Crimen perfecto

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LA FERIA/ Sr. López


Tío Manuel, uno de Toluca, fue muy mandón, más terco que mandón, pero más que terco y mandón, muy rico (eso ayuda). No le amargó la vida a su esposa, tía Clarita, ni a sus 14 hijos (catorce), porque no siendo buena persona, no era tan malo y era muy rico (eso ayuda). Pero no tenía previsto vivir tanto y vivió tanto que ya muy anciano, daba ternura ver cómo desde tempranito, lo sacaban en su silla de ruedas al portal de uno de los patios de su casa con una cobija en las piernas y una boina en la cabeza; lo metían a la hora de comer; lo volvían a sacar hasta la hora de la merienda; merendaba a querer o no, y lo acostaban, quisiera o no. Murió muy pasado de cien años (después de cien todo es mucho), y uno de sus hijos, dijo: -Por tanto vivir, le tocó obedecer muchos años -la vida.

Debe usted recordar que antes de la señora Sheinbaum, habitó Palacio Nacional un mequetrefe (palabra precisa, mequetrefe es el revoltoso, entremetido y de poco provecho; del árabe clásico ‘muḡatrif’, arrogante), un mequetrefe que no gobernó al país, que gobernar es dirigir y él lo mangoneó con dos propósitos: darse el gustazo de mandar y construir su propio monumento de prócer; por eso lo de la cuarta transformación, equiparándose a Hidalgo, Juárez y Cárdenas.

El mequetrefe actúo siempre, con el modelo de lo que para él es su arquetipo: el priismo echeverrista, el que conoció y le gusta, autoritario, impune.

Los presidentes de este país son intocables, sí, y ya siendo ‘ex’, también. Pero como amateur del poder que es (de Macuspana a Palacio Nacional, la distancia es mayor que de la galaxia Andrómeda a la Tierra), no sabe que esa inmunidad tenía ciertos límites que no franqueaban los presidentes tricolores (y los azules, menos); tampoco sabe que ahora hay instrumentos legales extraterritoriales que pueden dar muchos quebraderos de cabeza a jefes de Estado mequetrefes y aun sin consecuencias carcelarias, dejarlos en el basurero de la historia.

El viernes pasado, la ONU inició un procedimiento contra nuestro país. Nunca había pasado, México (aunque usted no lo crea), en las instancias internacionales tenía buen prestigio y era respetado. Era.

El Comité de la ONU contra las Desapariciones Forzadas, afirma que tiene información “muy preocupante y fundamentada (…) de que la desaparición forzada se lleva de manera general o sistemática en el territorio que es jurisdicción de México”. No es chisme de prensa guanga ni pelotazo de ‘youtuber’, es asunto serio, lo declaró el presidente del Comité, un tal Olivier de Frouville, quien informó que se solicitará información a nuestro gobierno federal, previo al procedimiento.

El gobierno no puede desentenderse de esto. México firmó (en febrero de 2007), y ratificó (en marzo de 2008), su adhesión a la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas Contra las Desapariciones Forzadas, cuyo Comité hizo este ingrato anuncio. Y muy, mucho muy serio, es que México, al firmar esa Convención, aceptó “la jurisdicción universal para investigar, juzgar y sancionar a los responsables de las desapariciones forzadas”.

Otra cosa que no puede evadir esta administración del segundo piso, es que el asunto es precisamente contra el gobierno de su amado líder, ese que NO vive en Palenque.

Mire usted, México lleva el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no localizadas, desde 1964 y para el 1 de diciembre de 2018, eran 53,296 desaparecidos. Pero ya cerca del fin de ese gobierno de mentiritas y mentirotas, ya eran más de 115 mil. O sea, en seis años hubo más desaparecidos que en los 54 años anteriores.

Es relevante mencionar qué se entiende por desaparición forzada según esa Convención (artículo 2): “(…) el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado, o de personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida (…)”.

Eso es lo que prendió el foco rojo en la ONU, las desapariciones en México, salvo excepciones raras, muy raras, no las realiza el gobierno ni sus agentes, no, pero sí el crimen organizado y con la política de “abrazos” a los delincuentes, hubo aquiescencia, que es admitir, consentir, tolerar; hubo negativa a reconocer; y también ocultamiento.

No se puede esconder. Ese que en mala hora fue Presidente, el 18 de mayo de 2022, cuando ya eran cien mil desaparecidos, lo justificó diciendo que “antes no lo buscaban, pero ahora sí”.

Luego, el 16 de noviembre de 2023, cuando ya eran 126 mil desaparecidos en el registro oficial, dijo que era una cifra alterada: “(…) no es, no es cierto y lo vamos a probar porque hemos hecho un censo casa por casa y los desaparecidos se han encontrado”. La Comisionada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (CNB) renunció por dignidad.

No fue sino hasta el 14 de diciembre de 2023 que el de la hamaca, presentó el resultado de su “Estrategia Nacional de Búsqueda Generalizada” y dijo que habían aparecido 16,681 personas… pero el censo lo hizo la Secretaría de Gobernación con “siervos de la nación”, no la CNB, a pesar de lo cual la cifra quedó en más de 109 mil.

Así las cosas, terminado el infausto periodo del encubridor de Macuspana, la cifra llegó a 150 mil desaparecidos. Y no inventa este su texto servidor: la Comisión de la ONU visitó México, hizo sus averiguaciones y concluyó que en nuestra risueña patria, la desaparición de personas, es “el paradigma del crimen perfecto”. Y favor de no olvidar que hay más de 52 mil cadáveres sin identificar en las morgues del país.

Los cuatroteros no se van a imponer a la ONU. El mundo sabrá que el anterior gobierno fue criminal, al mando de un criminal.

Si el actual gobierno insiste en la defensa a ultranza de ese adefesio, pasará a ser cómplice. Crímenes de tal magnitud, no se pueden esconder, de esos no hay crimen perfecto.

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