LA FERIA/Sr. López
En la familia materno-toluqueña era sabido que para casos de apuro, se podía recurrir al autleco progenitor de este menda, por habilidoso y porque no se andaba con chiquitas. Así, una vez, su suegra, la berrinchuda abuela Virgen -la de los siete embarazos-, estaba muy enferma, hirviendo en calentura, pero se negaba a que le pusieran la serie de inyecciones que le recetó un médico porque ella solo tomaba chochitos y tecitos. Se convocó a López Senior, se le explicó el caso y sin abrir la boca se metió a la recámara de la gordezuela viejita, la levantó de la cama con esa su fuerza de orangután, se la cruzó en las piernas, le subió el camisón, le bajó el calzón y la inyectó, sin decir “con permiso”, aunque ya devueltas a su lugar las prendas, sí dijo: -Vengo mañana –y se curó, claro, pero no le habló meses a su yerno.
El viernes pasado pasó lo que iba a pasar: nuestro gobierno perdió la disputa contra los EEUU y Canadá, al amparo del T-MEC, sobre la prohibición del maíz amarillo genéticamente modificado para consumo humano, que emitió mediante decreto publicado el 13 de febrero de 2023, el anterior arrimado en Palacio Nacional, por sus purititos calzones, por sus creencias, por sus terquedades y su ignorancia.
Para el señor ese que según dicen, ahora vive en Palenque (se solicita información), el maíz transgénico dañaba la salud y a nuestro sacro maíz nativo, pero su decreto quedó en vacilón porque no menciona ningún análisis o evidencia científica que lo demuestre, aunque después, pero-por-supuesto, sus subordinados, empleados besa-manos y algunos queda-bien, dieron “sustento científico” a la puntada presidencial. Hicimos el ridículo.
El decreto cuatrotero afectaba las multimillonarias ventas de los EEUU y Canadá, de maíz transgénico a México. Nuestros socios en el T-MEC, pidieron explicaciones y aclaraciones, porque la palabra del mesías de Palacio, no les parecía la del Dr. Pasteur. Oídas que fueron las necedades, disparates y mentiras de nuestras autoridades, recurrieron al panel de controversia.
Eso del panel de controversia es cosa seria. En este caso se integró por siete personas de las que una lo presidió. Los países involucrados en la controversia se pueden poner de acuerdo para elegir al Presidente del panel; si no lo hacen, se sortea qué país elegirá al Presidente. Ya nombrado, cada país elige a dos panelistas de nacionalidad diferente a la propia. Pareja la cosa.
Perdimos en el panel por falta de sustento científico; hicimos un papelón. Ya ni modo. Los productores de EEUU y Canadá, podrán reanudar sus exportaciones de maíz modificado a México. La solución obvia sería que no necesitáramos importar maíz, pero eso es una ilusión. Nada más el año pasado el 56% de lo que se consumió fue importado, según la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA). Lo triste es que el sector agrícola fue abandonado en el anterior sexenio y creció nuestro déficit en producción de alimentos. La austeridad republicana pasa factura. Se puede remediar… se podría remediar.
Ahora falta que si nuestro gobierno sigue creyendo que se va a salir con la suya con las restricciones que unilateralmente puso al sector energético, beneficiando a la mala a CFE y Pemex, nos lleven a otro panel que otra vez perderemos. Le están regalando balones al tal Trump.
Como sea, hay algo muy interesante. La Secretaría de Economía, a cargo de la excorcholata Ebrard, ya sabiendo cuál fue el fallo del panel sobre el maíz, emitió un comunicado diciendo que no está de acuerdo pero que va a respetar lo resuelto (ni modo que no), y añadió:
“El Gobierno de México reitera su compromiso de proteger valores fundamentales como la salud, la moral pública, la conservación de los recursos naturales, la cultura de la población mexicana y los derechos de los pueblos indígenas (…)”.
Vuélvalo a leer, despacito… sí, sí dice que el gobierno tiene el compromiso de proteger la moral pública. Moral y maíz. ¡Vaya!
Esas cosas se dicen cuando los funcionarios son loros que repiten frases porque suenan bien, porque acomodan al discurso en boga y en el caso de los cuatroteros -de algunos, tampoco todos-, porque sí creen que tienen autoridad para entrometerse en todo, incluida la moral.
La moral no es campo en el que ningún gobierno pueda intervenir. La moral es el conjunto de las normas que regulan el comportamiento de los que integran la comunidad, conforme a sus costumbres, su religión… su cultura, pues.
Es la ética lo que toca a los gobernantes, entendida como el conjunto de normas (leyes y reglamentos), cuyo objeto es proteger a los individuos de cada sociedad, proteger su vida, su libertad, su propiedad, sus derechos. La ética busca verdades o principios racionales de validez general del todo independientes de la moral de los individuos de cada sociedad, de cada cultura.
Así, no es tan raro que se contrapongan moral y ética. Por ejemplo: en Sicilia la ‘vendetta’, es la venganza que se acostumbra de parte de los integrantes de una familia o un clan, sobre de cualquier integrante de la familia o el clan, al que pertenezca el que cometió un agravio; alguien cometió un asesinato y en venganza matan a cualquiera de su familia o de su pueblo. Eso no lo permite la ética, la norma legal, y la autoridad interviene para castigar al que cometió el primer homicidio y también al que ejerció la ‘vendetta’.
A los gobiernos toca eso, la ética y por eso, juran solemnemente cumplir y hacer cumplir las leyes (no se ría, no sea así), nada más, nada menos. Es la ética pública lo de su responsabilidad, hacer imperar la ley bajo los principios de legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia.
Los gobiernos no pueden meterse en la moral. No deben ni opinar sobre lo que los individuos consideren una falta al comportamiento aceptado en la sociedad o el sentido del pecado conforme a su religión.
Por supuesto lo deseable es que los gobernantes tengan moral… bueno, que cuando menos no sean inmorales, amorales y similares.