Sr. López
Sabido es que el idioma mayoritario en México se llama español, antes castellano. Sin embargo, lo hemos comentado antes, hablamos “nuestro” español, tan retacado de mexicanismos, modismos, localismos y barbarismos, que no es tan fácil para el hispanohablante de otro país entendernos, cosa que este menda siendo aún mocoso percibió en todo su esplendor, la vez que vio quedarse en Babia a un español recién llegado (desembarcado), al oír: -¡Escuincle!, ándele a la banqueta por las petacas, que se las van a volar –y el pobre hombre no entendió nada: lo de ‘escuincle’ por no haberlo oído jamás; lo de ‘banqueta’ porque para él era un asiento, ‘petaca’, una bolsa para tabaco y lo de ‘volar’ no debía necesitar explicación, que lo robado “vuela”, sí, pero no en español.
Así, gran problema tienen los extranjeros que aprenden el español mexicano y van a España muy seguros de que serán entendidos cuando digan “babosear” por distraerse; “pegue” cuando alguien es atractivo; “pelar” por poner atención, pero “pelarse” por huir; “vaciado” por simpático; “cruda” por resaca; “apachurrar” por aplastar; “de hoy en ocho”, cuando es en siete (y mucho peor cuando nos citamos “de hoy en 15”, cuando debiera ser en 16, siguiendo la lógica del 8 o de hoy en 14 si multiplicamos por 2 los días de la semana; solo acá, verdad de Dios)…Pero también debe decirse por justicia, que los mexicanos aportamos al español términos precisos de los que originalmente carecía, siendo indispensables. Un solo ejemplo: el verbo “padrotear”.
Sin meternos en honduras semánticas, que ningún auténtico tenochca simplex necesita, asentemos que en el diccionario de la Real Academia, se afirma su origen como mexicanismo (acepciones 3 y 4): “padrotear 3. intr. Méx. Dicho de un hombre: Beneficiarse abusivamente del trabajo de una prostituta; padrotear 4. intr. Méx. Dicho de un hombre: Concertar una relación amorosa, generalmente ilícita”. Lo que se transcribe para dejar claro que por sabios que sean los académicos, no atinan cuando se enfrentan a palabras forjadas en otras tierras; en este caso, al reducir el padroteo exclusivamente a asuntos de lascivia con ventaja; y al sostener que es verbo intransitivo (“intr.”), siendo claro que “padrotear” sí acepta complemento directo, por ejemplo: padrotear a la familia o a quien sea; y porque intransitivo en mexicano de acá, es lo que no es sujeto a transa y pero-por-supuesto que sí, padrotear es básicamente transar.
Ya que los académicos erraron definamos “padrotear” como la acción de obtener ventaja o provecho indebido, mediante la fuerza o el engaño. Esto, sin pretensiones de este menda pero sin falsa modestia, es una clara aportación a nuestra gramática-nacó. Se aceptan reconocimientos.
Vea si no es exacta la definición, al menos respecto de nuestros gobernantes, con las excepciones que en todo hay:Nos padrotean cuando nos cobran impuestos por lo que se gana de intereses en el banco, siendo que esos intereses son menores que el incremento del costo de la vida (la inflación, pues), de modo que nos cobran por perder dinero: padroteo.
Nos padrotean cuando nos dicen que el petróleo es nuestro, pero suben el precio de la gasolina porque subió el precio del petróleo y naturalmente, en su lógica de padrotes, cuesta más, en lugar de bajarnos el precio porque venden más caro al extranjero y gana más Pemex… y cuando baja el precio del petróleo con más ganas nos suben el precio de la gasolina, ¿sabe por qué?: ¡por que bajó el precio!… padroteo por litro.Nos padrotean también cuando se asignan a sí mismos salarios y prestaciones, porque vienen a ser empleados que se autorizan su propio sueldo, pues el dinero que gasta el gobierno no es de los gobernantes sino de los que pagamos impuestos, que somos todos, pues hasta los evasores le entran al pagar IVA, o comprar gasolina; nadie escapa al padroteo. (Sueldos y salarios oficiales deberían ser sujetos a consulta popular, digo).
Nos padrotean cuando se proclama la pobreza franciscana como evolución natural de la austeridad republicana, pero el Presidente, atendido por 51 sirvientes, vive en el palacio que albergaba a los virreyes (y a Juárez, que le gustaba lo bueno, ahí revise por su cuenta: era un sibarita), y tenerlo ahí nos cuesta 6 millones mensuales (datos obtenidos por el Sol de México, vía solicitud de transparencia a la Presidencia de la República con folio 0210000034520; no está uno inventando), o sea que cualquier tameme actual tendría que trabajar 95 años incluidos sábados y domingos, para pagarse un mes de alojamiento en Palacio (salario mínimo, 172.87 pesotes). Padroteo palaciego.
Hay una etapa suprema del padroteo: el martes 23 de noviembre del año pasado, el Presidente de la república firmó un decreto que declaró a “los proyectos y obras del Gobierno de México como asuntos de seguridad nacional”. O sea, conforme al artículo 110, fracción I, de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, queda “reservada” la información relacionada con estas obras, por ejemplo el costo de sus obras insignia del que no sabemos ni sabremos largos años a cuánto llegó.
Por lo pronto, el Secretario de Hacienda en cándidas declaraciones del 29 de agosto pasado, mencionó que el país está sintiendo la presión de los aumentos en los costos de financiamiento de las megaobras de infraestructura de AMLO; que el Tren Maya ya ronda los 400 mil millones; que la refinería de Dos Bocas anda en otro tanto.
Pero hay un estadio superior del padroteo: para ahorrarnos parte del costo anual de nuestras órganos democráticos (25 mil millones cuando hay elecciones federales, una nada frente a los dispendios anuales del gobierno), el gobierno de López Obrador propone desaparecer el INE ciudadano y pasarlo a depender del Poder Judicial. O sea, de regreso al gobierno. Padroteo leguleyo.
De esta manera, este Presidente (que quiso ser el padre de una nueva patria transformada), va sin remedio a acabar en la historia como el padrote de la patria.