LA FERIA/Sr. López
Hace no mucho le conté que los López Michel y los Michel López, allá en Autlán, eran muchos, todos emparentados y que nadie decía por qué pero se aborrecían. Ni se saludaban o a veces conversaban a bofetadas. Y también, que una de las hermanas de la abuela Elena se puso terca en invitar a los Michel López a su boda porque “eran familia” y contaba la abuela que su papá le dijo: -¿Pues qué quiere usted, niña, boda o matazón? –hubo boda. Hay arreglos imposibles.
Está requetebién que las leyes protejan los derechos de todos los individuos y estaría requetemejor que todos los individuos respetaran los derechos de los demás… ni se necesitarían esas leyes.
Los alborotos que suceden desde la semana pasada en la capital nacional, por cortesía de la CNTE (Cártel Nacional… no, perdón, Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación), hacen propicio reflexionar sobre los derechos de los trabajadores.
Ejerce la dirigencia de la CNTE el derecho de huelga de los trabajadores, consagrado en la Constitución (artículo 123), y regulado en la Ley Federal del Trabajo. Pero no es un derecho absoluto, no todos los trabajadores pueden ir a huelga.
Y está bien. Imagine al ejército en huelga o a la CFE; imagine un paro del SAT (no se entusiasme, no se puede). De hecho, todos los empleados de confianza del gobierno no tienen derecho a huelga ni a contrato colectivo. Y se aguantan, hay cosas que no pueden detenerse. La pregunta es si la educación puede detenerse. No debiera. Es una de esas cosas de importancia suprema.
En Alemania los maestros no tienen derecho a ponerse en huelga; en Japón, tampoco; en los EEUU con su enredadísima organización jurídica, en 37 de sus 50 estados y en la capital nacional, Washington D.C., los maestros no tienen derecho a parar labores.
Por cierto, no piense que eso de la huelga es una idea moderna, para nada. Hay registro escrito de que en el Antiguo Egipto, en el año 1155 a.C., en el reinado del faraón Ramsés III, los trabajadores que construían su tumba le pararon la obra, tres veces, porque les retrasaban los pagos; ya luego la terminaron, quedó bonita. Como se ve, no eran esclavos.
No niega este junta palabras que la huelga es a veces necesarísima y que sin derechos laborales, los trabajadores las pasarían canutas, sí, pero hay sectores laborales que obviamente no pueden parar y la educación es uno. Su texto servidor no intentará ni siquiera una propuesta de cómo organizar el complejísimo campo laboral de la educación en México, pero sí le parece que no es correcto que paren labores afectando a millones de educandos, en resumidas cuentas, afectando al país.
En el caso concreto de la CNTE es innegable su naturaleza de organización extorsionadora del Estado y que sus huelgas son ilegales conforme a lo que dispone la ley.
Los requisitos para que una huelga sea lícita, están en el artículo 445 de la Ley Federal del Trabajo, solo le menciono que es obligatorio que la suspensión de labores sea apoyada por la mayoría de los trabajadores… y la CNTE chantajea, extorsiona (explota) a sus agremiados. Lo sabe el mundo.
Además, el artículo 123, fracción XVIII de la Constitución, dispone: “Las huelgas serán consideradas como ilícitas únicamente cuando la mayoría de los huelguistas ejerciera actos violentos contra las personas o las propiedades (…)”.
Nada hay que explicar, la especialidad de la CNTE es esa, la violencia contra las personas y el vandalismo. Ya se atrevieron a cercar la semana pasada Palacio Nacional y al anterior Presidente (qué pena con las visitas, pero eso fue), lo tuvieron dos horas encerrado en su coche, en Chiapas, el 27 de agosto de 2021, gritándole: “Fue un error/ votar por Obrador”; “AMLO decía/ que todo cambiaría/ mentira, mentira/ es la misma porquería”. Lindo.
El sindicato nacional de maestros (SNTE, no con confundir con la CNTE), desde largas décadas atrás, fue instrumentalizado por el gobierno federal con esa mentalidad de los sectores de antaño (CTM, CNC, CROM). Les funcionó. Tuvieron en el aro a más de un millón de trabajadores. Con la CNTE la cosa es distinta: nunca se da por satisfecha, su oficio es el oposicionismo que les da los frutos que buscan, políticos y económicos.
El Señor de los Abrazos se alió con la CNTE desde su campaña del 2012 y siguió consiguiendo su apoyo a fuerza de prometerles dos cosas: cancelar la reforma educativa del 2013 (Peña Nieto), que les quitaba el control de sus agremiados, y retomar las propuestas de educación alternativa de la Coordinadora.
La CNTE sin disimulos le arrimó votos. Llegó a la presidencia de la república el de Macuspana y sí, canceló esa reforma y sacó la suya diciendo “gracias a la lucha del magisterio disidente se salvó, se rescató la educación pública”, pero la CNTE la rechazó: “es igual o más dañina que la de Peña Nieto”. El hospedado en Palacio les recetó dosis masivas de babas (20 reuniones con su Comisión Nacional Única de Negociación). Y así se largó, y le dejó a su sucesora la víbora chirriando.
Pero antes de mudarse de Palacio, hizo otra trastada: impuso a Mario Delgado como secretario de Educación en el gabinete de doña Sheinbaum. La CNTE detesta a Delgado, de siempre. Qué ganas de ponerle las peras a 24 a su sucesora designada.
El viernes, con la CdMx enloquecida por los de la CNTE, la Presidenta se negó a recibirlos (hizo bien), porque, dijo ella, no tendrían por qué haber “afectado, como afectaron, a muchos ciudadanos de la ciudad”. ¿Es por eso?… bueno, su héroe así hizo su carrera política, señora, y a usted no le pareció mal la toma de pozos petroleros o la capital el país cuantas veces le vino en gana, en especial en 2006, durante 47 días, afectando a miles y miles de personas. Mala excusa.
Lo peor es que con la CNTE, no habrá acuerdos válidos y sostenibles, seguirán de rehenes los estudiantes y las ciudades que ellos quieran, y el gobierno hará todo menos aplicar la ley, seguirán cediendo y tolerando. Así señora, nada se arregla, eso es taparle el ojo al macho.