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El 16 de enero, la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo recibió a centenares de mujeres provenientes en su mayoría de Tuxtla Gutiérrez, conocidas como “Tuxtlequitas”, quienes participaron en una tradición que honra al Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y San Sebastián.
Portando hermosos trajes tradicionales —con falda a cuadros en blanco y negro, blusa bordada, rebozo, y una canasta decorativa— las Tuxtlequitas llevaron ofrendas de frutas, panes, dulces y verduras adquiridas en la iglesia de San Sebastián. Estas ofrendas fueron colocadas en una carreta adornada, que es tirada por hombres chiapanecos vestidos con trajes de manta, sombrero de palma, y paliacates rojos, en grupos de cuatro a seis personas.
El recorrido comenzó a las 12:30 del mediodía en la galería “Casa de la Chuntá”, con música de tambor y carrizo, para rendir tributo a las imágenes religiosas. La carreta y el contingente recorrieron hermitas e iglesias al ritmo de música tradicional, hasta llegar a la casa del prioste de San Sebastián. Allí se entregaron las ofrendas como tributo al Santo Patrono de los Parachicos.
Según el maestro bordador y danzante zoque, Gonzalo Gurría, esta tradición tiene raíces en los antiguos tuxtlecos que, durante la Fiesta Grande, aprovechaban la ocasión para vender productos y dar gracias al Santo Patrono. Aunque esta costumbre se perdió con el tiempo, los hermanos Madrigal la rescataron, fortaleciendo este intercambio cultural y espiritual entre Chiapa de Corzo y Tuxtla Gutiérrez que crece más a cada año.
(Con información de Noé Farrera)
