Sr. López
Ya se lo he contado. En la familia fue muy sonado el caso de tía Carmen, que allá en Toluca se divorció cuando eso era un escándalo; peor fue que se casó otra vez y obviamente, nada más por lo civil. Pero lo trepidante fue que se volvió a divorciar y sin trámite ninguno, regresó con el primer marido (rigurosamente cierto), que a fin de cuentas seguía siendo su esposo para la iglesia. Alguna vez tía Carmen explicó en discreta tertulia de señoras, que dio esa vuelta en U matrimonial, porque el segundo era muy parecido al primero “menos en lo mero bueno”, y las muy católicas damas presentes le dieron la razón, toda la razón y recuerda este menda que su señora madre, dijo: -Pues sí, cuando menos -pues sí.Si de aquí al 2024, la política nacional discurriera por el camino que va, para el elector que no vaya a la casilla en plan de cachondeo, la cosa no estará fácil.
Sí, el reducido sector del electorado que vota razonadamente, se encontraría ante una boleta electoral que le ofrecerá ratificar a Morena en el Poder Ejecutivo federal o elegir a un representante del pasado político, de cualquier partido político de oposición o de todos juntos en alguna alianza que se pudiera llegar a pactar entre todos, contra la candidata o el candidato que el actual Presidente designe, una vez consultado él por él mismo.
Y la opción será repetir lo pasado o repetir lo actual, sabiendo que lo actual es ese mismo pasado con maquillaje porque a fin de cuentas, Morena es el recalentado de guisos muy conocidos: un sector, el más conspicuo, que se escindió del PRI (empezando por su fundador, el actual Presidente de la república), más jirones de la preexistente oposición de izquierda que bien supo durante décadas acomodarse a las exigencias del poder para subsistir confortablemente, que no son mártires de sus convicciones; junto con algunos fervientes marxistas que sirvieron para dar su toque de realismo al asunto; más los oportunistas y arribistas de toda calaña, infaltables en la política, aparte de otros que por realismo profesional se incorporaron a ese carro, sin perder la decencia, que si de todo hay en la viña del Señor, en esto, más.
Morena es realmente la nueva presentación de una parte impresentable del viejo PRI de los años setentas del siglo pasado. Se pudo disimular hasta que se hicieron con el poder, en primer lugar por el bloqueo instantáneo a sus pocos integrantes de la izquierda dura, resignados -si quieren seguir con sueldo-, a solo rumiar la oportunidad perdida de instalar en México un régimen marxista (¡sí, cómo no!); en segundo lugar por su modo de gobernar bajo la autoridad única del Presidente de la república, en apego al estilo del fementido Luis Echeverría; y en tercer lugar por como algunos sucumbieron ante las tentaciones del erario, no tantos pero no pocos, que antes eran aparentemente honestos tal vez por falta de oportunidades contra el erario, y otros que continuaron con sus prácticas de rapiña de siempre. Ambos grupos con la tranquilidad de que en este gobierno, la lealtad y obediencia al Presidente, garantizan impunidad, exactamente igual que en ese PRI ya para siempre ido.
Al inicio del sexenio la rapiña pasó desapercibida, con el país atento al perpetuo discurso del Presidente y las decisiones primeras que adoptó, todas de menor calado junto al manotazo autoritario de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, acto previo al inicio de su sexenio que contra la lógica de la política nacional, en vez de atenuarse con el paso del tiempo, crece y manifiesta sus graves consecuencias para la economía del país y hoy, para la seguridad aeronáutica. Grave.
Luego, conforme avanzó el sexenio, lo que empezó como rumores entre enterados, acabó surgiendo estruendosamente en los medios de comunicación y ahora ya no hay manera de parar la catarata de escándalos de corrupción que los empapa y se hace imposible borrar la creciente mancha que parece permear en un gobierno cuyo principal pregón es combatir la corrupción y terminará siendo su sello.
Para buena parte de la población aun es indudable la honestidad personal del Presidente, pero cada vez es más obvio que si no deja robar, sí encubre a los que a sus espaldas lo hacen, obligado por la circunstancia, sí; contra sus convicciones, sí; pero arriando la principal bandera de toda una vida política, la suya. Lo que hoy se niega con desdén atribuyéndolo a politiquería, resurgirá en la campaña del 2024 (así es la politiquería) y después será moneda de cambio de quien sea el siguiente Presidente de la república, para conseguir lo que hoy parece imposible: callar a los vociferantes de una transformación que resultó involución, el regreso de la infamia. No mentir, no robar, no traicionar, entre mentiras robos y traiciones de algunos de los más cercanos al Presidente. Eso no se quita igual que no se puede quitar el café a una taza de café con leche.
Y eso cambia poco, más bien nada, el previsible triunfo de quien sea el candidato del Presidente a la presidencia. Asómbrese.
Pero lo que no tenía previsto este gobierno y que sí puede cambiar todo el panorama político hoy tan definido, es la intervención del gobierno de los EUA que está cada vez más alarmado por lo que ellos consideran una amenaza a la seguridad interna de su país. Nunca antes desde el término de la Revolución Mexicana y la Cristiada, los EUA consideraron que la situación de México pusiera en riesgo su seguridad.
Varios mensajes han mandado, desde declaraciones de congresistas hasta las del General responsable de la seguridad del hemisferio norte y ahora sabemos que ya hacen investigaciones sobre la penetración de la delincuencia organizada en nuestros estamentos del poder. Les repugna lo de “abrazos no balazos”, les es ominoso el uso político de nuestras autoridades de la migración. El tío Sam no está acostumbrado a que le pisen los callos.
No se sabe si hay marcha atrás o para los EUA es cosa juzgada, lo que significaría para este gobierno un terrible fin de fiesta.