Sr. López
Tío Tacho (Anastasio), de los de Autlán, fue un ranchero pasado de rico que tuvo una única hija, guapa de sacarle resina a un poste de telégrafos. Contaba la abuela Elena que ya la niña en edad de merecer (?), lo visitó otro ranchero, padre de tres mocetones bien plantados, y le dijo que si le parecía bien, los llevaba para que la chamaca escogiera uno y si se entendían, hubiera boda. Pero el tío Tacho, contestó: -No, así van a acabar a tiros sus hijos, mejor vamos a su casa, a ellos no les dice nada y ya veremos si alguno le cuadra a mi muchacha –hubo boda, no balazos.
A ver, primero lo primero: las cuatro ‘corcholatas’ (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal), son contrincantes entre sí porque todos quieren lo mismo. Por seriedad se habla solo de cuatro ‘corcholatas’ porque los impresentables don Noroña y don Velasco, de ninguna manera tienen ninguna posibilidad de ser candidatos de Morena a la presidencia, digo, ni de Morena son, y no es de creer que si piensan, piensen que pueden llegar a Palacio Nacional uno por el PT, el otro por el Verde; tantita seriedad.
Desde que el Presidente nombró a sus cuatro ‘corcholatas’, los hizo adversarios políticos en el mejor caso, si no es que enemigos porque es tan inmenso lo que representa la presidencia de la república que citando a conveniencia a Nicolás Maquiavelo, para llegar a semejante cargo “no se debe guardar ninguna consideración a lo justo o lo injusto, lo piadoso o lo cruel, lo laudable o lo vergonzoso, sino que, dejando de lado cualquier otro respeto, se ha de seguir aquel camino” (no, no está en ‘El Príncipe’, busque en ‘Discursos sobre la primera década de Tito Livio’, libro III).
No es cinismo, es así la pasta humana y es así la política, en la que la rivalidad suele derivar a antagonismo, pugna, enfrentamiento y pendencia. Por eso se dice que en política los amigos son falsos y los enemigos, verdaderos; los afectos pasajeros, los odios, duraderos; la lealtad, rara, la traición continua. Aunque también sea cierto que en la política como en la guerra, se dan junto con las más bajas infamias, los actos más nobles, que sí, también hay políticos honra y prez de nuestra especie; por más que sean excepción, los hay.
Como sea, ante la posibilidad de ser Presidente de la república de este nuestro México, no hay puesto, prebenda, fortuna ni canonjía que sirva de premio de consolación ni conforte a nadie que haya aspirado a serlo sin conseguirlo. Y como de entre las cuatro corcholatas solo una (uno), ganará, los otros tres serán por siempre, perdedores, lo que puede provocar y provoca, frustración, rencor, envidia, celos que acaban en sólidas enemistades, en el mejor caso alejamiento.
Por la razón o sinrazón que haya sido, una vez pasadas las elecciones intermedias, el Presidente López Obrador, decidió alborotar la gallera, diciendo en su mañanera del 5 de julio de 2021:
“¿Quiénes pueden sustituirme? Bueno, pues primero hay que tomar en cuenta que va a ser el pueblo el que va a decidir. Ahora, del flanco progresista, liberal, hay muchísimos, como Claudia, como Marcelo, como Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle, bueno, muchísimos, afortunadamente hay relevo generacional”. Y se oyó el grito del palenque: ¡cierren las puertas!
Al paso del tiempo soltó eso de que “(…) yo soy el destapador y mi corcholata favorita va a ser la del pueblo, esa es la regla”. Y se les quedó lo de corcholatas.
Fue constante su alusión al asunto, ha quitado y agregado nombres, sin disimular lo divertido que es para él traer con el Jesús en la boca sus posibles ‘corcholatas’, hablando, eso sí, de que habrá “cambio con continuidad” (!), para finalmente, irse poniendo serio y en apego a los estatutos de Morena, hablar de la encuesta ya decantado por tres, Claudia, Marcelo y Adán Augusto a los que luego de muchos retobos añadió a Monreal.
Si de verdad la decisión del sucesor será por la encuesta, es lo de menos. Ante el peladaje que somos todos los tenochcas de a pie, la decisión es de él porque… porque es él quien decidirá. A ver, imagine que la encuesta dijera que Monreal es más popular que la Flor Más Bella del Ejido. ¿De veras lo dejaría pasar?, claro que no, como tampoco permitirá que sea Ebrard, por desconfianza en los dos, que tienen carrera política e ideas propias. Y eso es herejía para el señor de Palacio. Es Claudia y en caso de apuro, Adán Augusto.
El último que hizo algo parecido fue Miguel de la Madrid, que armó una pasarela de seis “distinguidos priistas” con Ramón Aguirre, Manuel Bartlett, Sergio García Ramírez, Salinas de Gortari, Alfredo del Mazo y Miguel González Avelar. ¿Y qué pasó?, que su sucesor fue Salinas y sin lastimar a sus competidores, los neutralizó durante todo su sexenio, con cargos y nombramientos, sí, pero cada día que pasaba, más lejos de él, más lejos del poder. E impuso su “carro completo”.
Ahora hay quien dice que López Obrador ya no va a poder controlar la decisión sobre su sucesor. No es cierto. Tiene completo su poder político y eso incluye el temor reverencial (“awe”, lo llamaba Hobbes), que mantiene la disciplina. El problema es después y lo sabe. Ya nombrada su candidata (o), puede desatarse una borrasca de pronóstico reservado atizada por los partidos de oposición, digan lo que digan.
Por eso el Presidente ofreció premios de consolación: el segundo lugar, al Senado, de líder; el tercer lugar, a lo mismo pero de diputados; y el último lugar, al gabinete en un “puesto relevante”. De risa loca. Después de casi haber sido candidato a la presidencia de la república, cualquiera de esos cargos de consolación, son residuos, sobras, el plato de la comida del perro.
Además, cuando se destape la ‘corcholata’, pasará de inmediato a otro estatus político porque todos los estamentos del poder saben que lo más seguro es que llegue a Presidenta (e), y va a hacer y deshacer desde candidata hasta el 2030.
Malo para el país un Presidente que siembra vientos.