El dinero sí manda: La Feria

0

Sr. López 
Seamos serios. Un ratito. La política, hoy, en México, es un campo en ruinas. La demagogia del aparentar, con la esperanza de acabar siendo lo que se aparenta, se ha sustituido por la demagogia por la demagogia misma. Advierte este menda que copia de su libreta de apuntes y no sabe qué frases son suyas o de otros, pero sostiene junto con “El cartero” de Neruda, que las palabras son del que las necesita.

Le advierto que se generaliza y que en todo hay excepciones y gente seria (sí, también en política, no se extrañe), dicho lo cual, se asevera que nuestros políticos a fuerza de conformarse con sólo parecer, han llegado no a la mitomanía sino a algo peor: la esquizofrenia que los condena a no ser nunca lo que dicen y creen ser, enfermos incurables del discurso de palabras vanas, “flatus vocis”, tan vacías de contenido que han vaciado a la democracia de sentido, dejando al ciudadano común librado a sus propias fuerzas y al país sin proyecto reconocible; explicación cruda del desorden generalizado que se encubre, otra vez, con más discursos. En México hoy, se libra un torneo de mentiras en vez de un duelo de verdades.

Llegaron a esto los hombres de poder por su falta de recta intención; poco a poco se les cauterizó la conciencia y han hecho de la vida pública sinónimo de ambición individual por sobre la desesperanza popular. Al mexicano de este México, le resulta ingenua la inscripción que Dante puso a la entrada del Infierno, creyéndola máxima crueldad: “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate” (traducción a marro: Abandona toda esperanza, tú que entras). Peor, mucho peor, es vivir aquí, así, contemplando la fiesta del cinismo de los poderosos, sabiendo después de esta cuarta decepción nacional que todo aquí es ‘gatopardismo’, cambiar todo hasta dejar todo igual. El país está a tres fuegos: la prédica del fin de un régimen sin terminar con él; el principio de otro régimen, transformador y purísimo, pero heredero gozoso de los vicios del anterior, reciclando algunas de sus más destacadas alimañas si cumplen con el ritual luciferino de rendir culto al nuevo amo y señor; y tercero, una oposición dividida que no da visos de poder dar la batalla, dado su largo prontuario de pecados y flaquezas.

El mundo no reparó en el daño causado por hacer de la duda, religión (Kierkegaard); por caer en el nihilismo, negando a la simple razón la posibilidad de construir estructuras de valores (Nietzsche); por sobreponer la historia a la política, para implantar la revolución permanente (Marx); y, ya afianzada la razón del poderío bélico en 1945 y sus secuelas en Corea, Vietnam, Afganistán, Kuwait, Irak (y tantas más, sin olvidar el desmoronamiento de la URSS, el simbólico Muro de Berlín, la tragedia centro europea y hoy ucraniana), ya con la fuerza de las armas como argumento universal, seguía y siguió la inducción de la pobreza del pensamiento y el bálsamo de los abalorios tecnológicos, que nos ofrecen atajos al conocimiento, resúmenes conceptuales, síntesis de la lógica y la imposición de la liturgia del dinero: ya no es “tanto tienes, tanto vales”, no, ahora es “si no tienes, nada vales”; y como prueba, las listas de los ricos, en sustitución de las listas de los buenos y los mejores. Así estamos.

A México llegan tarde las ideas: descubrimos a Newton un siglo después; supimos del racionalismo de Descartes en el porfiriato, otros cien años tarde; y ni por ser un país de católicos se intentó siquiera predicar la doctrina social y protección de los derechos de los trabajadores planteada en 1891 por León XIII, en la ‘Rerum novarum’, que fue archivada por una jerarquía obsequiosa con los poderosos de turno… y sigue archivada.

Ahora, con las súper carreteras digitales del conocimiento, quien quiere está a la moda, sí, pero para quienes se hacen con el gobierno, la moda es no estar a la moda, conseguir el poder como antes, por el poder, y ahora peor: para la revancha, como soldados ebrios de miedo que ganan la batalla y siguen baleando a los muertos; así, estos no se cansan de repetir sus lemas de campaña, el dogma de su superioridad moral, aderezada con la homilía diaria de triunfos inexistentes. No es cierto que se hace verdad una mentira dicha mil veces, pero sí lo es que se sostiene si es dicha desde la cúspide del poder… mientras se tiene el poder, nada más, luego todo sale a la luz y si no todo, sí mucho. La trampa insalvable del mitómano en el poder, es la del traje del rey y estos van por ahí, desnudos, creyéndose cubiertos por la amplia capa de la mendacidad oficial.

Por eso su impudicia, por eso afirman que han salvado a México y asombrado al mundo. Por eso su ceguera ante el desastre de una visita no oficial a la Casa Blanca impuesta por nuestro poderoso vecino, que no amigo, ni socio, sino masa inmensa de poder económico y militar que nos obliga a gravitar como lo que somos: satélite. Verdad conocida por otros presidentes que se sujetaban con rigor al protocolo diplomático y cuando menos, se daban a respetar.Pero el tiempo pasa (sabio este menda), y las mentiras se repiten rumbo al precipicio del fin del periodo.

Por ejemplo, el Presidente insiste en que uno de sus grandes logros es no haber contratado deuda, pero Hacienda informa lo contrario: sí se ha contratado y de hecho alcanzó niveles históricos: hasta enero de 2021 con el Banco Mundial se adquirió una deuda adicional de 2,880 millones de dólares y 18,316 millones de dólares, más, en mercados internacionales.

Es mucha deuda pero no es necesariamente malo, pues si se invierte en proyectos productivos es muy bienvenida y ahí está el detalle: entre más gasta este gobierno, más crece la pobreza y peor está el país, misterio que él Presidente no entiende y lo niega mintiendo.

Y eso preocupa a nuestro vecino del Norte, no le convienen las convulsiones sociales, ni los clientes pobres. Por ahí le va a llegar la navaja a este gobierno y 2024 puede ser terrible. En este mundo tal vez los ideales estorben pero el dinero sí manda.

Deja una respuesta