El Ch’ul Lo’il Tajimol: carnaval de Carranza

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EDG INFO

El maestro Juan Martín Coronel Lara compartió detalles sobre el origen del Carnaval o Ch’ul Lo’il Tajimol en la antigua San Bartolomé de los Llanos, hoy Venustiano Carranza, Chiapas. Esta festividad tiene lugar el domingo y lunes, días previos al Miércoles de Ceniza y es una de las celebraciones más emblemáticas de la región.

Cerca de diez comparsas, formadas por los distintos barrios de la localidad, se organizan para danzar en los atrios de las iglesias, mostrando una tradición que fusiona elementos prehispánicos, la cultura maya, la vida contemporánea y la influencia del catolicismo español.

Según la tradición oral tzotzil, existen dos vertientes históricas sobre el significado del carnaval. Una de ellas relata la huida de Jesús de Nazaret de los judíos ladinos que intentaban aprehenderlo. Según la leyenda, Jesús se refugió entre un grupo de indígenas que danzaban con «maruchas», y cuando sus perseguidores se distrajeron uniéndose al festejo, logró escapar. Este relato originó a los tres personajes principales del carnaval: los chamulas, el ladino y la marucha.

La otra versión, de raíces más antiguas y menos influenciada por el catolicismo, habla de los Tan O’Ketik o Pies Descalzos, hombres sabios y poderosos de San Bartolomé de los Llanos. Se dice que estos ancianos poseían poderes extraordinarios, como el control del rayo, el torbellino, el viento y el colibrí. Según la narración, derrotaron a los monstruos Bilom Ik’al y Chanul Nichim, que amenazaban con destruir el pueblo. Gracias a estas hazañas, los habitantes de la región recibieron el gentilicio de «Totikes», que podría traducirse como «Dioses».

Hoy en día, estos relatos continúan vivos en la memoria de los habitantes de Venustiano Carranza, quienes consideran que los antiguos dioses, con su «Ch’ulel» (alma o esencia), siguen protegiendo el pueblo desde el cerro de Ch’ul Vits.

El carnaval se manifiesta en dos variantes: la tradicional y la contemporánea. Ambas representan una festividad que une a la comunidad en torno a la danza, los juegos y el simbolismo de las máscaras, reafirmando la identidad cultural y la herencia histórica del pueblo tzotzil.

(Con información de Noé Farrera)

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