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El 8 de agosto, el pueblo mágico de Chiapa de Corzo, se viste de tradición y fervor, para celebrar la representación simbólica de la batalla entre los Alférez y Naguarés, una de las manifestaciones culturales más antiguas y emblemáticas de la región. Este evento coincide con la festividad de Santo Domingo de Guzmán, el santo patrono del pueblo.
La batalla, que se lleva a cabo en la explanada junto a la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, enfrenta simbólicamente a los Alférez, quienes representan a los jinetes soldados europeos, contra los Naguarés, identificados por su nombre que proviene del chiapaneca Na’guaré, que significa «máscara o cara de palo o madera».
Armados con machetes, los participantes simulan un enfrentamiento que se ha mantenido intacto desde hace más de un siglo.
Por la mañana, la tradición comienza con la participación de niñas y niños montados en caballitos de palo (madera), quienes emulan los movimientos de la batalla al ritmo del tambor y el carrizo. En la tarde, la representación cobra mayor intensidad, con la intervención de hombres adultos y jóvenes, quienes realizan varias pasadas a trote lento antes de enfrentarse en el centro del campo de batalla, donde chocan sus machetes de manera representativa.
Pese a la lluvia que se presentó este año, cientos de personas se congregaron para presenciar este acto cargado de simbolismo e historia. Los historiadores Nereo Nigenda y Mario Nandayapa, destacaron la pureza de esta tradición, que ha perdurado en su forma original y se realiza exclusivamente en la fecha señalada, a diferencia de otras manifestaciones como los parachicos, que se presentan en múltiples festividades a lo largo del año, fuera de las representaciones en fechas oficiales.
Este evento no solo es una representación cultural, sino un testimonio vivo de las raíces profundas y el respeto a las costumbres de Chiapa de Corzo, que año tras año sigue atrayendo a locales y visitantes por igual.
Previo al evento de los adultos, todos quienes representarán a los Alférez y Naguaré, se reúnen en casa de los patrones de cada bando, para caracterizarse y galopar con rumbo a Santo Domingo, para ir por el estandarte y visitar las ermitas, previo al encuentro en la explanada de lo que fue el camposanto.
En esta ocasión, es la única fecha en la que las máscaras y monteras de parachico reaparecen después de la Fiesta Grande de enero y los representantes de ambos bandos, son principalmente oriundos de Chiapa de Corzo.
(Con información de Noé Farrera Garzón)