La Silla: La Feria

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Sr. López

Tía Luchita decidió terminar su matrimonio con tío Neto, porque llevaba casi veinte años aburrida y por la acumulación de esas pequeñeces que hacen insoportable vivir con alguien. Así, le dijo que la invitara a cenar (no quería escenas), que tenía algo “muy importante” que platicar con él. Extrañado y todo, el tío aceptó y quedaron en ir al Sanborn’s de Palacio de Hierro (Durango). Lo esperó largo rato (como siempre), y más decidida se puso. Cuando llegó lo notó caminar agitado, muy sonriente: -Vieja, ¡nos sacamos la Lotería! –exclamó sentándose y echando sobre la mesa el periódico y el billete entero; después de revisar juntos que sí era el billete premiado y embargados por una alegría incontenible, pidieron enchiladas suizas y ya comiendo, él preguntó: -¿Y qué querías decirme? –y tía Luchita respondió: -Nada, tontito, era excusa para vernos –rigurosamente cierto, contado por ella ya viejita, viuda… y rica.
Los expertos publican análisis sobre cuáles son los principales problemas que enfrentará el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Muy tristemente, en primer término aparece la inseguridad pública; después se enlistan los demás: salud, educación, economía, etc. (excepto la cultura, ese tema ni se toca), todo lo que siempre está pendiente en nuestro risueño país.
Todo mexicano exitosamente destetado, sabe que como corresponde a todo gobierno entrante, se harán discursos más o menos bien hilvanados, más o menos adecuados a la circunstancia, aunque no necesariamente se sujeten a los criterios generalmente aceptados de lo que es verdad, siendo algunas veces cosas que se dicen porque hay que decir algo, ‘flatus vocis’, voces vanas.
Por eso mismo, importa tener presentes los dichos de doña Sheinbaum, por ejemplo, su discurso del mero día en que ganó los comicios, cuando dijo: “Vamos a ampliar el acceso a los derechos del pueblo de México, a la educación, la salud, la vivienda, la cultura, vamos a seguir construyendo un verdadero Estado de Bienestar”. ¡Ya empezamos!
Eso del Estado de Bienestar admite interpretaciones desde todos los extremos del espectro político. En general se entiende por Estado de Bienestar aquél en el que el gobierno asume la responsabilidad de proveer todo lo necesario para el cumplimiento de los derechos humanos y sociales (el bienestar, pues), de todos los habitantes de un país; en nuestro caso, salud, educación, vivienda, alimentación, medio ambiente sano, agua limpia y más cosas que están en la Constitución. Bueno, no se le vaya a olvidar: doña Sheinbaum le va a ampliar a usted el acceso a esos derechos… (o sea, no dijo nada, ¿o cómo se amplía el “acceso”?).
Tal vez con ánimo de ir concretando las cosas, doña Sheinbaum ya anticipó que implantará tres programas sociales más: Beca universal para todas las niñas y niños (no ha dicho de a cómo); Apoyo a todas las mujeres de 60 a 64 años de edad (tres mil pesos bimestrales); y el Programa Salud Casa por Casa (consultas especializadas para adultos mayores, a domicilio… ojalá incluya medicinas, ya ve luego). No se sabe hasta dónde pueda estirarse más el presupuesto de este país, pero, a fin de cuentas, prometer no empobrece.
Y para los que se ponen nerviosos porque la señora es socialista (y sí es), se les recuerda lo que ella misma definió en entrevista publicada por Associated Press el 14 de marzo del año pasado: “Para mí, ser de izquierda tiene que ver con eso, con garantizar los mínimos derechos a todos los habitantes”. Los mínimos… es cosa de ver qué es mínimo para ella, qué tanto es tantito, porque no es lo mismo el mínimo aceptable para Carlos Slim que el mínimo del jicamero de la esquina.
Pero si para ella, eso es ser de izquierda, le tengo noticias, muy parecido lo decía Otto von Bismark (1815-1898), canciller de su país, artífice de la unificación de Alemania y creador del primer sistema de protección social generalizado, no por simpático (que no era), sino para alejar a los obreros del socialismo (por cierto). Da lo mismo.
Y da lo mismo porque aunque fuera fanática de Carlitos Marx, Fede Engels o Pepito Stalin, México está atado y bien atado a los EUA, al libre mercado, a los organismos financieros mundiales y para nuestra dicha o desgracia, según el gusto de cada quién, somos factor muy importante en los intereses geopolíticos del tío Sam.
No somos una isla en el Caribe ni un país en Sudamérica, no, somos su frontera sur, su principal socio comercial y al precio que sea, ese balón, México, no lo dejan suelto. El tío Sam aprendió hace mucho a comerse en taco (con guacamole), los arranques de grandilocuencia de nuestros políticos. Las declaraciones bombásticas y campanudas de nuestros exaltados, no les mueven el copete a los vecinos, ellos a los hechos y en los hechos, a la hora buena, siempre oyen el reglamentario “¡yes ir!”, de los defensores del himen patrio, esa nuestra soberanía que allá da risa, porque si un día de veras nos ponemos trompudos, nos revientan el país, sin un tiro, con aranceles, por ejemplo… o ventilando todo lo que saben de nuestros actuales redentores. El tío Sam es desalmado.
De regreso a doña Sheinbaum, se ha de tomar en cuenta su muy manifiesto interés en combatir la corrupción que corroe (como nunca antes, por cierto), la administración pública. Ya anticipó que va a crear la Agencia Nacional Anticorrupción y un marco normativo a nivel nacional para la investigación de actos corruptos. ¡Otra vez arroz!
Lo de siempre, crear dependencias, hacer leyes nuevas. En esas andamos desde 1982 cuando de la Madrid creó la Secretaría de la Contraloría General, que cada sexenio le cambian el nombre y sigue sirviendo para lo que se le unta al queso.
Señora, si va en serio, nada más deje funcionar a la hoy muy sometida Auditoría Superior de la Federación. Empuje iniciativas de ley que le den facultades y presupuesto suficientes. Que pueda tener oficinas en cada estado. Anímese y solo con eso, pasa a la historia.
Pero quién sabe por qué, les pasa como a tía Luchita… ya en La Silla.

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