Sr. López
País es un territorio habitado y gobernado. No son país unas montañas y praderas deshabitadas o con pobladores sin gobernarse, en el despelote, librados a la ley del más fuerte.
México es país: tiene territorio, habitantes y gobierno (bueno, regular o malo, pero gobierno, con leyes, jueces, funcionarios y todo el etcétera que implica la palabra gobierno).
Sin recurrir a encuestas (que en nuestra risueña patria no son siempre de fiar), se puede afirmar que hay quienes disfrutan de esta nacionalidad y piensan que las cosas están de rechupete, muy bien, aunque los que opinan así no son muchos. A falta de sondeos creíbles, recurramos al sistema métrico mexicano (smm):
Los que están felices de la vida en México son un chirris (cantidad inferior al 1%, un chirris); los que así se sienten son hijos de ricos, de políticos, de grandes líderes sindicales, el mirreinato completo (o simples babosos). Hay otro chirris, integrado por quienes piensan que nada más hay algunas cosas un poco mal. Estos dos chirris poblacionales, no dan ni para un décimo de un decil (en estadística descriptiva un decil es una décima parte de la muestra o población; dicen decil para mantener facha de sabios).
Según el IGE (Índice General de Enchilamiento), el resto de los tenochcas considera que México anda mal: desde mal a secas hasta fatalmente mal. En unidades smm, los que creen esto, son un freguero (más del 20%); los menos dramáticos, pero que viven mentando madres, son un bolón (entre el 70 y el 75%); bolón más freguero, da arriba del 95%… sin recurrir a los misteriosos deciles.
Nota: las unidades del sistema métrico mexicano (smm), se expresan habitualmente con majaderías de alto octano, pero aquí, para evitar sanciones de la FIFA se expresan en términos que se puedan repetir delante de la abuela… si la abuela es de las de antes, que ahora las hay léperas y hasta pelanduscas.
Después de estas previas consideraciones científicas, no es aventurado afirmar que en México, la inmensa mayoría de las personas no están contentas con el modo en que se gobierna al país, ni satisfechas por los beneficios que reciben de la política nacional como se diseña y conduce desde las alturas inalcanzables de Palacio Nacional; para no mencionar cosas que por sabidas es mejor callarlas: la inseguridad pública, por ejemplo.
Si esto es cierto y la mayoría no brinca diario de la cama echando un ‘¡ajúa!’ de felicidad, ansioso por salir a disfrutar las delicias del deporte de alto riesgo de usar el transporte público (por ejemplo, combi o Metro), ni saboreando los alegrones que se llevará en el mercado, viendo que para todo le alcanza, entonces la pregunta que surge es: ¿qué está mal en México?, ¿cuál es nuestro principal problema? Si bucea un rato en San Google, se va a llevar una sorpresa: no sabemos.
Para no perder objetividad ni dar la impresión de que la trae uno contra la 4T, este menda seleccionó información de por allá de abril del 2017, de la plataforma digital ‘Voto Informado’, de la UNAM, que encuestó a dos mil candidatos a diputados federales preguntándoles cuál es el principal problema de México; les dieron a escoger entre 13 temas (narcotráfico, desempleo, pobreza, inflación, corrupción, etc… la mayoría eligió la corrupción; bueno, es EL tema). Sin embargo, en otras encuestas y estudios, resulta que hay quienes piensan que el problema es la falta de educación, el narcotráfico, la contaminación, el analfabetismo, la desigualdad, la corrupción y un amplio menú más de cosas que pasan por la falta de infraestructura, que somos laicos, la cercanía con los EUA, que consumimos maíz, el PRI, el PAN, Morena y el Verde, los derechos humanos, la desintegración de la familia, la iglesia católica, los masones, la falta de masones, Televisa y otro etcétera que llega a lo ridículo. Conclusión: no sabemos qué mal aqueja a la patria, pero de que no estamos satisfechos, no estamos.
Mala cosa andar buscando cura a un mal desconocido y peor cosa la hipocondría social. Para enterarse de cómo está el país parece mentira que haya que recurrir a indicadores de otros países, a lo que opinan entidades internacionales. Pero México no es una birria de país y los que lo vemos peor somos nosotros mismos, lo que se explica precisamente porque somos los que vivimos aquí y sabemos qué hay en el fondo de la cazuela.
Casi todo lo que no nos gusta tiene que ver con nosotros mismos, por lo pronto la corrupción: no nos gusta, nos molesta muchísimo, sí, pero cuando nos toca un funcionario sin criterio, que no acepta mordida y nos impone la multa que nos toca, entonces sí echamos pestes.
Los problemas de la educación nos irritan, como si cada mal maestro (hay de los otros), viniera de un país enemigo a perjudicarnos, como si cada maestro no tuviera familia que le dijera que no tiene madre por estar de aviador en la nómina de una escuela.
La inseguridad sin duda es la queja más insistente, sí, pero nadie deja de saludar al vecino que tiene tigres de bengala en el jardín, helicóptero en la azotea y porta cuerno de chivo… ni lo denuncia, faltaba más, que eso es andar de metiche.
La inmensa mayoría de nuestros problemas son por cómo somos, verdad incómoda, pero cada papel tirado en la calle significa que hubo uno que lo tiró y centenares que no lo recogieron.
México es lo que somos. Nuestra política, también, que no hay un solo funcionario público extranjero. Por eso no hay mítines sin acarreados; banquetes de políticos con las mesas desocupadas; restaurantes que se vacíen al entrar uno de esos corruptos que todos conocemos.
Y por cómo somos, no dejamos vacías las casillas electorales cuando nos dan a elegir entre el malo, el peor y el payaso. No sabemos todavía la fuerza real de votar… o no.
Ahora mismo en nuestras narices el gobierno viola la Constitución, excusa a Yasmín la Ladyxerox, apapacha a la Ladymuertos Sheinbaum y protege al Dr. Muerte Gatell… ¿y?… y nada, estamos esperando que nos salve un nuevo Chapulín Colorado, que Superman es gringo.