EDG INFO
En el entramado histórico de la región frailesca de Chiapas, San Lucas se perfila probablemente como uno de los primeros espacios de ocupación colonial en el valle del Cutilinoco. De acuerdo con versiones históricas retomadas por el cronista independiente de Villaflores, Jaime Flores, es probable que los restos que hoy yacen en esta zona correspondan a la antigua capilla de San Lucas, una estructura levantada por los frailes dominicos como parte de su proyecto de expansión doctrinal y productiva.
Durante el siglo XVII, los dominicos desarrollaron una intensa actividad en el área, estableciendo haciendas agrícolas y ganaderas que tenían un doble propósito: evangelizar a la población nativa y garantizar el abasto alimentario de Ciudad Real —actual San Cristóbal de Las Casas—. Según narra Juan Pedro Viqueira en “Chiapas, los rumbos de la otra historia”, hacia 1697 ya se contabilizaban en la zona tres estancias ganaderas y un ingenio de azúcar, posiblemente asentados en terrenos de San Lucas.
Este enclave, junto con otras propiedades como San Jerónimo, Santa Catarina la Grande, San Pedro Buenavista o Espíritu Santo, formó parte de una red de haciendas dominicas que operaron en un contexto geográfico aislado, sin fundación de pueblos ni desarrollo urbano formal.

La ocupación del territorio fue silenciosa, concentrada en el trabajo de la tierra y en el levantamiento de pequeñas ermitas que, como la de San Lucas, sirvieron de avanzada doctrinal en zonas donde aún no se consolidaban estructuras eclesiásticas mayores.
La historia de San Lucas se inserta en un momento crucial para la configuración de la Frailesca, cuando frailes como Bartolomé de las Casas, Juan de Zapata, Juan Ortega, Andrés de Ubilla y Tomás de Casillas recorrían los caminos polvorientos del valle con el propósito de establecer misiones y controlar espacios productivos.
Bajo el control de la orden dominica, la tierra fue utilizada para el cultivo de caña, maíz y el desarrollo de la ganadería, consolidando una economía rural que no dio pie a la fundación de núcleos poblacionales duraderos, lo que refuerza la idea de que la región permaneció dispersa y poco habitada durante gran parte del periodo virreinal.
Con el paso del tiempo y la llegada de las reformas liberales del siglo XIX, muchas de estas propiedades pasaron a manos civiles, marcando el fin de una era dominada por la Iglesia y dando paso a una nueva configuración social. Hoy, los vestigios materiales como los de la capilla de San Lucas, evocan ese pasado silencioso pero determinante, donde la historia de Chiapas se fue escribiendo no desde las grandes ciudades, sino desde los márgenes, entre cañaverales, caminos rurales y la memoria persistente de lugares como éste.
(Con información de Noé Juan Farrera Garzón)