cada tres años.
Para mayor INRI, por las prisas para sacar la transformadora reforma constitucional -del Señor de los Abrazos-, quedó vivo el sexto párrafo del artículo 97 (de la Constitución, no se distraiga), que ordena: “Cada cuatro años, el Pleno elegirá de entre sus miembros al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual no podrá ser reelecto para el período inmediato posterior”.
¿Ya vio?, en el 94, dice que se renueva la presidencia de la Suprema Corte cada dos años conforme a los votos obtenidos en la “elección respectiva”; en el 94, cada tres años y en el 97, cada cuatro años según lo elijan los ministros de la misma Corte (esa ha de ser la elección “respectiva”.. o no, averígüelo Vargas). Esto, en buen castilla se llama despelote. Ni quien se fije. Pero, gana la elección el que gana la elección, eso sí.
Por cierto, conforme al sitio del INE que registra los conteos distritales, con el 97.23% de avance, resulta que del total de votos emitidos, el 22.88% quedan anulados, el tenochca ingenioso anuló sus boletas y el tenochca distraído, las depositó en blanco. El candidato puntero a ministro de la Suprema Corte, Hugo Aguilar Ortiz, lleva un 5.23% de la votación a su favor y la dama del derecho, doña Lenia Batres, el 4.96%. Diría la Presidenta, ¡maravilloso!
La elección en que hubo el porcentaje más alto de votos nulos, fue la del 2009, hace 16 años, de diputados federales, con el 5.40%. Otros ejemplos, de elecciones federales en todas sus presentaciones: en 2021, 3.41% de votos nulos; en 2015 el 3.36%; en la presidencial de 2018, se anuló el 2.73% y en la de 2024 no valió el 2.32%… compare con el 22.88% de este domingo. Se nota que la ineficacia de los acordeones, la gente se enchila.
Dejemos tan enfadoso tema para comentar algo cómico: el que va de puntero para presidente de la Corte, Hugo Aguilar Ortiz, declaró que no le gusta eso de usar toga, que va a revisar la ley para ver si puede no usarla; le ayudamos don Aguilar: es un decreto del Congreso de la Unión del 8 de mayo de 1941, no del presidente Ávila Camacho como han escrito algunos despistados en prensa nacional, el presidente nada más lo publicó, (¡hay que leer!).
Doña Batres, la Lenia de todos nosotros, piensa como el Aguilar, la purga usar toga, lo publicó -23 de junio de 2024-, en un artículo de prensa: “Quizá sea hora de abandonar (…) la estética de los poderosos (…) la faramalla de la arbitrariedad y del abuso”. Bendita sea la hora en que nació esta santa.
Ni intentar explicar a estas personalidades el significado del uso de la toga, negra, pero sí asombra que piensen así, tan ligerito.
La toga de jueces superiores se usa en occidente -Francia, España e Inglaterra-, desde hace unos 925 años… y nada que ver con la toga romana ¡por favor!
Se usa en Occidente y otros muchos países, China (asómbrese), Arabia (el ‘bisht’, manto negro), Irán, Egipto… algo significa, por algo se usa en este mundo. Pero ¡cuatroteros al ataque!
Don Aguilar, delirio de multitudes como prueban sus 5’767,052 votos (es que a la gente ya le andaba por votar por él), dijo que “propondría sustituir la toga por trajes de gala de pueblos y comunidades indígenas”… está bien, pero cuidado don Aguilar, el verdadero traje indígena es el taparrabos, lo que usted usa es “colonialista”.
Si va a trabajar bien y va a emitir sentencias en apego a derecho, si prefiere despache en calzones, que ya tienen así al Poder Judicial de este país, en calzones.