No sé usted, pero este menda desde su más remoto recuerdo, se encuentra obedeciendo a alguna mujer: la mamá; la monjita de Parvulitos (no había kinder, eso llegó después); las dos abuelas; una fila de tías; las primas mayores; luego las novias, la esposa, las hijas… porque a partir de cierta edad, se obedece también a las hijas, claro que sí. Será por eso.
Ayer, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, se celebró la sencilla pero sentida ceremonia de entrega de su constancia a doña Claudia Sheinbaum, acreditando que es presidenta electa de México. La prensa nacional cubrió el evento como si fuera sorpresa.
Hubo discursos, parece que siempre que hay más de diez mexicanos reunidos hay discursos. En esta ocasión el de la presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Mónica Soto Fregoso, y pero-por-supuesto, el de la acreditada, Claudia Sheinbaum Pardo.
Como doña Claudia es mujer, se mencionó eso con frases hechas que dan náuseas: “no llego sola, llegamos todas”… “se ha roto el techo de cristal”… “quita el velo al patriarcado”. Se entiende, claro, después de milenios de ninguneo y maltrato a las mujeres, claro que se entiende y es digno de celebrar que después de dos siglos, haya llegado una mujer a la presidencia de la república. ¡Enhorabuena!
Pero no lo hagamos un asunto de género: si resulta una magnífica Presidenta, será ella la magnífica, no el género femenino; y si resulta una birria, no lo serán las demás mujeres, sería ella.
Otra cosa: no pongamos a competir a doña Claudia con los señores que la precedieron en el cargo; no es una prueba para ratificar que mujeres y hombres tienen la misma capacidad para gobernar, asunto superado desde largo tiempo atrás y que no aceptan solo los que padecen del síndrome MM (Machito Mínimo), como prueban señoras como Isabel la Católica, Isabel I de Inglaterra, Catalina de Medicis o su tocaya la emperatriz de Rusia, Catalina II, que reinó 34 años y no de gratis le dicen Catalina la Grande; y en tiempos recientes, doña Angela Merkel, la canciller de Alemania durante 16 años, en los que asumió sin duda el liderazgo de toda Europa, señora a la que se le llamó “canciller inoxidable”, “canciller de teflón”, pero el pueblo alemán le decía y dice, “mutti”… mamá (y en Alemania no son querendones, tómese en cuenta).
Sí, está casi fuera de lugar mencionar que doña Claudia es mujer, ¡claro que es mujer!, y parecen feminismo de ocasión las palabras de Mónica Soto, al felicitarla: “(…) con su llegada (…) nunca más la duda de si una mujer puede gobernar al país (….) este capítulo se inscribe en la historia del país y de la lucha feminista global (…). ¡Adentro!, y uno creyendo que los mexicanos la eligieron y no, fue parte de la lucha feminista global. ¡Dioses!
Ahora que si no fue un discurseo vano y si es en serio lo de la lucha feminista y que “llegaron todas”, este junta palabras sugeriría que se demuestre el movimiento, andando:
Sí, que doña Sheinbaum reciba a las madres buscadoras que a lo largo de este sexenio han sido ignoradas y hasta acusadas de formar parte de una conspiración contra López Obrador; que las reciba, que se entere de primera mano del calvario que sufren. Que les otorgue de inmediato los apoyos económicos, materiales y humanos, logísticos y policiales, que requieren. Es tan poco lo que sus peticiones significan para el inmenso poder del gobierno federal, que negárselos queda en gratuita vileza.
Que reciba también a los padres de niños con cáncer, que les resuelva su vía crucis con un telefonazo al Secretario de Salud (no hace falta más y eso hace más infame la desatención que sufren). Que reciba a las representantes de los colectivos feministas que reclaman acciones eficaces que frenen el asesinato de once mujeres al día, ya normalizado, ya parte del paisaje nacional; que claman contra la violencia sexual, la trata, las desapariciones y por condiciones reales de igualdad de salarios.
Una última sugerencia: que nunca durante su administración, doña Claudia permita que se cierren las puertas del Palacio Nacional a las marchas de protesta de mujeres; ya verá que no están locas pero tampoco son tontas, que saben escuchar y saben cuándo las engañan. Y que entienda doña Claudia que cualquiera se exaspera ante las vallas metálicas que durante todo este sexenio han sido la respuesta oficial a sus más que justos reclamos… y que reflexione: si hay marchas de protesta es porque hay cosas que protestar. Ahí sí que atienda las causas.
Luego de la ceremonia en el Tribunal Electoral federal, doña Claudia se reunió con militantes de su partido en el Teatro Metropolitan para celebrar que ya es presidenta electa e insistir en que el Presidente saliente (45 días más, ¡qué nervios!), es el mejor Presidente que ha tenido México, lo mejor que pudo pasar al país, para luego soltar tan tranquila:
“Quería referirme a nuestro partido en particular, dejo de representar a una parte de la sociedad y a partir de hoy represento a todos los mexicanos. Les dejo en este paréntesis una sugerencia: sería pertinente convocar a un congreso de nuestro partido en este mes de septiembre. Pienso que es sólo una sugerencia y se actualice este nuevo proceso de la transformación, nuestros documentos básicos, nuestros estatutos que separe la labor del partido y del gobierno del proceso de transformación. Y que en este congreso se elija a la nueva dirigencia del partido, cierro el paréntesis, hasta ahí mi sugerencia amable como cualquier militante”.
¡Zambombazo!, la sugerencia amable como de cualquier militante no es eso, es la voz de la próxima Presidenta de la república. Y esa voz que es de mando, aclara primero que nada, que deja de representar a una parte de la sociedad (Morena), y sugiere un congreso para reorganizar a Morena de pies a cabeza, documentos básicos, estatutos, separar la labor del partido de la del gobierno y elegir nueva dirigencia… o sea: sí quiere gobernar ella. ¡Áchis!, ¡áchis!, ¡áchis!…