Sr. López
Hace tiempo le comenté que la abuela Elena contaba que allá en Autlán a principios del siglo pasado, a un ranchero le robaron su semilla y no pudo sembrar nada de maíz esa temporada, tragedia. Pero el alcalde, don Margarito, señor panzón, de huarache, pistola al cinto y cabeza clara, supo quién era el ladrón quien aceptó devolver pero nada más semilla, y que don Margarito lo hizo entregar todo lo que con ella había cosechado: -Te ‘robates’ la semilla, te ‘robates’ el maizal -y a la Escobedo, que era la cárcel de Guadalajara… sin juicio ni engorros, eran los tiempos.
Ayer fue el Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro que resultó del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de 1990, celebrado en Argentina, en el que se firmó la Declaración de San Bernardo, documento principal en favor del aborto seguro y legal en América Latina… firmado por 200 feministas asistentes al evento. Leyó bien: 200, no 2 mil, no 20 mil… 200, punto.
En esa Declaración se afirma que la maternidad involuntaria es una forma de esclavitud y que los abortos clandestinos cuestan la vida a miles de mujeres; y se declara que “(…) el aborto legal y la anticoncepción segura y eficaz son derechos humanos a los que debemos acceder todas las mujeres del mundo (…)”.
¡Ah!, también dice la declaración esa que los gobiernos de la región han fallado en ofrecer métodos anticonceptivos seguros y condiciones que garanticen una maternidad plena. Curioso, la gesta proaborto y anticonceptivos, como garantía de maternidad plena. El derecho a comer carnitas para garantizar el peso ideal. Raro. A la maternidad plena por el aborto.
Es cuestión peliaguda sobre la que su texto servidor ha fijado postura varias veces y no va a repetirse porque entre otras cosas, no pretende hacer de convicciones personales, normas universales (ni del vecindario).
Demos por bueno que el aborto, todo aborto, es asunto de cada mujer no sujeto a sanción. Y aceptemos que al tratar el tema, esté prohibido hablar de bien y mal, de ética y moral, y muchísimo menos de la prelación, la preferencia del derecho a la vida sobre el derecho a no parir; no, por encima de todo la libertad absoluta y sin límites de las mujeres que quieran abortar, que no son pocas: según cifras oficiales el número de abortos legales realizados en centros médicos autorizados en México de 2007 a 2022, suma poco más de 265 mil, solo los legales. También quede aceptada la extraña equivalencia entre embarazo y esclavitud.
Y pero-por-supuesto, ni mencionar que no existe el derecho a abortar, en todo caso hay derecho a no abortar, porque es mucho pedir que quienes defienden el aborto ‘ad libitum’, libérrimo, entren en distinciones entre derechos legítimos y falsos derechos, más aún cuando se agrega al aborto libremente decidido, la obligación del gobierno a proporcionar gratuitamente el servicio a toda mujer que lo solicite, lo que equivale a que el derecho a viajar fuera acompañado de la obligación del Estado de proveer sin costo, transporte y hotel, porque viajar ¡es mi derecho! Sí, cómo no.
Como sea, desde principios de este mes la Suprema Corte declaró anticonstitucional la penalización del aborto en el Código Penal Federal (“anticonstitucional”, que va contra la Constitución, no inconstitucional que es cuando se vulnera la Constitución). Pelillos a la mar.
Pero, nada más para calibrar a lo que estamos llegando por ser políticamente correctos por temor y obsecuencia con feministas un tanto exaltadas (hay de otras), entérese que los ministros de la Suprema concluyeron que las leyes que prohibían la interrupción voluntaria del embarazo (el aborto, pero no usan la palabra, se oye feo), eran “contrarias a los derechos humanos de mujeres y personas con la capacidad de concebir”… o sea, aparte de las mujeres, hay otro tipo de seres humanos que se pueden embarazar, precisamente las “personas con la capacidad de concebir” (se solicita información)… sin miedo al ridículo, ditirambo lisonjero para quedar bien con la galería. Muy mal. A las cosas por su nombre: no se penaliza el aborto, y ya. Sin tanto trapito caliente.
Aceptado todo nos guste o no, aceptemos también sus consecuencias porque esto de no penalizar el aborto se sustenta entre otras cosas, en que en cierto número de semanas lo que está en el seno de la mujer, no es un ser humano, menos una persona (tiempo determinado con criterios médicos que curiosamente varían de país en país, extraño, pero así es).
En Derecho en términos generales, es persona todo aquél capaz de tener derechos y contraer obligaciones y vistas así las cosas, es claro que un óvulo recién fecundado, un feto en cualquiera de sus etapas previas al parto, podrá tener derechos como define el artículo 22 de nuestro Código Civil Federal “La capacidad jurídica de las personas físicas se adquiere por el nacimiento (…) desde el momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley (…)”, pero nadie en sus cabales puede sostener que un feto puede contraer obligaciones, por lo que no sería persona y no siéndolo, matarlo sería legalmente indiferente, como arrancarse un grano o extirpar un tumor: no es persona y ya.
Nada más que si aceptamos esta razonada sinrazón, entonces, como tampoco pueden contraer obligaciones los niños, ¿le parece hasta los seis años?, ni los retrasados mentales ni los que están en coma profundo, entonces no son personas y se les puede matar. Y ya en estas, los ancianitos que no atan ni desatan, también. Y no se crea que está en plan dramático este menda, hay quienes lo sostienen y han escrito sesudos estudios en defensa del derecho a matar a los que el Estado defina como no aptos, como no capaces, definidos como entidades de la especie humana pero no personas.
Y ya estamos de acuerdo, matar un feto humano no es punible, ni matar a aquellos que el gobierno vaya poniendo en la lista. No tenemos por qué desconfiar de nuestras siempre infalibles autoridades y que siga la fiesta de la sangre.