Sr. López
Tío Mario, largamente viudo, contrajo segundas nupcias a los casi sesenta de edad con una estupenda cuarentona que hubiera hecho dudar de su vocación al señor obispo y por lo mismo, el tío pasó por alto que la señora llevaba 6 matrimonios 6 (como en los toros), todos terminados en divorcios peculiares, tanto que en uno de ellos el Juez le mentó la madre a la dama, según se supo después. Así las cosas, antes del año del enlace, tío Mario tomó las de Villadiego. Inquirido sobre la razón de tan apurada ruptura, respondió: -Todo el tiempo me comparaba con sus otros maridos, que si roncaba como el segundo, que si era necio como el primero, que si desconfiaba de ella como el cuarto, que si la “atendía” con el desgano de los primeros seis –y así un día sin decir nada, con lo puesto se mudó a una casa de huéspedes. Cada quien.
Gobernar bien es intrínsecamente difícil. Si se trata de un país habitualmente bien gobernado, la dificultad consiste en mantener el estándar al que la población está acostumbrada. Si por el contrario, se asume el poder en un lugar en que lo común han sido los malos gobiernos, el problema es doble: por un lado, la excesiva esperanza de la gente y por el otro, la inercia negativa que hay que vencer en el aparato de gobierno.
En el segundo caso, cuando lo habitual han sido los malos gobiernos, lo más probable es que la esperanza general sea más bien anhelo, deseo colectivo y que la ciudadanía pase en poco tiempo al desaliento: todo plazo se considera fraude a sus expectativas; todo fallo, prueba de sus peores temores. Todo parece trascendental y se exige santidad más que decencia.
Simultáneamente, a los integrantes de la burocracia les será difícil creer que es seria la oferta de buen gobierno, considerándola parte del discurso mendaz habitual y cuando la asimilan como cierta, se sienten amenazados y se empeñan en demostrar con su ineficiencia, que las cosas no pueden hacerse bien ni mejor. Pasa.
Encima de lo arduo que es gobernar, agregue la dificultad adicional que representan los integrantes del primer círculo del poder: cada uno con su proyecto personal, su agenda y ambiciones. Estos perciben las debilidades del titular del gobierno y las fomentan sin piedad, extremo agravado por la adulación, la actitud acrítica y los informes ilusorios adecuados a las expectativas del jefe, método individual de sobrevivencia, siempre desleal.
Ahí es donde la prensa, particularmente la escrita, sirve invaluablemente a los hombres de poder, a los de verdad hombres de Estado: los mantiene en la realidad. Consta a este menda que al presidente López Portillo, le manipulaban las notas de prensa del resumen de fotocopias diario, quitando unas y alterando otras. Lo mantenían en la creencia de que era aceptado, aprobado y querido por el país entero.
¿A cuento de qué estas consideraciones?… ¡ah!, pues porque la peor combinación es la de un Presidente que se niega a aceptar la realidad, rodeado de colaboradores que la alteran al gusto del señor, fomentando su estancia en el País de las Maravillas. Así estamos.
Leer (ni loco escuchar), las reiteradas afirmaciones presidenciales sobre lo bien que va el país, la solidez de nuestra economía, la mejoría de la seguridad pública, la recuperación del sector salud, la ya inexistente corrupción, los inmensos beneficios de los programas sociales y en general el paso firme que lleva la transformación nacional, puede hacer dudar al tenochca simplex promedio que no concibe que haya nadie capaz de mentir siempre y en todo.
Y sí, no miente siempre ni en todo, que sus cercanos lo engañan con información falseada, tergiversada, deformada, que él da por buena y nos transmite con la firmeza del que se deja engañar siempre que sea en honor a sí mismo. Y peor que eso es el alegato presidencial de tener “otros datos” cuando alguien lo desmiente con información de su propio gobierno, para ni mencionar el florilegio de insultos y descalificaciones a que recurren en las redes sus supuestos seguidores, ante cualquier crítica.
Como sea, está claro que para toda información que ponga en duda la perfección de la presente administración, tienen respuesta y en pleno quinto año de este gobierno, sigue vigente la responsabilidad de los gobiernos anteriores, en particular el de Calderón aunque se haya ido hace más de diez años. Ante eso hay dos datos que no aceptan mentís:
El primero es el incremento desmesurado de la migración de mexicanos hacia los Estados Unidos. Informa la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los EUA, que la migración de mexicanos a su país ha crecido a niveles que no se habían visto en más de 10 años. Según el Inegi (que es parte del gobierno), de 2018 a marzo de 2021, más de 776 mil mexicanos se fueron a los EUA. Se revirtió la tendencia: en los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, la tasa neta emigración se redujo y hubo periodos en que regresaron al país más mexicanos de los que se fueron. Ahora el primer lugar en migrantes indocumentados rumbo a EUA lo tiene México, seguido por Venezuela, Cuba, Haití y Ecuador. El gobierno de los EUA ya no los considera trabajadores indocumentados migrantes, sino desplazados por la inseguridad y el hambre. Los mexicanos están huyendo de México.
El segundo dato que no admite réplica, es estremecedor: según investigación publicada por el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, en 98 países de 2019 a 2021 a consecuencia de la pandemia del coronavirus, la esperanza de vida disminuyó 1.6 años… en México bajó cuatro años, con lo que pasó de 75 ó 76, que era el promedio de vida de los mexicanos en 2018, a 70 ó 71 años en la actualidad.
Estas son dos maneras de evaluar a un gobierno sin posibilidad de alegato de defensa: la disminución de la expectativa de vida y que los ciudadanos huyan de su país.
Sí, nos cumplió, sí transformó al país. No se extrañe si nos explica el alto gobierno, que se trata de cadáveres fifís y migrantes conservadores.