Barato

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LA FERIA

Sr. López

Barato.
La espectacular prima Rita, de las de Jalisco, estrenó coche y su mamá, Rita también, la echó de la casa. El asunto es que la nena no trabajaba pero estrenaba ropa, usaba perfumes finos, se compraba “bisutería”… y nada de trabajar. Llegó con coche nuevo y ¡a la calle! Decía la abuela Elena: -Se tardó Rita, esa niña trae en la frente lo güila -bueno, eso decía.

Comentamos el viernes pasado que todos los grandes acontecimientos en la historia son acciones de grupos de poder, sin excepción; que no hay revoluciones espontáneas ni titanes que solitos cambien el curso de la sociedad. Pongamos algunos ejemplos de los conocidos:

La Revolución Francesa fue posible no porque en Versalles comían pasteles y pueblo raso, las uñas; menos por las cautivadoras ideas de la Ilustración. Fue por el apoyo de la rica burguesía de entonces, que vivía trompuda, excluida de la política y de las pompas de la nobleza (los lujos, no piense mal). Triunfaron y quedaron como la clase política dominante. Libertad, legalidad, fraternidad, sí, chulito, para decírselo al peladaje que va a salir a que le rompan la crisma, mientras otros se quedan con el poder y se forran de dinero. Por cierto, la misma burguesía trepó a Napoleón, para poner orden aunque les salió mal porque se le ocurrió declarar guerras a lo puro maje.

La Revolución Rusa, no hubiera sido posible sin el apoyo de Alemania y el Imperio Otomano, interesados en debilitar a los aliados en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Hacía más de diez años que Lenin y compinches estaban exiliados en Suiza. Alemania organizó el regreso de Lenin a Petrogrado (San Petersburgo), en el famoso tren “sellado” que cruzó el territorio alemán con estatus extraterritorial, como si fuera una embajada. Cuando eso, el zar Nicolás ya había abdicado, ¿cuál era el interés?… pues que Lenin sacaría (y sacó), a Rusia de la guerra y eso a Alemania le caía del cielo para tratar de ganar la guerra mundial (que perdió). Y no olvide nunca que el gobierno alemán a partir de 1915 asignaba presupuesto oficial para “estimular la propaganda revolucionaria en Rusia”. Nada de gesta popular ni revolución del pueblo: dinero.

El ascenso de Hitler lo financiaron en Alemania, la clase conservadora, los grandes capitalistas y destacados miembros del gobierno; y fuera de Alemania, capitalistas de los EUA (sí señor), y empresas como General Motors y Ford, que produjeron los camiones del ejército alemán durante toda la guerra. Aparte de otras aportaciones como la de la Estándar Oil y Dupont que proporcionaban el aditivo, tetraetilo de plomo, sin el que no hubiera volado un solo avión de la Luftwaffe; o la Kodak que producía los detonadores para las bombas que echaban encima, por ejemplo, de Londres; no se puede dejar de mencionar al muy respetado banco JP Morgan Chase & Co., entonces Chase National Bank que, ‘business are business’, se encargó de las transacciones multimillonarias de la Alemania nazi, de sus operaciones financieras y compra de divisas. Hay más, falta espacio.

Lo mismo con otros muy conocidos. Fidel Castro financiado por políticos enemigos del dictador Fulgencio Batista, por empresarios cubanos ingenuos (a los que luego expropió todo), y por el gobierno de los EUA a través de la CIA (si le interesa, lea ‘Fidel, un retrato crítico, de Tad Szulc o ‘Principio y fin del mito fidelista’, de José Álvarez; los dos son señores serios). Los EUA querían derrocar al dictador Batista y lo derrocaron, pero Fidelito, antes que implantar un régimen democrático, se echó en brazos de la URSS y se quedó en el poder el resto de su vida… y post mortem sigue, con los infames Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel.

Dejemos de hablar de otras latitudes. Veamos el caso mexicano actual. El que NO vive en Palenque, el Señor de los Abrazos, no consiguió el poder en sus dos primeras campañas políticas (2006 y 2012), porque no pactó con los grupos de poder del país. Bueno, en 2018, pactó. Los empresarios de capital duro, dueños de cantidades de dinero que marean, se oponían a él, bueno, ya no se opusieron en 2018. Las fuerzas armadas (bendito sea Dios), en México no se meten (todavía), en campañas políticas, tampoco la iglesia católica (se repite el agradecimiento al Buen Dios).

Son los empresarios los que pueden facilitar o no la carrera política de alguien que pueda llegar a la presidencia de la república. Llegó el de Macuspana. No hay mucho que agregar.

No se podía desdeñar la influencia de los grupos políticos, nacionales y estatales: también pactó con ellos, con gobernadores, ‘me apoyas para llegar y cuando llegue hago la vista gorda’, y sobran ejemplos de esos casos de ceguera voluntaria -cómplice-, del amigo de Cuba.

Lo que hayan hecho o dejado de hacer esos políticos a favor del cuatrotero mayor, es su asunto. Así son, a eso se dedican. Ni quien les confíe un peso.

Lo de los empresarios sí irrita: su interés personal lo ponen por encima del país entero. Está bien, el que se lleva se aguanta, ya van a darse cuenta de la barbaridad que cometieron, por lo pronto, sin Poder Judicial.

Hay otras fuentes conocidas de financiamiento del fundador de Morena: rasurado de nóminas oficiales, por ejemplo, paquetes en efectivo de gobernadores. Él cree que no es robar si lo usa para hacer política. Robar es robar, tomar lo ajeno.

Lo del dinero del crimen organizado canalizado a quien llegó a presidente de la república, es algo que nunca sabremos, a menos que ocurra algo verdaderamente grave que empuje al gobierno de los EUA a levantar la cobija. Es muy difícil.

Lo de la robadera ya en el poder, no requiere muchas averiguatas. Nada más que nos expliquen el millón de viejos que no existen y les pagan su pensión (3,100 millones mensuales que nadie sabe a dónde van a parar… bueno, sí se sabe).

El caso de doña Sheinbaum es más sencillo: ella no tuvo que pactar con nadie, bastaba con ser leal todo-terreno a su mentor. Vale… pero, ya siendo presidenta, lo suyo es complicidad, señora.

Nada es gratis y en política nada es barato.

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