Sr. López
Asumió el definitivo estado de fiambre el notable tío Odiseo (así se llamaba, en serio, y su hermano, Ulises; cosas de su padre que a su hija le puso Penélope), y su sepelio tenía que ser y fue notable: asistieron, su exesposa, tía Chayo; su legal viuda, la señora Margot; y otras tres señoras anónimas, de riguroso luto las tres. La tía Chayo, porque acompañó a los cinco hijos que tuvo con él; la viuda, por eso, porque presidía; y las otras tres, sin dar explicaciones que no hacían falta. La tía, seria; la viuda, poco llorosa; y de las otras tres, una se quiso tirar a la sepultura, pero nadie la detuvo y desistió; otra -en estado inconveniente-, llevó mariachi; y la tercera escupió el ataúd. Notable el tío, unos lo querían, otros lo detestaban; unos lo admiraban y otros lo despreciaban. Este menda lo quiso porque daba muy buenos ‘domingos’. La vida.
En seis días (sin contar hoy), termina el gobierno del arrimado en Palacio Nacional (y se insiste en que según el diccionario de nuestro hermoso idioma, arrimado es quien vive en casa ajena, a costa o al amparo de su dueño… como anillo al dedo). Concluye lo que para unos es el peor gobierno en la historia moderna de México; y para otros, el fin, la consumación, de un gobierno ma-ra-vi-llo-so, mejor imposible. Cada quien.
Dejando de lado apreciaciones personales y juicios que bien pueden estar influidos por el subjetivismo que nos es tan propio a los de nuestra especie, lo prudente es dejar en manos de la realidad el dictamen final.
Pero ese sujetarse a la realidad, sin confundirnos por la ambigüedad de que la misma realidad es vista y considerada de distinta manera por los diferentes participantes en ella, pues es muy cierto que no es lo mismo ser un daño colateral de esta administración, que uno de sus beneficiados; por lo que resulta conveniente aclarar que coexiste esa realidad como la percibe cada quien -bien o mal-, con la realidad objetiva, la existencia real y efectiva de algo; la verdad, lo que ocurre verdaderamente; lo que se contrapone a lo fantástico e ilusorio (de lo que se desprende la autoridad palmaria de Aristóteles y Tomás de Aquino, que por más que le buscan, es la hora que nadie consigue demoler su robusta filosofía… porque ambos parten de la realidad monda y lironda; pero eso es otra cosa, disculpe).
Como sea, en qué parte del espectro de nuestra historia (que va de pésimo y dañino a bueno y estupendo, pasando por diferentes grados de mediocridad), se ubica el gobierno del ‘Hombre que habla’, el tiempo lo dirá, sin haber impedimento a dejar muy claro que el autodenominado transformador de México, mintió, traicionó y robó… y aparte, muy destacadamente, dicho por él: fracasó en su “transformación” al no conseguir recuperar la seguridad pública; él lo dijo, él se aguanta.
Mintió inagotable, cotidiana y constantemente, mintió, mintió y hasta con la verdad engañó. Traicionó sus promesas y compromisos, traicionó a sus seguidores y fanáticos que lo siguen siendo, unos por interés y otros, por ese involuntario rechazo mental a aceptar que se ha sido el tarugo de otro. Y robó, que robar es tomar lo ajeno, sea para engordar el propio peculio o “para gasto político” (coartada de pillos), pues robar es robar y en este sexenio alcanzamos cotas de desfalco al erario, nunca antes vistas, sin mencionar que permitir robar desde la presidencia de la república es falta imperdonable, pues un tipo que roba es mucho menos nocivo -es uno-, que aquél que lo permite al tropel que lo acompaña en su gobierno (no por generoso sino porque la corrupción aglutina a los subordinados y permite tener una correa de control, disciplina obligada y eficaz represalia en caso de necesidad).
Otra cosa que no se le puede regatear a este gobierno cuatrotero, es que transformó hasta desfigurar al gobierno nacional, con secretarías como la de Endeudamiento y Desvío (antes Hacienda); la Secretaría de Abrazos y Obras Públicas (antes Defensa Nacional); la Secretaría de Marina en Tierra y Aduanas; la Secretaría de Doctrina (antes Educación Pública); la Secretaría de Dobladas y Relaciones Peligrosas (antes Relaciones Exteriores); la Secretaría de Dinamarca (antes Salud); o la Defensoría Nacional de Funcionarios de la 4T (antes Función Pública, la contraloría).
Lo anterior sin omitir otros notorios cambios que derivaron en la Fiscalía General de Persecución y Acoso de Adversarios; la Unidad de Inteligencia Política y Hostigamiento a Prensa y Empresarios (antes UIF); y la Agencia Superior de Encubrimiento (antes Auditoría Superior de la Federación). Pero también creó otras dependencias, como la Secretaría de Celebraciones Masivas; la de Procesiones Triunfales y Giras; la de Estadísticas y Verdades Alternas; la de Moches y Asignaciones Directas. Sin dejar de mencionar la atrofia absoluta de entre otras, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos o como la inanición de la Secretaria de Cultura.
Ahora sí, que la realidad se abra paso y ponga en su lugar a este gobierno del millón de muertos.
¡Ah!, y algo que no tiene ninguna importancia pero acomoda aclarar: este Presidente con su 62% de popularidad, no es el campeón pues sin contar a Peña Nieto que acabó fatal, en su último año, el Fox andaba en el 64%; Calderón, en el 66%; y el innombrable Salinas de Gortari cerró arriba del 70%, digo, la historia no le reserva un sitial especial (sin decir que en las mismas encuestas, su gobierno sale reprobado).
Seis días más y a su finca en Palenque, a la que puso un nombre que permite apreciar su elegancia, su finura intelectual, su chispeante sentido del humor, porque más que ser ‘El hombre que habla’, es el ‘Hombre que ríe’, el de la novela de Víctor Hugo (adaptada al cine por Paul Leni en 1928, película estupenda… siempre al día este menda), con un personaje al que desfiguraron cortándole las mejillas para hacer que sonriera siempre, con un gesto monstruoso, igual que el de López Obrador, único Presidente cruel que hemos tenido, por eso su sonrisa es mueca cruel.