Sr. López
Antes de la inesperada irrupción de Xóchitl Gálvez en la contienda presidencial, el Presidente preveía un tranquilo triunfo electoral de su candidata, Claudia Sheinbaum, confiando el Presidente en que “La gente está contenta con la transformación, no hay malestar, las mentadas o los insultos son de los fifís o aspirantes a fifís” (diciembre 28 del 2022). ¡Qué bonita es así la política!, mi candidata va a ganar porque la gente está contenta conmigo y va a votar por ella nomás por darme el gusto.
Sin nadie esperarlo, Xóchitl Gálvez apareció en el escenario y el día de campo que organizaba el Presidente para Claudia y sus amiguitos, se transformó en un agarrón de Lucha Libre, La Ruda Gálvez contra Claudia La Científica. Dos mujeres, un camino, trepidante confrontación entre la mata pasiones Flor de Invernadero contra La Pasionaria Otomí; cabellera contra cabellera.
Para el estilo fajador de Madame X, no hay contraveneno Moreno porque el Presidente y sus huestes solo saben competir contra coludos muy coludos a los que un gesto, un amago de la Unidad de Inteligencia Financiera, basta para que se pongan muy modositos, ‘a tergo’, de perrito, flojitos y cooperando.
Pero ante una mujer que se hizo a sí misma y de vender gelatinas en su natal Tepatepec, Hidalgo, pasó -antes de participar en política-, a ser reconocida como una de las “100 líderes globales del futuro del mundo”, en el Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza, en 1999, para eso no tienen antídoto ni el Presidente ni los de Morena más aguerridos, su herramental sirve para desacreditar, perseguir, neutralizar, chantajear-extorsionar, a sus semejantes, pero es del todo inútil para disminuir o domar a una señora que no tiene esqueletos en su armario ni pelos en la lengua, que es lo que saca de quicio al Presidente, lo respondona. Si ni el Presidente le encuentra el modo a Súper Xóchitl, imagine usted a la Berrinchitos Sheinbaum aguantándole el paso toda una campaña, debates incluidos.
Dicen los que dicen que saben, que ahora la apuesta del Presidente de la república para los comicios del 2024, es más que nunca, mantener contra viento y marea, a Claudia Sheinbaum como candidata presidencial de él (o sea, de Morena), confiando en que ante el batidillo de la encuesta interna de Morena, Marcelo Ebrard abandone el partido y la causa para aparecer como candidato presidencial por algún otro partido, de preferencia Movimiento Ciudadano, por más que el dueño de esa franquicia, Dante Delgado, haya dicho que no aceptaría a Ebrard… pero el Presidente sabe que con Dante las cosas se pueden arreglar.
Supuestamente un Ebrard ofendido aseguraría romper el bloque opositor, pues con tres candidatos disminuiría la cantidad de votos que capte el Frente Amplio por México, pues en la óptica presidencial, a Morena nadie le roba un voto.
En sus cuentas mentales, con sus siervos (que no son siervos de la nación sino de él), podrá movilizar una masa de 10 millones de votos que sumados al voto duro de él, rondaría los 25 millones de votos, suficientes para ganar la presidencia. Bueno, podría ser pero el voto duro de él es de él, no es transferible, y por el resto de su vida que se le desea sea muy largo, nunca volverá a aparecer en ninguna boleta electoral. Lástima Margarito. Las cuentas alegres no son nada recomendables para estos menesteres.
Aparte, tiene un grave defecto esa estrategia: Marcelo Ebrard es muy correoso, sabe todo de la alta grilla y si de veras dejara Morena, no tan fácilmente va a caer en la trampa de ayudar al triunfo de la Sheinbaum, robándole votos a la oposición. No sería extraño que Ebrard, mejor negociara con el Frente Amplio por México y sumara su propia estructura a la campaña para asegurar la derrota de Morena-Sheinbaum-López Obrador y un cargo, con el añadido de que podría conseguir que su viejo conocido, Dante Delgado se sumara también, porque sería mucho mejor participar aunque fuera poquito en un gobierno de coalición, que quedarse arrumbado en un rincón, derrotado y con fama de esquirol.
Como sea: no es fácil ganar las elecciones de 2024 a Morena que tiene a sus órdenes todo el aparato federal y el de 22 estados de la república, con lo que significa de dinero, operadores y movilización efectiva y en efectivo, de electores el mero día de los comicios, junto con la ausencia absoluta de escrúpulos morales a la hora de hacer todas las trampas que sea posible.
Y no siendo fácil, ahora es posible. Nunca imaginaron en Morena ni en Palacio, que PRI, PAN y PRD se iban a unir… con la sociedad civil. El Frente Amplio por México (FAM) no es un muégano de partidos políticos que suman su desprestigio y las desilusiones que han provocado, es una coalición en la que las organizaciones de la sociedad civil, tienen un voto más que los partidos en el órgano interno de toma de decisiones del FAM. Ante su realidad, los tres partidos aceptaron que solos no iban sino a otro fracaso y aceptaron las condiciones de esas organizaciones apartidistas.
Aun así, el Presidente sabía que podía derrotar al FAM. Y era cierto. Hasta que apareció Xóchitl Gálvez y se encrespó una muchedumbre que de alguna manera y sin ponerse de acuerdo, coincide en que así sí, con Xóchitl sí. Y el fenómeno Xóchitl bien puede causar una estampida de votantes de Morena que la preferirán por encima de la señora Sheinbaum. No es tan difícil entenderlo.
Por el momento el Presidente pulsa la situación confiando en las discretísimas encuestas que le hace su propio gobierno, dicen que la Defensa Nacional. La esperanza es, era, que el fenómeno Xóchitl fuera pasajero. No lo es. Y en su rabia y su rencor, contra todo lo que se oponga a su sacra persona, arrecia sus ataques fortaleciéndola, porque carece de autocontrol y aparte, le queda una última esperanza: que el FAM no la haga candidata.
Y se oye a Cuco: ‘Y tú que te creías, el rey de todo el mundo; y tú que nunca fuiste, capaz de perdonar. Y cruel y despiadado, de todo te reías, hoy imploras cariño aunque sea por piedad’.